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Oficina del Secretario de Prensa
23 de diciembre de 2008

Discurso Radial del Presidente a la Nación

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          Buenos Días.

          Esta semana, millones de estadounidenses se juntan con seres queridos para celebrar la Navidad.  Esta es una temporada de esperanza y de alegría.  Y es una ocasión para recordar un nacimiento humilde que ha dado forma al mundo durante más de dos mil años.

          Una de las cosas que hace que la Navidad sea especial es que nos permite detenernos y evaluar lo que realmente es valioso en nuestras vidas.   A medida que pasan los años, solemos olvidar los regalos y las fiestas, pero recordamos momentos especiales con familiares y amigos

          Este año, al pasar tiempo con sus seres queridos, espero que también tomen tiempo para recordar a los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas. Cada uno de ellos se ha ofrecido como voluntario para servir a nuestra nación.  Y con sus sacrificios increíbles, ellos conservan la paz y la libertad que celebramos durante esta temporada.

          Esta tradición de servicio es tan antigua como nuestra misma Nación. En 1776 parecía que la primera Navidad de Estados Unidos como una Nación independiente también podría ser su última.  Después de una serie de derrotas abrumadoras por los ingleses, el ejército de George Washington estaba exhausto y desalentado.  Con sus períodos de servicio a punto de caducar en apenas unas semanas, muchos soldados pensaban dejar el ejército.  Y parecía que sin un milagro la lucha por la libertad de los Estados Unidos estaba condenada a fallar.

          Ese milagro ocurrió la noche de Navidad de 1776.  El General Washington planeó un ataque sorpresa contra las fuerzas enemigas acampadas a orillas del río Delaware en Trenton, Nueva Jersey.  Bajo la cubierta de la oscuridad, él condujo a unos cuantos miles de soldados por encima de las aguas congeladas en medio de una nevada feroz.  La mayoría de los generales no hubieran tomado un riesgo igual.  Pero el compromiso de Washington y de sus hombres era absoluto.  Se lanzaron a la batalla con una contraseña valiente  - “la victoria o la muerte”.

          En cuestión de horas, la victoria fue suya.  La moral mejoró inmediatamente.  Y el pueblo estadounidense comenzó a creer que nuestra nación poseía la perseverancia y el valor para proteger nuestra libertad.  El cambio de situación que comenzó  esa noche terminó con el triunfo de Estados Unidos en la Revolución Americana – y el establecimiento permanente de una Nación libre.

          Han pasado 232 años desde que George Washington atravesó el río Delaware.  Pero en esta Navidad, su legado continúa vivo en los hombres y mujeres de las fuerzas armadas de Estados Unidos.  Algunos de ellos están pasando este feriado ayudando a defender democracias emergentes como Irak o Afganistán.  Algunos lo están pasando en tierras donde derrotamos a la tiranía hace mucho tiempo – tales como Alemania o Japón.  Y algunos lo están pasando dentro de  nuestras fronteras, en lugares como el Centro Médico Naval Nacional en Bethesda, o en Walter Reed.

          No importe donde estén, nuestros hombres y mujeres en uniforme y las familias que los apoyan, nos recuerdan una lección clara: defender la libertad es un trabajo a tiempo completo.  Nuestros enemigos no toman vacación.  Por lo tanto, los miembros de nuestras Fuerzas Armadas están listos para proteger nuestra libertad a cualquier hora.  Por su servicio, tienen el reconocimiento de una Nación agradecida – esta Navidad y para siempre.

          Gracias por escuchar.