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Estrategia de padrinazgo | ||||
Consistente en poner a una persona joven a hacer equipo con un voluntario que actúa como un modelo que lo apoya sin juzgarlo, la tutoría ha sido considerada por muchos como un excelente medio para proporcionar influencia adulta positiva al niño o adolescente que carece de la misma (Council 1996; Brewer et al. 1995). La evidencia ha mostrado que la tutoría puede aumentar significativamente la asistencia a clases y el rendimiento académico, reducir las conductas violentas, reducir la probabilidad de uso de drogas y mejorar las relaciones con padres y amigos (Sipe 1996). Además, el Consejo sobre el Delito en Estados Unidos (1997) identificó la tutoría como una de tres estrategias que se vinculan entre sí para la prevención del delito (las otras dos, vigilancia y pastoral1 , también proporcionan contacto con adultos).
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Prácticas óptima de intervenciones de tutoría | ||||
Muchos estados y ciudades, organizaciones comunitarias, fraternidades y clubes estudiantiles femeninos, asociaciones profesionales y escuelas se han embarcado en iniciativas de tutoría durante los últimos diez o veinte años. La información anecdótica de estos esfuerzos indica que la tutoría puede ser efectiva en la reducción de comportamientos negativos y factores de riesgo asociados. Sin embargo, la evaluación estructurada de la tutoría apenas se ha iniciado recientemente. Además, aunque la prevención de la violencia es uno de los muchos resultados positivos de las relaciones que se desarrollan a partir de la tutoría, pocas intervenciones se han centrado específicamente en ese resultado. Algunos investigadores señalan que todavía se está analizando información confiable acerca de cómo y por qué funciona la estrategia de la tutoría, pero ya ha se ha asomado un cierto sentido común sobre las prácticas óptimas tanto para los tutores como para los programas (Freedman 1993). Las prácticas que se exponen en esta sección han sido recogidas a partir de una extensa revisión bibliográfica y consulta con expertos en el campo de la prevención de la violencia juvenil. Identifique la
población que desea atender Tenga en cuenta que la tutoría puede no ser viable con niños y adolescentes en situaciones de alto riesgo, debido a que estos grupos por lo general requieren de esfuerzos que deben comenzar a muy temprana edad y extenderse por muchos años (Freedman 1993). Sopese los costos y beneficios de involucrar en programas de tutoría a niños y adolescentes con severos problemas emocionales o de conducta—como aquellos que han intentado suicidarse, usan drogas o están en posición de hacerse daño a sí mismos o hacérselo a otras personas—y determine si sería más adecuado utilizar otro tipo de intervención. Igualmente, debido a que el éxito de la tutoría depende de una relación a largo plazo, evite trabajar con jóvenes que hayan demostrado falta de compromiso.
Considere el
contexto cultural y demográfico
de los futuros participantes Seleccione un
entorno apropiado
Tutorías en la comunidad Public/Private Ventures (P/PV), empresa sin fines de lucro de Filadelfia, dedicada al desarrollo y evaluación de políticas sociales, llevó a cabo un estudio comparativo de 959 adolescentes entre los 10 y los 16 años que solicitaron los servicios de intervención de BB/BS en 1992 y 19932. La mitad de estos adolescentes fueron asignados al azar a un grupo de tratamiento, para el cual se hicieron o se intentó hacer los equipos regulares de BB/BS; la otra mitad fue asignada a listas de espera. En el grupo al que se asignaron los tutores, éstos se reunieron con sus tutoriados unas tres veces al mes por un promedio de 12 meses; cada sesión duró unas cuatro horas. Los grupos de tratamiento y de control fueron comparados después de 18 meses para determinar qué efecto había tenido la tutoría individual sobre los adolescentes y sus actividades antisociales, rendimiento académico, actitudes y comportamiento, relaciones con sus familias y amigos, concepto de sí mismos y enriquecimiento social y cultural. Los hallazgos del estudio, que se basaron en la información suministrada por los propios sujetos antes de comenzar la experiencia y entrevistas de seguimiento o en formularios de evaluación llenados por el personal de la institución, revelaron que el programa de BB/BS puede tener un efecto positivo. Los Hermanos Menores y Hermanas Menores, especialmente adolescentes pertenecientes a alguna minoría, mostraron menor propensión que los jóvenes del grupo de control a golpear a otras personas o a comenzar a usar drogas o alcohol. También asistieron más a la escuela, tuvieron un mejor rendimiento escolar y una mejor actitud, y sus relaciones con sus padres y otros individuos de su edad se hicieron mejores que las de los del grupo de control. No se observaron mejoras estadísticamente significativas en el concepto que tenían de sí mismos o en el número de actividades sociales y culturales en las que participaron (Furano et al. 1993; Roaf, Tierney y Hunte 1994; Morrow y Styles 1995; Tierney, Grossman y Resch 1996). Tutorías in situ Las intervenciones in situ tienen un lugar determinado donde se desarrollan todas las sesiones. La mayor parte de las iniciativas in situ se llevan a cabo en las escuelas, pero también pueden ejecutarse en lugares de trabajo, iglesias, centros comunitarios, reformatorios y viviendas de interés social. Las intervenciones de tutoría en grupos con actividades específicas—tales como proyectos académicos y prácticas de destrezas u oficios—son más comúnmente in situ (Sipe y Roder 1999).Tutorías en la escuela
Otro posible beneficio de los programas en la escuela es que reducirían el riesgo de falsas acusaciones de conductas impropias. Algunos tutores—sobre todo hombres—creen que estos programas son más seguros que las intervenciones en la comunidad debido a la cercana supervisión de maestros y administradores. Esta percepción de seguridad puede incrementar la disponibilidad de los tutores a trabajar con participantes del sexo opuesto: la flexibilidad puede permitir a las escuelas aumentar el número de estudiantes que asigna a los tutores (Herrera 1999). Una de las intervenciones en la escuela más conocidas es el Programa de Tutoría de Norwalk. Su objetivo es elevar la autoestima, actitud y asistencia a clases de estudiantes en situaciones de riesgo debido a problemas de conducta y bajo rendimiento académico. El responsable de la intervención es contratado por las escuelas públicas de Norwalk. Los directores, trabajadores sociales, asesores, maestros y enfermeros actúan como apoyo a los tutores dentro de la escuela, y un individuo—por ejemplo, el director o el trabajador social—maneja los detalles administrativos. Los tutores voluntarios son reclutados en las empresas e industrias locales, así como en organizaciones comunitarias como instituciones municipales, grupos eclesiásticos locales, asociaciones de profesores retirados, centros de graduados universitarios y fraternidades. Cada organización participante se encarga de designar a una persona como responsable del contacto entre el tutor y la escuela. Los tutores se reúnen con sus estudiantes en la escuela durante al menos una hora cada semana. Las actividades son variables y pueden incluir conversación, lecturas, juegos y participación en actividades recreativas. Con tutoriados de secundaria, las sesiones de tutoría generalmente se centran en las preferencias de carrera del participante, y los encuentros pueden ocurrir en el lugar de trabajo del tutor. A los tutores se les anima a mantener el contacto con los estudiantes durante el verano. Los padres y representantes son invitados a una serie de almuerzos y talleres vespertinos en la escuela. Cada estudiante que termina la secundaria recibe una beca para continuar sus estudios, y éstas son aportadas por las empresas a través del Fondo de Becas para las Tutorías de Norwalk. Evaluaciones realizadas por tutores y profesores después de los primeros cinco años de tutoría indican que los estudiantes se benefician del programa de Norwalk. Como resultado de las relaciones tutoriales, 87%de los estudiantes mejoró su asistencia a clases, 92% incrementó su confianza en sí mismos y 96% mostró mayor cooperación en clase. Casi todos los tutores (96%) describieron su relación con los estudiantes como excelente o buena. Más de 90% de los tutores y estudiantes continúa sus relaciones durante los años de primaria y secundaria (Weinberger 1992a; 1992b). La intervención, que en 1992 contaba con más de 800 tutores, ganó en 1993 el Premio Presidencial a la Acción Voluntaria y ha sido imitada en muchas otras ciudades de Estados Unidos y Canadá. Tutorías en las instituciones Haga
participar a los padres y la comunidad La función de los padres El apoyo de la comunidad El Proyecto RAISE (siglas de Raising Ambition Instills Self-Esteem, es decir, Estimular las Ambiciones Inculca Autoestima ), uno de los cuatro componentes de la Alianza de Tutoría de Baltimore (BMP), es un buen ejemplo de un programa cuyas bases descansan sobre el apoyo de la comunidad. Iglesias, universidades, empresas y fraternidades se unen para patrocinar las intervenciones del RAISE por siete años. Reclutan tutores entre sus filas y proporcionan otras cuantas actividades a lo largo de la intervención. La meta del Proyecto RAISE es reducir la tasa de deserción escolar y mejorar las oportunidades de vida de los estudiantes de las escuelas públicas de las zonas desfavorecidas a través del mejoramiento de la autoestima de los estudiantes, de su conducta en la escuela y su rendimiento, reduciendo las conductas de alto riesgo como el abuso de sustancias y el embarazo precoz, aumentando el número de graduados y fomentando la inclinación a seguir estudiando o capacitándose (Freedman 1993; NIJ 1994). Las evaluaciones del Proyecto RAISE han arrojado resultados mixtos. Según el BMP, el número de estudiantes del RAISE que se gradúan casi duplica el de estudiantes de escuelas similares que no participaron en la intervención (NMP 2000). Una evaluación independiente realizada al Proyecto RAISE, que utilizó grupos de comparación y tests estadísticos, encontró algunos resultados positivos después de dos años de aplicación: la intervención mejoró la asistencia a clases y las calificaciones en inglés. Sin embargo, la mayoría de los participantes siguió estando por muy debajo del rendimiento académico promedio en general y corrían el riesgo de abandonar sus estudios. Además, los índices de promoción y las puntuaciones de los tests estandarizados de estudiantes de los grados intermedios no se vieron alterados. Los efectos, aunque considerables, no fueron suficientes para neutralizar los riesgos académicos exhibidos por los estudiantes al comenzar la intervención (McPartland y Nettles 1991). Los investigadores se percataron de que el modelo del RAISE tenía una probabilidad mucho mayor de producir efectos positivos cuando se aplicaba masivamente la tutoría individual. El éxito del programa también fue afectado por variaciones tales como la forma en que las organizaciones patrocinadoras aplicaban el modelo y el tamaño y composición del grupo de estudiantes con el que se trabajaba (McPartland y Nettles 1991). Establezca
metas y objetivos claros para los resultados
y ejecución de la intervención Metas de la intervención Metas individuales
Seleccione su
intervención y diseñe actividades
apropiadas
Tenga presentes los siguientes consejos cuando planifique sus actividades (Freedman 1993; Sipe 1996):
Modalidad de la intervención La tutoría también puede realizarse en grupo. Esta modalidad asigna un tutor a un grupo de jóvenes. Los grupos normalmente incluyen unos cuatro o cinco niños, pero pueden oscilar entre 2 y 30 ó 40 niños. Algunos programas para grupos ponen juntos a dos o más tutores con un grupo de participantes. Asignar varios tutores a un grupo tiene varias ventajas. Reduce la proporción de tutoriados por tutor, lo que permite una mayor atención de cada tutor a los tutoriados. También permite que los programas de tutoría lleguen a un mayor número de jóvenes y reduce los problemas que surgen cuando un tutor no puede asistir a una sesión: si un tutor no puede asistir, los tutoriados aún pueden reunirse con el otro tutor (o los otros tutores). Sin embargo, se ha hecho poca investigación sobre los programas para grupos, de modo que ignoramos si la modalidad produce relaciones efectivas o si los niños obtienen el mismo beneficio de la modalidad grupal que de un programa individual (Sipe y Roder 1999). La experiencia de los demás Seleccione
personal apropiado para su
intervención Reclutamiento del personal Decida dónde buscar posible personal y voluntarios. Las calificaciones requeridas y las actividades de intervención le ayudarán a determinar dónde encontrar el mejor conjunto de candidatos. Las siguientes ideas pueden ayudarlo a localizar a los mejores (NWREL 1998; Sipe 1996; Departamento de Educación de Estados Unidos 1996):
Puede trabajar también con organizaciones como la Asociación Americana de Retirados (AARP), United Way y la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP) para localizar personal. Esta estrategia puede ayudar a reclutar una población a la que, de otra manera, se le habría limitado el acceso. También permite ahorrar recursos que pueden utilizarse en una selección más meticulosa (Sipe 1996). Compromiso corporativo Un estudio realizado en Carolina del Norte examinó la efectividad del proyecto Apoyando a los Adolescentes con Consejos y Empleo (SAGE), un programa para la comunidad que combina varios componentes diseñados para prevenir la violencia y otras conductas de alto riesgo entre muchachos estadounidenses de origen africano. El SAGE incluyó un programa de ocho meses de African American Rites of Passage (ROP), desarrollado por la Cadena de Profesionales y Empresarios de Durham y el Departamento Municipal de Salud de Durham; una experiencia de empleo de verano de seis semanas, patrocinada por la Oficina de Empleo y Capacitación de la Ciudad de Durham; y una experiencia empresarial de 12 semanas al estilo de Junior Achievement (JA), dirigida por 16 empresarios de Durham. La tutoría realizada por empresarios y profesionales de origen africano fue un elemento fundamental en el programa de ROP, que también abarcó lecciones sobre la cultura e historia de la comunidad estadounidense de color, la edad adulta y la habilidad de resolver conflictos (Ringwalt et al. 1996). Resultados de la evaluación del programa SAGE sugieren que éste puede tener un efecto positivo sobre los comportamientos considerados violentos y otros factores de riesgo relacionados con la salud. Informes de los propios sujetos del estudio, 18 meses después de la intervención, indicaron que en los participantes del SAGE era menos frecuente portar armas y vender drogas ilegales que en los miembros del segundo grupo de estudio (que sólo recibieron empleo de verano y el programa de JA) o el grupo de control. Los participantes del SAGE también experimentaron una reducción en los hábitos de beber excesivamente y de usar armas contra otras personas. En los 30 meses de seguimiento disminuyeron los efectos positivos, como es típico en las intervenciones de prevención. Los autores destacan que los resultados del estudio son limitados, ya que no se observaron niveles estadísticamente significativos en los descensos de la violencia y otras conductas de riesgo (Flewelling et al. 1999). Career Beginnings es otro programa que involucra a las empresas. Es una iniciativa académico-laboral de múltiples facetas, dirigida a los estudiantes socialmente desfavorecidos de todos los años de secundaria que tienen calificaciones e índices de asistencia dentro del promedio y han demostrado motivación y compromiso. Los tutores apoyan a los estudiantes en la exploración de sus opciones universitarias y profesionales a través de talleres educativos, capacitación en carreras específicas y experiencias laborales de calidad durante el verano. Igualmente, guían a los estudiantes en el proceso de admisión en las universidades o durante el proceso de búsqueda de un empleo de tiempo completo. Una evaluación realizada a Career Beginnings en 1990 comparó a los jóvenes que respondieron las entrevistas de seguimiento uno o dos años después de la asignación al grupo de intervención o al de control.3 Los evaluadores encontraron que los participantes de Career Beginnings tuvieron un índice levemente más alto de asistencia que los del grupo de control. Los participantes de la intervención también mostraron niveles más altos de inscripción en la universidad y aspiraciones educativas más elevadas que los que no participaron y recibieron similar educación y servicios relacionados con el trabajo (Cave y Quint 1990; Departamento de Educación de Estados Unidos 1993). Personas de la tercera edad como
tutores Across Ages es un programa en el que se conforman equipos con personas de alto riesgo y tutores de la tercera edad. Es financiado por el Centro para la Prevención del Uso Indebido de Sustancias de la Dirección de Servicios de Salud Mental y Uso Indebido de Sustancias y coordinado por el Centro para el Aprendizaje Intergeneracional de la Temple University. Aunque originalmente fue diseñado como una intervención en la escuela que pretendía prevenir el uso de drogas, el programa se ha expandido para abarcar una mayor variedad de factores de riesgo. Una evaluación de tres años que se hizo a Across Ages reveló que los programas de instrucción en el aula y los talleres con padres son más efectivos en la prevención del uso de las drogas cuando se combinan con tutoría intergeneracional que cuando se les ejecuta solos. Aunque después de la intervención tanto el grupo tutoriado como el no tutoriado se mostraron mejor preparados para responder apropiadamente a los ofrecimientos de drogas o alcohol provenientes de personas de su misma edad, los estudiantes del grupo de Across Ages tuvieron también un mayor sentido de su propia dignidad y bienestar y fue menos frecuente el sentimiento de tristeza y soledad (LoSciuto et al. 1996; Taylor et al. 1999). Debido a su promesa de reducir los factores de riesgo y promover los factores de protección, Across Ages ha sido seleccionada por el Centro para la Prevención del Uso Indebido de Sustancias como un modelo que debe emularse en varios sitios de Estados Unidos. Linking Lifetimes es otro programa de tutoría intergeneracional desarrollado por el Centro para el Aprendizaje Intergeneracional de la Temple University. Un estudio dirigido por Styles y Morrow en 1992 examinó las relaciones que surgían entre los jóvenes y sus tutores en cuatro sitios de demostración de Linking Lifetimes. Los tutoriados del programa eran delincuentes juveniles, madres adolescentes y jóvenes que vivían en vecindarios de alto riesgo, y sus edades oscilaban entre los 12 y los 17 años; los tutores eran personas de 55 y más años. De los 26 equipos estudiados, 17 se mostraron satisfechos con sus relaciones. Específicamente, los miembros de los equipos satisfechos indicaron que tenían sentimientos de apego, cariño y rasgos comunes con el otro. Se sentían comprometidos con la relación y querían que ésta continuara. Además, los jóvenes satisfechos expresaron que sentían a sus tutores como una fuente de apoyo. Los tutores satisfechos se sentían apreciados o creían que habían significado una diferencia en la vida de los jóvenes. No queda claro en el estudio, sin embargo, si el programa de Linking Lifetimes tuvo algún efecto sobre la conducta y actitudes de los jóvenes. Criterios para el personal y los
tutores Aunque, como se verá más adelante, deben aplicarse criterios especiales a los tutores, todos los miembros del personal, tanto voluntario como contratado, debe tener las siguientes cualidades:
Seleccionar a los tutores requiere de mucha deliberación; ser demasiado indulgente en su proceso de selección puede traer graves consecuencias. Escriba claramente los criterios de elegibilidad que permitan al personal a escoger sabia y objetivamente. Por sobre todas las cosas, cerciórese de que no hay nada en el pasado o el carácter de un individuo que descalifique para la tutoría. La luz roja se encenderá cuando haya:
Considere también los aspectos prácticos del carácter del potencial tutor, como:
Selección de los tutores Capacite al personal
y a los tutores La capacitación del personal Capacitación de los tutores
Proporcione a los tutores un manual de entrenamiento con un resumen del material cubierto durante la capacitación; recursos adicionales como una lista de personas a quienes recurrir en caso de situaciones difíciles (encargados de caso o directores de programa), ysugerencias sobre actividades (por ejemplo, catálogos de eventos y excursiones). Incluya también parámetros para el comportamiento del tutor; procedimientos para manejar situaciones de emergencia (lesiones, por ejemplo), y políticas de confidencialidad y responsabilidad, las cuales deben abarcar directrices acerca de cómo reportar abusos físicos y sexuales y otras situaciones que amenacen la vida. Planifique sesiones complementarias de capacitación a lo largo de la intervención y ofrezca formación más avanzada a los tutores a medida que los tutoriados vayan avanzando en las diferentes etapas de desarrollo (por ejemplo, cuando los tutoriados ingresan a la escuela secundaria). Recursos para la capacitación Reclutar a los
participantes Algunas veces serán ellos quienes vengan a usted. El programa de Hermanos Mayores/Hermanas Mayores, por ejemplo, tiene una lista de espera y no necesita ir a reclutar. La mayor parte de los programas exigen que el aspirante haya sido referido por profesores o asesores, organizaciones comunitarias de atención infantil, profesionales del servicio social, autoridades locales en asuntos familiares o el sistema de justicia penal. También se le puede pedir a los padres —de viva voz o a través de una campaña de comunicación organizada— que inscriban a sus hijos en el programa. Sin embargo, no es suficiente encontrar niños y adolescentes con problemas. Hay que asegurarse de que los jóvenes van a comprometerse con el programa. Cerciórese de que los participantes entienden lo que se esperará de ellos. Asegúrese también de que los padres entienden en qué estarán involucrados sus hijos y busque que apoyen su participación. Puede suministrarse esta información mediante:
Haga énfasis en las oportunidades de nuevas y excitantes experiencias que ofrece la tutoría. Proporcionar incentivos Concéntrese en lo positivo Ejecute su
intervención En primer lugar, tanto la cantidad como la calidad del tiempo son importantes. La interacción entre los tutores y los tutoriados debe ocurrir con la frecuencia suficiente para que se forme la relación. Los tutores, además, deben estar atentos a los tutoriados durante todos sus encuentros, de manera que éstos se sientan cuidados y comprendidos. Segundo, las sesiones deben tener lugar regular y puntualmente. Seguir un itinerario puede ayudar a los tutores a mejorar su índice de asistencia (Tierney y Branch 1992) y da a los jóvenes algo por lo cual estar a la expectativa. Apegarse a un itinerario ayuda a elevar la confianza entre el tutor y el tutoriado. Este punto es extremadamente importante porque cuando un tutor falta a una reunión, el tutoriado puede sentirse frustrado, molesto o decepcionado (NMWG 1991). En una persona que está en riesgo por problemas académicos, uso de drogas o comportamiento violento, estos sentimientos pueden ser altamente destructivos. Finalmente, las sesiones deben ser frente a frente siempre que sea posible. Este tipo de interacción no sólo promueve la cercanía, sino que además permite a los tutores percatarse de importantes detalles sobre sus tutoriados, tales como lenguaje corporal, signos de maltrato físico o aspectos de la conducta y la apariencia que pudieran ser motivo de preocupación (por ejemplo, síntomas de depresión, tatuajes al estilo de las bandas, evidencias de peleas). Cuando las circunstancias impidan la realización de reuniones cara a cara, los tutores deben llamar por teléfono o escribir a sus tutoriados en vez de dejar pasar días sin que haya interacción. Por ejemplo, un tutor de un programa intergeneracional escribió cartas a su tutoriado mientras el joven se encontraba en un programa de tratamiento contra las drogas (Styles y Morrow 1992). Apareando padrinos con apadrinados
una tutores con tutoriados Intereses comunes Las relaciones en las que tanto el tutor como el tutoriado están de acuerdo en cuanto al tipo de actividades en las que desean participar tienden a ser más satisfactorias para ambos miembros del equipo (Sipe 1996) Género y raza Los programas de Hermanos Mayores/Hermanas Mayores han tomado en cuenta la raza al asignar tutores a sus participantes. Han puesto en marcha una campaña especial llamada "Pass It On" (Pásalo) para reclutar hombres estadounidenses de origen africano. La campaña se basa en la creencia de que en equipos de la misma raza los Hermanos Menores se identifican mejor con sus tutores (Milloy 1997). El Programa de Tutoría Juvenil (JUMP), financiado por la Oficina de Justicia Juvenil y Prevención de la Delincuencia (OJJDP) del Departamento de Justicia, toma en cuenta el género cuando conforma sus equipos. Los profesionales encargados del JUMP tratan de juntar tutores con tutoriados del mismo género. De hecho, casi todos los tutores masculinos son asignados a participantes masculinos. Sin embargo, en casi 20 por ciento de los casos, los varones hacen equipo con una tutora. Estos casos surgen porque existen más voluntarias que voluntarios en el programa JUMP. Aunque las instituciones no utilizan la raza o el origen étnico como criterio para hacer asignaciones, en casi dos tercios de los equipos del JUMP ambos miembros provienen del mismo grupo racial o étnico. Actualmente se está llevando a cabo una evaluación a gran escala de las intervenciones del JUMP. Sin embargo, una evaluación preliminar basada en la retroalimentación proporcionada por los beneficiados ha mostrado que, en su mayoría, tanto los tutores como los participantes se sienten satisfechos con sus relaciones. Además, tanto los tutores como los participantes creen que sus relaciones han favorecido, al menos un poco, el rendimiento académico y la asistencia a clases, la prevención del uso de las drogas y el alcohol; han evitado el inicio de peleas y la pertenencia a bandas, y ha mejorado las relaciones con la familia y otros individuos de la misma edad. Poco más de la mitad de los jóvenes cree que la tutoría los ayudará mucho en estas áreas de riesgo; poco más de un tercio de los tutores cree que sus esfuerzos tienen muchos beneficios (OJJDP 1998). Antecedentes culturales y
económicos Proximidad geográfica e itinerarios
compatibles Asignación natural y aleatoria Haga coincidir la frecuencia,
intensidad y duración de la intervención
con las necesidades del participante Algunos programas de tutoría exigen que los tutores se comprometan en relaciones mucho más duraderas. El programa Amigo de los Niños, de Portland, Oregon, hace equipos con niños de alto riesgo y "amigos" contratados a tiempo completo que se comprometen en relaciones que se mantienen durante todos los años que el niño pasa en la escuela. Los candidatos deben ser capaces de reunirse con los niños constantemente por muchos años y deben estar graduados y tener experiencia en trabajo con niños. Cada candidato pasa un pormenorizado examen de sus antecedentes antes de ser asignado, según su género, a un máximo de ocho niños. Ser uno de estos "amigos" se considera una carrera. Todos los amigos reciben beneficios que incluyen seguro y plan de retiro 401(k), y una modesta cuenta de gastos mensuales (Hallman 1999). Los amigos pasan con sus niños al menos cuatro horas a la semana. Las actividades abarcan desde hacer la tarea hasta ir al parque o compartir sueños e ideas, pero el objetivo general de estas actividades es el mismo para todos los equipos: enseñarles a los niños destrezas de resolución de problemas y de conflictos, honestidad, respeto por sí mismos y por los demás, amor al trabajo y responsabilidad (Friends1999a, 1999b). Amigos de los Niños está en su séptimo año de actividades, de manera que todavía hay que esperar los resultados finales por unos cuantos años más. Sin embargo, el Laboratorio Educativo de la Región Noroccidental ha llevado a cabo una evaluación preliminar del programa, y los resultados son halagadores. La evaluación halló que los amigos o tutores pueden contribuir a la elevación de la autoestima, actitudes más positivas y mejores destrezas comunicativas. Además, la mayoría de los participantes mejoró su rendimiento académico. De hecho, sólo dos por ciento de los participantes no aprobó el curso escolar. El programa Amigos de los Niños también evitó que hubiera contacto con el sistema de justicia juvenil, y la mayoría evitó el uso de drogas y de alcohol (Hallman1999; Woo 1999). Supervise y apoye a los tutores En las intervenciones en las que el personal contacta a los tutores regularmente se reportan grupos de tutoría de mayor calidad (Sipe1996). La mayoría de los programas contactan a los tutores por teléfono una vez al mes (Sipe y Roder 1999). Algunos programas instituyen reuniones de apoyo mensuales o bimensuales entre los tutores y el personal, durante las cuales los tutores pueden expresar sus preocupaciones, frustraciones y dificultades. Otros programas organizan eventos como picnics, fiestas y conferencias, donde los tutores reciben regalos y reconocimientos por trabajos bien hechos y comparten historias de experiencias exitosas que ilustran la diferencia que ha significado los tutores en la vida de los jóvenes (Herrera 1999). Cuando se está planificando una intervención, debe desarrollarse una infraestructura para dar este apoyo a los tutores. En el estudio de Sipe y Roder (1999), la media de tutores por miembros del personal fue de 20 a uno. Si la mayor parte de los tutores de su intervención tienen poca experiencia, puede necesitar un personal de apoyo más numeroso (NWREL 1998). Estimule la participación continua
Vigile el progreso y
la calidad de la ejecución
Si se percata de que un tutor o uno de los jóvenes está faltando frecuentemente a las reuniones, entrevístese con esta persona para ver si tiene problemas de transporte o conflictos de horario. Si un grupo no está funcionando, aún luego de un esfuerzo considerable por parte del tutor y del personal, trate de reasignar a ambos miembros del equipo (Departamento de Educación de Estados Unidos 1996). Evalúe resultados Otra meta típica de la tutoría es prevenir o revertir algún tipo de comportamiento negativo, tal como la violencia, el uso de drogas o rendimiento académico deficiente. Pida a los padres y profesores que evalúen los cambios que se han visto en la conducta de los tutoriados. Puede pedir a los propios jóvenes que identifiquen cualquier cambio que hayan observado en su manera de pensar o de actuar. Otra forma de verificar el efecto de su intervención es evaluar el índice de deserción y revisar los registros de amonestaciones y suspensiones de la escuela con el fin de determinar si las acciones disciplinarias han decrecido durante la intervención. Recuerde comparar las conductas, actitudes y rendimiento académico de los jóvenes que participan en la intervención de tutoría con los de los jóvenes que no participaron (por ejemplo, un grupo de control) para determinar cuán significativo ha sido el cambio. Si, por ejemplo, todos los estudiantes de los primeros años de secundaria mejoraron su rendimiento y redujeron su conducta delictiva durante el período de la intervención, no se puede interpretar todavía que la tutoría es responsable de tales cambios en los participantes. Los cambios pueden haber ocurrido sin que se realizara la intervención. Por otra parte, podría descubrirse que, aunque las conductas agresivas persistieron en los participantes, la agresión se incrementó entre los jóvenes que no tomaron parte en la tutoría. Sin un grupo de comparación, no podría reconocerse cuán significativo puede ser un índice estable. Mantener los
resultados después de la intervención Es útil vincular a los jóvenes con otros servicios y actividades comunitarios, como los niños exploradores y grupos escolares o eclesiásticos que llenen el vacío que deja el final de su relación de tutoría. Debe procurárseles asistencia a los jóvenes que tiene dificultades con la transición (NMWG 1991). Como algunos equipos desearán mantener su relación de alguna manera después de que la intervención haya finalizado, los profesionales a cargo de la intervención debe poner en práctica alguna política para contactos futuros. Cerciórese de que los tutores entienden la responsabilidad que asumen si continúan el contacto fuera de los auspicios de la intervención. Vincule la tutoría con otras estrategias El programa Niños en Riesgo (CAR) es un esfuerzo de prevención del uso de drogas y la delincuencia que combina estrategias para ofrecer servicios integrales a adolescentes en riesgo. Los servicios incluyen la asignación de responsables de casos a las familias participantes, instrucción y otras actividades educativas y cooperación policial para reducir el delito en la comunidad. Aproximadamente la mitad de los jóvenes que participan en el programa participa en tutorías. Resultados preliminares de una evaluación mostraron que, comparados con el grupo de control, los participantes del CAR tuvieron casi la mitad del número de contactos con la policía y bastante menos de la mitad de comparecencias ante tribunales de menores. Un mayor porcentaje de participantes avanzó al siguiente grado escolar y tuvo un menor índice de inasistencia escolar crónica. Actualmente se realiza un estudio de control de casos a gran escala en vecindarios de alto riesgo en cinco ciudades del país para determinar el efecto de la tutoría, así como la asistencia profesional intensiva a diferentes casos, servicios familiares e incentivos educativos (Harrell 1996). Resumen En primer lugar, debemos desarrollar formas más efectivas de reclutar y seleccionar tutores. El programa de tutoría más grande, Hermanos Mayores/Hermanas Mayores, apoya a 75.000 equipos en todo el país, pero casi el mismo número de jóvenes está a la espera de un tutor. Menos de la mitad de los adultos que solicitaron información sobre el voluntariado durante un estudio de Hermanos Mayores/Hermanas. Mayores solicitó ser tutor. De éstos, sólo cerca de un tercio completó exitosamente los procesos de selección y asignación; para algunos, el proceso tomó meses. Además, las iniciativas de tutoría tradicionalmente se han dirigido a niños en los años iniciales e intermedios de la adolescencia. Debemos determinar cómo diseñar programas de tutoría efectiva para adolescentes y también para niños en la etapa previa a la adolescencia. Finalmente, existe poco consenso en cuanto a los recursos financieros necesarios para planificar y llevar a cabo una intervención de tutoría. En el programa de Hermanos Mayores/Hermanas Mayores se calcula que cuesta mil dólares al año apoyar a un equipo de tutor y tutoriado. Sin embargo este costo no es representativo de todos los programas: los investigadores sospechan que es menor. Con el fin de ayudar a las comunidades a evaluar la posibilidad de realizar una tutoría, debemos encontrar una forma de calcular adecuadamente los costos de diseño, apoyo y evaluación de tal intervención.
1El monitoreo ofrece supervisión adulta dentro de las comunidades a jóvenes que han tenido problemas con la ley. La estrategia pastoral, que se realiza a través de las iglesias, moviliza y capacita a adultos diligentes para asumir la responsabilidad del bienestar de los niños en sus vecindarios. 2El estudio fue financiado por Pew Charitable Trusts, The Commonwealth Fund, The Lilly Endowment y un patrocinador anónimo. 3Aunque los jóvenes del grupo de control no participaron en Career Beginnings, podían recibir otros servicios en sus escuelas y comunidades.
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