Discurso anual del regreso a las clases
Que Ningún Niño Se Quede Atrás: La transformación de nuestras escuelas públicas
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PARA LA DIVULGACIÓN
24 de septiembre, 2004
el orador se aparta con frecuencia del texto. Enlaces: (202) 401-1576

Discurso con motivo del Regreso a las Clases pronunciado por el Secretario de Educación de EEUU Rod Paige en el National Press Club en Washington D.C.

INTRODUCCIÓN

Buenas tardes.

Sigo siendo maestro en el fondo, así que voy a comenzar con una breve lección de historia. No resisto cuando me encuentro ante una concurrencia como ésta.

Vine al National Press Club por primera vez hace cuatro años. Hablé de lo que el Presidente Bush y yo vimos cuando llegamos a Washington: millones de estudiantes, que se habían quedado atrás desde hacía décadas, a pesar de las mejores intenciones. Al año siguiente, hablé de nuestro plan de acción para incluir a todos esos estudiantes: para dar a todos y cada uno de ellos la educación de calidad que una nación como la nuestra es capaz de dar. El plan era Que Ningún Niño Se Quede Atrás. El año pasado, hablé de cómo la ley se ponía en ejecución sobre el terreno. Y este año, hoy, voy a hablar de los frutos de las labores de todos—cómo Que Ningún Niño Se Quede Atrás está dando resultado.

Me complace informarles que esta ley está ejerciendo un efecto positivo en millones de vidas. Existe clara evidencia de su eficacia, perceptibles patrones del cambio, e información optimista de diversas fuentes. Dicho en términos sencillos: la ley está dando resultado, y nos encontramos al comienzo de una nueva era en la educación. Si nos mantenemos resueltos y firmes, año tras año, le seguirán cambios más poderosos y positivos. Pero si desandamos lo andado, si titubeamos, si incumplimos nuestra promesa con nuestros hijos, entonces perderemos la más profunda e importante oportunidad de nuestras vidas para brindar mejor educación para esta generación de estudiantes y las que siguen.

LA MISIÓN DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Después de todo, tenemos un compromiso por educar. En cada uno de estos cuatro discursos en el Press Club he tomado muy en cuenta la misión y los objetivos de la educación pública. Como nación, debemos prometer proveer una educación sólida, útil—y de la más alta calidad. Y sé que los educadores de todas partes—desde Manhattan, Nueva York hasta Manhattan, Indiana, hasta Manhattan, Montana y hasta Manhattan Beach, California—están dedicados a esta misión. La meta es nada menos que la excelencia—la excelencia en todos los niveles y en todos los aspectos. Casi todas las escuelas tienen la palabra "excelencia" tallada encima de la entrada o celebrada en las paredes de los salones de clase. Es un compromiso hecho y repetido todos los días en todas las escuelas. De hecho, las escuelas representan símbolos de nuestra cultura heredada, donde los maestros son los representantes de nuestros conocimientos colectivos.

Los padres se fían de nosotros para cumplir con esta función. Nos entregan a sus hijos por al menos siete horas por día, cinco veces por semana. Sus hijos—nuestros hijos—son un cargo público de confianza. Existe una expectativa de que los educaremos bien, los criaremos, seremos sus guías, y los cuidaremos ... a todos y cada uno de ellos. Es por eso que contamos con nuestros maestros y administradores para educar. Esa es la función que desempeñamos, y debemos hacerlo sumamente bien. Los contribuyentes apoyan este sistema, dedicando en la actualidad más de $500 mil millones a la enseñanza del jardín infantil hasta el doceavo grado cada año, debido a la importancia que tiene la educación para nuestros ciudadanos y nuestro país. Ellos confían en que no desperdiciaremos su inversión.

Este acto de confianza, esta misión monumental, esta piedra angular de nuestra democracia, constituye las bases de las que dependen todos los demás servicios. No hay nada más importante que la educación. Hace dos mil años, Cicerón preguntó: "¿Qué dádiva más grande o mejor podemos ofrecerle a la república que la de enseñar e instruir a nuestra juventud?" Y yo le respondería: "Ninguna dádiva más grande, ningún premio más valioso, ninguna tarea más crucial."

LA BRECHA EN EL RENDIMIENTO

Y sin embargo, esta valiosísima dádiva de la educación no ha estado siempre a la disposición de todos los estudiantes de Estados Unidos. Nuestro ideal de una tierra de la oportunidad les fue negado a muchos. Antes de Que Ningún Niño Se Quede Atrás, este país enfrentaba un apartheid de facto en nuestras escuelas. Millones de estudiantes se encontraban atrapados en la mediocridad, fueron negados una educación de calidad. Todos sabemos quiénes eran estos estudiantes: los pobres, los de grupos minoritarios, y los niños y jóvenes con necesidades especiales. Por varias razones, los pasaban al siguiente grado y los dejaban a su suerte. Nuestros estudiantes posiblemente tuvieron buenos maestros, excelentes administradores o incluso abundantes recursos—o posiblemente no los tuvieron. No había ninguna garantía.

La evidencia más obvia de este mundo dividido de posibilidades era una enorme brecha en el rendimiento entre los grupos étnicos. ¿Cuán grave era esta brecha en el rendimiento? Al llegar al doceavo grado, los africano—americanos suelen ir a la zaga de los estudiantes blancos y asiáticos por cuatro años. A los hispanos les va sólo un poco mejor que a los africano—americanos . Es decir, estos estudiantes terminan el high school con una preparación de junior high school.

¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo podía haber sucedido? ¿Cómo podíamos nosotros como nación habernos cerrado los ojos ante eso, pensando que todo estaba bien? Era necesario "despabilarnos y desengañarnos." Antes de Que Ningún Niño Se Quede Atrás, sólo identificábamos los problemas en forma ambigua y tratábamos de resolverlos gastando mucho dinero. Y éramos buenos para gastar. Como dijo recientemente Barry McGaw de la OCDE [Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos], lo único en que le ganamos al resto del mundo es en gastar. "Ellos no necesitan alcanzarles a ustedes en calidad, porque muchos de ellos ya les sobrepasaron," afirmó él.

Veamos los datos. Entre 1965 y 2000, el gobierno federal gastó más de $130 mil millones—no millones, sino mil millones—en programas para los estudiantes desfavorecidos (conocidos por Título I). Lamentablemente, el dinero parece haber surtido poco efecto. Los puntajes en los exámenes en lectura se mantuvieron al mismo nivel durante el período entre 1992 y 2000. Hubo algunas mejoras en algunas materias, pero el paso del mejoramiento fue lento y constaba que no reflejaba la cantidad de dinero que se gastó. Y cuando digo "gastar", quiero decir en el sentido de desperdiciar.

He oído a un funcionario de este período jactándose de su inversión en la educación durante esa época. Ese tipo de comentario realmente me enfurece. Los fondos se gastaron irreflexivamente en los problemas, no se invirtieron. Lo que más o menos hacía los Estados Unidos era cargarlo todo a una tarjeta de crédito sin ni siquiera preguntar qué recibía a cambio de su dinero. La mayoría de los norteamericanos definirían una "inversión" como algo que miran crecer. Desean ver si su inversión merece la pena.

Y, sabíamos que podíamos hacerlo mejor. Teníamos que hacerlo mejor. Era necesario el cambio.

Que Ningún Niño Se Quede Atrás

El cambio se concretó en la Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás. Exigimos a los estados establecer criterios mínimos de rendimiento académico. Establecimos como requisito que todo salón de clase contara con un maestro muy capaz. Obligamos a los estados a evaluar a los estudiantes con regularidad. Buscamos la transparencia pidiendo a los estados que dieran a conocer más información a los padres, compilaran información sobre el desempeño de los estudiantes y las escuelas, y pusieran esa información a disposición de sus ciudadanos. También centramos la atención en el uso de métodos de enseñanza de comprobada eficacia—acabamos con las modas pasajeras.

¡Qué concepto!

Además, hemos ayudado a capacitar a más de 75.000 maestros en el uso de principios basados en la ciencia para conseguir que los estudiantes lean. Ese pequeño ejército de maestros está trabajando en casi 4.300 escuelas de todas partes de Estados Unidos. Están ayudando a 1,4 millones de estudiantes—estudiantes que corrían el riesgo de quedarse atrás—a aprender al nivel que corresponde a su grado.

También hemos prestado ayuda gratuita en la tarea escolar a 112.000 estudiantes de escasos recursos económicos. Y eso se hizo sólo durante el primer año de la vigencia de la ley. Se han identificado las escuelas que necesitan mejoramiento, y se han destinado recursos adicionales según sus necesidades particulares. Y cerca de 50.000 padres aprovecharon la libre elección de escuela trasladando a sus hijos de escuelas de bajo rendimiento a un ambiente educativo mejor. Y en el Distrito de Columbia, más de 1.000 estudiantes de familias de bajo ingreso económico que se habían quedado atrapados en escuelas que no les atendían bien, ya están asistiendo a la escuela de su elección, gracias al primer programa de vales de matrícula escolar (school vouchers) en el país que se ha financiado con fondos federales. Tenemos la esperanza de que este programa piloto ayude a extender la libre elección de escuela privada a otras ciudades que la deseen, tal como fue el caso de Washington, D.C.

Estas son medidas de sentido común que tienen por objeto adaptar el sistema educativo al siglo 21. Estamos centrando la atención en las necesidades de los estudiantes del sistema—no en el propio sistema. Y, para muestra, un botón: el Presidente Bush estableció el financiamiento federal para la educación a $57 mil millones para el año fiscal 2005, un aumento del 36 por ciento desde que asumió su cargo. Él prometió proporcionar los recursos necesarios para que esta ley se hiciera efectiva. Y él ha cumplido.

Yo tengo mucho tiempo trabajando en la educación. ¡La clase de historia de ustedes era mi clase de acontecimientos de actualidad! Y les diré que las cosas están cambiando para bien. Ahora debemos lograr formar la voluntad política para seguir por este camino. En el pasado, cada vez que se intentó cambiar las cosas, el "sistema" lo rechazaba. Este ha sido el caso desde 1965, el año que marca la primera intervención federal sería en la educación y su financiamiento. Y en el pasado, siempre que el cambio causaba el más mínimo dolor o interrumpía el estatus quo, el sistema se rendía y los responsables de la toma de decisiones al nivel más alto respondían concediendo exenciones y convenios de cumplimiento, o simplemente haciéndose de la vista gorda y asintiendo ante la infracción.

Es decir, siempre ha habido castañeo de dientes [por el miedo] y luego un retroceso cada vez que se hizo un intento de cambiar las cosas. De ahí que el rechazo a Que Ningún Niño Se Quede Atrás no sea nada nuevo. Pero ya se acabó el debate en torno a esta ley. Que Ningún Niño Se Quede Atrás ya está aquí. Y ha llegado para quedarse. Y está dando resultado. La calidad de la educación que los estudiantes están recibiendo en la enseñanza del kindergarten hasta el doceavo grado está mejorando, lo cual significa que los estudiantes están mejor preparados para los estudios universitarios o la fuerza laboral, gracias a Que Ningún Niño Se Quede Atrás. Nuestro debate nacional se está apartando de las razones por no hacer las cosas y finalmente se está centrando en los resultados.

LA LEY ESTÁ DANDO RESULTADO

Los datos surgidos de los estados ya nos están ayudando a apreciar el mosaico de educación pública con mayor claridad. Estamos observando patrones en la perspectiva global y cómo éstos están variando año tras año. Esta información nos ayuda a todos a determinar los ámbitos de necesidad, los efectos del cambio y las tendencias a largo plazo.

Una de las razones por qué la ley está dando resultado—y por qué se ha visto el castañeo de dientes—es que hemos sido serios en el control y la fiscalización del progreso de los estados respecto a su implementación. Hemos sido verdaderos aliados o colaboradores ayudando a los estados que necesitan ayuda. Venimos escuchando y seguiremos escuchando. Yo soy un profesional de la educación, no un político de la educación y sé quién debe hacer el trabajo. Por eso, hicimos ajustes con entusiasmo, en la forma de una serie de regulaciones y orientación, tras haber recibido reacciones y recomendaciones y observado cómo se desenvolvía la ley. Hemos sido abiertos en encontrar cómo hacer que esta ley funcione al nivel práctico, y continuaremos en ese sentido en el futuro, siempre que la meta siga siendo la misma.

Y para los estados que burlan intencionalmente la ley o la quebrantan sin querer, hemos tomado acción. Por ejemplo, el año pasado, impusimos multas a ciertos estados por incumplimiento con la Ley NCLB [Que Ningún Niño Se Quede Atrás]. Aunque no lo crean, esa fue la primera vez en los 25 años de existencia del Departamento de Educación de EEUU que se habían quitado fondos a un estado por no haber cumplido con la ley de educación primaria y secundaria. ¡La primera vez en la historia! También hemos retenido fondos hasta que los estados lograron establecer sus programas y planes según dispone la ley. Sí, estamos hablando en serio—se trata de educar a todos y cada uno de nuestros hijos. No hay excusas para ellos, ni para nosotros.

Ya que hemos sido serios respecto a la ley, nuestra actitud ha tenido repercusiones—desde el nivel estatal hasta el nivel de salón de clase. Son los encuentros personales que llevo conmigo en la memoria.

Sabemos que todos los estudiantes pueden aprender—incluso los que no hablan el inglés como idioma materno. Por ejemplo, Fátima Rodríguez, es una estudiante de cuarto grado de Gainesville Elementary School, una escuela primaria del estado de Georgia.

Toda la escuela ha aceptado Que Ningún Niño Se Quede Atrás, gracias en gran parte a su director, Shawn Arévalo McCollough. Para Fátima, que llegó a Gainesville al segundo grado sin un fuerte dominio del inglés, NCLB ha surtido un enorme efecto. En sólo dos años, Fátima aprendió inglés, lee al nivel que le corresponde a su grado y aprobó el examen estatal para poder pasar a cuarto grado. Según el Director McCollough, "Fátima irradia orgullo y esperanza todos los días y es un luminoso ejemplo de cómo NCLB empodera a los estudiantes que necesitan mayor ayuda."

Dice que "no podría estar más entusiasmado o sentir más orgullo de alguien." Yo le pedí a Fátima, su hermana Mónica, y al Director McCollough que nos acompañaran aquí hoy. Por favor, pónganse de pie.

He oído muchas voces quejosas sobre cómo estudiantes como Fátima no pueden aprender y no deben someterse a pruebas. Discrepo enérgicamente. El Director McCollough, Fátima y su familia tampoco están de acuerdo. Bueno, tal vez sea cierto que a Fátima, como a la mayoría de nosotros, no siempre le guste tomar pruebas. Pero ella se da cuenta de por qué las pruebas son importantes. Debemos evaluar a todos los estudiantes—todos y cada uno de ellos—porque, si no, no serán contados. Si no, pueden pasar inadvertidos.

Se suman y se multiplican esas historias individuales. Se nota cuando una escuela va por buen camino. Por ejemplo, en Colorado, Bessemer Elementary atiende a estudiantes de una clase económica más baja. En los últimos tres años, el porcentaje de estudiantes que aprueban el Programa de Evaluación de Estudiantes de Colorado ha aumentado por siete veces en lectura y por treinta veces en escritura. El Distrito atribuye el mérito a Que Ningún Niño Se Quede Atrás.

Anderson Elementary en el estado de Nevada, hace pocos años registraba un rendimiento muy por debajo del nivel aceptable. Recientemente fue la primera escuela en zona de pobreza del condado de Washoe en recibir la distinción de alto rendimiento conforme a Que Ningún Niño Se Quede Atrás.

En Sioux Falls, Dakota del Sur, los estudiantes han elevado sus puntajes en los exámenes estandarizados en casi todas las materias, por hasta 10 puntos en el SAT10. Rick Melmer, el Secretario Estatal de Educación atribuyó la mejora a Que Ningún Niño Se Quede Atrás.

Con cada escuela, hay una historia detrás de otra historia. Los maestros están usando los datos para dirigir mejor los recursos. Cheryl Krehbiel, una maestra de cuarto grado en el estado cercano de Maryland, explicó: "NCLB nos llamó a hacer algo que jamás habíamos hecho antes: pensar en los estudiantes quienes anteriormente recibían una atención deficiente del sistema de escuelas públicas. Me apasionan estos estudiantes y también esta ley. Esta ley está teniendo un efecto positivo." Cheryl se encuentra con nosotros aquí hoy. Por favor póngase de pie, Cheryl. Gracias por su dedicación a los jóvenes de nuestro país.

Conforme a Que Ningún Niño Se Quede Atrás, los estudiantes que tienen dificultades reciben recursos adicionales para elevarlos al nivel que corresponde a su grado. La estrategia está funcionando. Por ejemplo, en Dakota del Sur, Alcester—Hudson Elementary School fue borrada de la lista de escuelas que necesitan mejoramiento. El coordinador de mejoramiento de la escuela dijo, "haber salido en la lista de escuelas necesitadas de mejoramiento fue de lo mejor que ha sucedido a nuestras escuelas." Actualmente, el 88 por ciento de los estudiantes de Alcester son competentes en lectura y el 85 por ciento en matemáticas, puntajes bastante más altos que los niveles estatales considerados competentes.

Más cerca de donde nosotros vivimos, el columnista del Washington Post William Raspberry reportó sobre un cambio similar en la mentalidad en Langley High School en el norte del estado de Virginia. Con antecedentes de altos puntajes en los exámenes entre sus estudiantes, los funcionarios de la escuela se extrañaron al encontrarse en la lista de escuelas que necesitan mejoramiento debido a un subgrupo—los estudiantes con necesidades especiales. Pero esta determinación resultó positiva e incluso el director estaba conforme. Él le dijo al Sr. Raspberry: "Estábamos molestos al ser identificados ... cuando bien sabíamos que hacemos un trabajo maravilloso. Pero hay que decir que al año siguiente, fuimos a remediar a más no poder la situación de esos estudiantes [con necesidades especiales]. Los maestros lo tomaron personalmente, [hicieron] mucho en su tiempo libre. Y ya no tenemos ningún subgrupo de rendimiento inferior a nivel competente."

Tales ejemplos son los componentes básicos del alto rendimiento en muchos estados. E indican el camino para aquellas escuelas que aún enfrentan tales dificultades. Esa es la perspectiva "micro". Se puede decir lo mismo al nivel "macro". Veamos algunos ejemplos de estados en forma global a modo de comparación:

En el estado de Nueva York, los funcionarios estatales de educación publicaron una lista de más de 1.000 escuelas que lograron hacer progresos considerables en los exámenes estatales de inglés y matemáticas, incluyendo en muchos vecindarios pobres.

En el estado de Delaware, los puntajes de los estudiantes en los exámenes de este año en lectura, escritura y matemáticas son los mejores en la historia del estado.

En Georgia, el 78 por ciento de las escuelas cumplieron con los objetivos estatales en los exámenes, en relación con el 64 por ciento el año pasado. Muchas de las escuelas que no alcanzaron los objetivos sólo fallaron en una materia. Y 26 escuelas fueron borradas de la lista de escuelas que necesitan mejoramiento. En Illinois, 100 escuelas mejoraron sus puntajes en un 7,5 por ciento entre 2002 y 2003, y en un 15 por ciento entre 2001 y 2003.

En Oregón, casi el 66 por ciento de las más de 1.100 escuelas cumplieron con los objetivos estatales de rendimiento académico. Las escuelas de alta pobreza (Título I) obtuvieron mejores resultados que otras escuelas.

Y la lista sigue así sucesivamente. A nivel nacional, se ha apreciado contundente evidencia de los efectos de la ley. Anteriormente, hice referencia a los puntajes estancados en lectura antes de que el Presidente asumiera su cargo. Gracias a Que Ningún Niño Se Quede Atrás, se ha terminado esa línea horizontal en el gráfico del progreso. Mientras que los puntajes en lectura de los estudiantes de cuarto grado entre 1992 y 2000 se mantuvieron al mismo nivel, ha habido un aumento en cinco puntos en los últimos tres años en el ámbito nacional. Examinando los datos más de cerca, se aprecian importantes movimientos: el porcentaje de estudiantes africano— americanos e hispanos de cuarto grado que dominan las bases de lectura y matemáticas aumentó en forma bastante más sustancial entre 2000 y 2003 que en los ocho años anteriores sumados. Como consecuencia, se está cerrando la brecha en el rendimiento.

Ha surgido mayor evidencia de un informe reciente sobre 61 distritos escolares urbanos. Los estudiantes en estos sistemas escolares más grandes mostraron un importante mejoramiento en lectura y matemáticas en el primer año de vigencia de Que Ningún Niño Se Quede Atrás. Y en las últimas semanas, mi Departamento ha recibido datos de varios estados que indican mejoramientos notables y rápidos.

EL FUTURO

Saben lo que esto significa para cada estudiante que salvamos—mayor atención, mayor capacidad, mayor confianza, mayor oportunidad, mayor crecimiento personal, mayor desarrollo intelectual y mayor competitividad con los estudiantes de este país y en el extranjero. De hecho, el resto del mundo nos está observando de cerca. Dirigentes de América Latina, Asia y Europa están observando nuestro progreso y tratando de encontrar sus propias maneras de educar a sus estudiantes para que ninguno de ellos tampoco se quede atrás.

He hablado hoy acerca del estado de nuestras escuelas. Tengo el orgullo de informarles que nuestras escuelas están mejorando, la educación en Estados Unidos está mejorando—y ello se debe a Qué Ningún Niño Se Quede Atrás y los maestros trabajadores y administradores en las escuelas de nuestro país. Debemos construir más sobre los sólidos cimientos de esta ley. Es por ese motivo que el Presidente Bush está apoyando nuevas iniciativas para mejorar la lectura, aumentar la capacitación laboral, incrementar el nivel de fondos para las universidades comunitarias, estabilizar la viabilidad fiscal a largo plazo de las universidades con tradición de asistencia principalmente de africano—americanos y alentar a las personas con más conocimientos y experiencia a incorporarse a la profesión de la docencia. La promulgación de Que Ningún Niño Se Quede Atrás fue un hito, un momento decisivo. Y sin embargo, en muchos sentidos, sólo es el comienzo.

Desde luego, aún queda mucho por hacer. Por ejemplo, tenemos que prepararnos para un influjo de estudiantes en el futuro. De aquí al año 2013, habrá dos millones de estudiantes del jardín infantil hasta el doceavo grado más que en el 2003. Muchos de estos estudiantes provendrán de familias desfavorecidas. Es necesario estar preparados para ayudarles. No podemos quedarnos satisfechos hasta que todos y cada uno de los estudiantes—todos sin excepción—reciban una educación de calidad. Les pido que se imaginen un futuro donde los norteamericanos estén mejor formados, con todos los beneficios que conllevan los logros educativos. Les pido que visualicen eso conmigo. Está en el horizonte. Podemos ir viéndolo hacerse realidad con cada nuevo dato que confirma el rumbo y el propósito de esta poderosa transformación de la educación.

Respeto las dificultades que enfrentan las escuelas al transformar nuestro sistema educativo. No es fácil. Pero para parafrasear las palabras de Frederick Douglass: nada que valga la pena se logra sin una lucha; cuanto más importante [es] la acción, mayor [es] la lucha.

Pero sé que podemos mejorar y mejoraremos enormemente la educación pública porque el Presidente y el Congreso tienen la voluntad de seguir resueltos. Sé que los educadores ya están comenzando a comprender mejor la ley y se dan cuenta de que la misma les aporta más recursos. Los padres están descubriendo que la ley les da poder, y cuanto más se informan sobre la ley, más les gusta. Los contribuyentes notan que la rendición de cuentas genera más a cambio del dinero. Los funcionarios de gobierno se percatan de que la reforma puede mejorar el empleo, ampliar la base impositiva, y disminuir los costos económicos de la sub—educación. Y las empresas saben que van a recibir la mano de obra calificada que necesitan para mantener nuestra economía a flote.

CONCLUSIÓN

Creo que muchos de nosotros vamos a recordar este período de tiempo como el "momento decisivo". Este es el tiempo cuando cambiamos nuestra mentalidad—dejamos de medir el éxito educativo por insumos—como en función del dinero gastado—y más bien comenzamos a analizar los resultados—medir si los estudiantes de hecho están aprendiendo.

Sí, ha habido una lucha. Cualquier transformación de un gran proyecto es difícil. Ha sido sumamente difícil resolver todos los ajustes necesarios para mejorar el sistema. Y nuestra labor queda muy lejos de terminarse.

Pero la lucha vale la pena. Casi cada semana visito una escuela. Y hablo con los estudiantes. Nuevamente, como ex maestro, no puedo mantenerme ajeno. Los problemas de adultos pueden resolverse en los salones de consejo, las conferencias y los corredores del poder. Pero la magia de la educación todavía radica en el salón de clase, donde un libro puede cambiar una vida o un maestro puede inspirar el amor por el aprendizaje.

Y les pido ver la reforma educativa a través de los ojos de un estudiante. Nuestros estudiantes ven un poderoso efecto positivo. Ven un ambiente de mayor inclusión en el que cada estudiante recibe respeto y consideración. Esto les transmite un mensaje cómodo de inclusión e interés; nos interesa lo suficiente como para incluirlos a todos. Reciben más atención de los maestros, lo cual es conveniente porque amplía su conciencia. Notan un paso acelerado en el aprendizaje, y hay mayor entusiasmo en el aula. Y aprenden las lecciones de la igualdad, la urbanidad, la tolerancia, porque ven tales ideas puestas en práctica por sus escuelas.

Podemos confiar en los años venideros. Se puede ver lo que se va perfilando en el horizonte. Tal vez tengamos lo que se ha denominado "una nostalgia por el futuro." Es un futuro de poderosa promesa, un sueño hecho realidad. Cada día nos acercamos más a lo mejor de la educación en Estados Unidos, desechando nuestras deficiencias y corrigiendo los problemas que vienen de mucho tiempo atrás. Cada día servimos mejor a nuestros hijos. Cada día, hacemos este país más fuerte, más noble y más sabio. Cada día, preparamos mejor a la próxima generación para el liderazgo y la responsabilidad. Cada día, damos un paso más hacia este futuro de excelencia e inclusión. Y lo estamos haciendo, juntos.

Gracias.


 
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Last Modified: 11/29/2004