|
|
|
|
|
Información
Ultimas Noticias
Otros Recursos
|
|
|
|
Irak será trascendental en la revolución democrática mundial
Servicio noticioso desde Washington
10 de Noviembre del 2003
(Bush plantea su visión sobre el futuro de la libertad)
(comienza la transcripción)
Washington -- La democracia en Oriente Medio será el foco de la
política exterior de Estados Unidos durante décadas por venir, dijo el
presidente, y el "el establecimiento de un Irak libre en el corazón de
Oriente Medio será un acontecimiento trascendental en la revolución
democrática mundial".
Bush planteó su perspectiva sobre la democracia en Oriente Medio en un
discurso que pronunció el 6 de noviembre en Washington en
conmemoración del 20mo. aniversario de la Fundación Nacional pro
Democracia.
El presidente dijo que el Islam, credo de una quinta parte de la
humanidad, es compatible con el gobierno democrático, y que la
democracia triunfa en numerosos países predominantemente musulmanes a
causa de la fe, y no a pesar de ella. Citó como ejemplos a Turquía,
Indonesia, Senegal, Albania, Níger y Sierra Leona destacó que los
musulmanes son buenos ciudadanos en la India, Sudáfrica, Estados
Unidos y en Europa Occidental.
"Más de la mitad de todos los musulmanes del mundo viven en libertad y
bajo gobiernos constituidos democráticamente. Tuvieron éxito como
sociedades democráticas, no a pesar de su credo, sino a causa de ello.
Una religión que exige responsabilidad moral individual, y estimula el
encuentro del individuo con Dios, es plenamente compatible con los
derechos y responsabilidades del gobierno propio", dijo Bush.
A continuación una traducción extraoficial del discurso, tal cual fue
preparado para su difusión:
(comienza el texto)
LA CASA BLANCA
Oficina del Secretario de Prensa
6 de noviembre de 2003
PALABRAS DEL PRESIDENTE EN EL 20mo. ANIVERSARIO DE LA FUNDACION
NACIONAL POR LA DEMOCRACIA
Cámara de Comercio de Estados Unidos
Washington, D.C.
EL PRESIDENTE: Muchas gracias a todos. Por favor, tomen asiento.
Gracias por la cálida bienvenida, y gracias por invitarme a unirme a
ustedes en este 20mo. aniversario de la Fundación Nacional por la
Democracia. El personal y los directores de esta organización son
testigos de una buena cantidad de historia en las últimas dos décadas,
ustedes han sido parte de esa historia. Al hablar por la libertad y
tomar partido por ella, ustedes han acrecentado las esperanzas de
gentes de todo el mundo, y le han hecho un gran honor a Norteamérica.
Le agradezco a Vin su breve presentación. Soy una persona a la que le
gustan las presentaciones breves. Y él no me defraudó. Pero, lo que es
más importante, agradezco la invitación. Les agradezco a los miembros
del Congreso que están aquí, a los senadores de ambos partidos
políticos, a los miembros de la Cámara de Representantes de ambos
partidos políticos. Les agradezco a los embajadores que están aquí.
Les agradezco a los invitados que han venido. Agradezco el espíritu
bipartidista, el espíritu no partidista de la Fundación Nacional por
la Democracia. Me complace que republicanos, demócratas e
independientes trabajen juntos para adelantar la libertad humana.
Las raíces de nuestra democracia pueden remontarse a Inglaterra y a su
parlamento, y también lo pueden hacer así las raíces de esta
organización. En junio de 1982 el presidente Ronald Reagan habló en el
Palacio de Westminster y declaró que la historia había llegado al
punto crucial. Argumentó que el comunismo soviético había fracasado,
precisamente debido a que no respetó a su propio pueblo, su
creatividad, su genio y sus derechos.
Dijo el presidente Reagan que el momento de la tiranía soviética
estaba pasando, que la libertad tenía un impulso que no podía ser
detenido. Le dio a esta organización su mandato: incrementar el
impulso de la libertad en todo el mundo. El mandato de ustedes fue
importante hace 20 años; hoy es igualmente importante.
Algunos críticos dejaron de lado ese discurso del presidente. De
acuerdo con un editorial de la época, "Parece difícil ser un europeo
refinado y, también, un admirador de Ronald Reagan". Algunos
observadores de ambos lados del Atlántico declararon el discurso
simplista e ingenuo, y hasta peligroso. De hecho, las palabras de
Ronald Reagan fueron valientes y optimistas y totalmente correctas.
El gran movimiento democrático que el presidente Reagan describió ya
estaba bien en marcha. A principios de la década de los 70, había en
el mundo alrededor de 40 democracias. A mediados de esa década,
Portugal, España y Grecia celebraron elecciones libres. Pronto hubo
nuevas democracias en América Latina, y las instituciones libres se
propagaban en Corea, en Taiwán y en el Asia Oriental. En esta misma
semana, en 1989, hubo protestas en Berlín Oriental y en Leipzig. Para
fines de ese año, todas las dictaduras comunistas de América Central
se habían desplomado. En el curso del otro año, el gobierno
sudafricano liberó a Nelson Mandela. Cuatro años después, fue elegido
presidente de su país, pasando, como Walesa y Havel, de prisionero del
estado a jefe del estado.
Al terminar el siglo XX, había en el mundo alrededor de 120
democracias -- y puedo asegurarles a ustedes que hay más en camino.
Ronald Regan se sentiría complacido, y no se sentiría sorprendido.
Hemos sido testigos, en poco más de una generación, del más rápido
avance de la libertad en la historia de 2.500 años de la democracia.
Los historiadores del futuro ofrecerán sus propias explicaciones de
por qué ocurrió esto. Pero ya conocemos algunas de las razones que
citarán. No es por accidente que la aparición de tantas democracias
haya tenido lugar en un momento en que la nación más influyente del
mundo era ella misma una democracia.
Estados Unidos contrajo compromisos militares y morales en Europa y
Asia, los cuales protegieron de la agresión a naciones libres y
crearon las condiciones en que las nuevas democracias podían
prosperar. Mientras les dimos seguridad a naciones enteras, también
les dimos inspiración a los pueblos oprimidos. En campos de
prisioneros, en reuniones de sindicatos obreros prohibidos, en
iglesias clandestinas, hombres y mujeres sabían que no todo el mundo
compartía su propia pesadilla. Sabían de por lo menos un lugar -- una
tierra luminosa y esperanzada -- donde la libertad era valorada y
asegurada. Y oraron para que Norteamérica no los olvidara ni olvidara
su misión de promover la libertad en todo el mundo.
Los historiadores observarán que en muchas naciones el avance de los
mercados y la libre empresa ayudó a crear una clase media que se
sentía lo bastante confiada como para exigir sus propios derechos.
Pondrán de relieve el papel de la tecnología al frustrar la censura y
el control central, y los maravillará el poder que tienen las
comunicaciones instantáneas para difundir la verdad, las noticias y el
valor a través de las fronteras.
Los historiadores del futuro reflexionarán acerca de un hecho
extraordinario, innegable: con el correr del tiempo, las naciones
libres se volvieron más fuertes y las dictaduras se volvieron más
débiles. A mediados del siglo XX, algunos imaginaban que la
planificación central y la regimentación social eran un atajo al
poderío nacional. De hecho, la prosperidad, la vitalidad social y el
progreso tecnológico de un pueblo están determinados directamente por
la extensión de su libertad. La libertad rinde honores a la
creatividad humana y la desata, y la creatividad determina la fuerza y
la riqueza de las naciones. La libertad es a la vez el plan divino
para la humanidad y la mejor esperanza de progreso aquí en la tierra.
El avance de la libertad es una tendencia poderosa. Pero sabemos
también que la libertad, si no se la defiende, puede perderse. El
éxito de la libertad no lo determina alguna dialéctica de la historia.
Por definición, el éxito de la libertad depende de las opciones y el
valor de los pueblos libres, y de su voluntad de sacrificio. En las
trincheras de la Primera Guerra Mundial, durante una guerra en dos
frentes en la década de los 40, en las difíciles batallas de Corea y
Vietnam, y en misiones de rescate y liberación en casi todos los
continentes, los norteamericanos han exhibido ampliamente nuestra
voluntad de sacrificarnos por la libertad.
Los sacrificios de los norteamericanos no siempre han sido reconocidos
o agradecidos, pero han sido valiosos. Debido a que nosotros y
nuestros aliados nos mantuvimos firmes, Alemania y Japón son naciones
democráticas que ya no amenazan al mundo. Una situación de empate
nuclear a nivel mundial con la Unión Soviética terminó pacíficamente,
como terminó la Unión Soviética. Las naciones de Europa avanzan hacia
la unidad, no divididas en campos armados y cayendo en el genocidio.
Cada nación ha aprendido, o debería haber aprendido, una lección
importante: la libertad es digna de luchar por ella, de morir por ella
y de tomar partido por ella -- y el avance de la libertad conduce a la
paz.
Y ahora debemos aplicar esa lección a nuestra propia época. Hemos
llegado a otro gran punto crucial, y la resolución que mostraremos
dará forma a la próxima etapa del movimiento democrático mundial.
Nuestro compromiso con la democracia se pone a prueba en países como
Cuba, Birmania, Corea del Norte y Zimbabwe, avanzadas de la opresión
en nuestro mundo. El pueblo de esas naciones viven en cautiverio,
temor y silencio. Pero esos regímenes no pueden contener para siempre
la libertad -- y, algún día, de los campos de prisioneros y las celdas
de las prisiones, y desde el exilio, llegarán los líderes de las
nuevas democracias. El comunismo, el militarismo y el imperio de los
arbitrarios y corruptos son las reliquias de una era pasada. Y
estaremos junto a esos pueblos oprimidos hasta el día en que llegue
finalmente su libertad.
Nuestro compromiso con la democracia se pone a prueba en China. Esa
nación tiene ahora con un pedazo, un fragmento de libertad. Pero el
pueblo de China querrá finalmente su libertad pura e íntegra. China ha
descubierto que la libertad económica lleva a la riqueza nacional. Los
líderes de China descubrirán también que la libertad es indivisible,
que la libertad social y religiosa es también esencial para la
grandeza nacional y la dignidad nacional. Finalmente, los hombres y
mujeres a quienes se permite controlar su propia riqueza, insistirán
en controlar sus propias vidas y su propio país.
Nuestro compromiso con la democracia se pone también a prueba en el
Oriente Medio, que es hoy el foco de mi atención y debe ser un foco de
la atención de la política de Norteamérica durante las décadas por
venir. En muchas naciones del Oriente Medio -- países de gran
importancia estratégica -- la democracia no ha echado raíces todavía.
Y surgen las preguntas: ¿están los pueblos del Oriente Medio, de
alguna manera, fuera del alcance de la libertad? Millones de hombres,
mujeres y niños, ¿están condenados por la historia o la cultura a
vivir en el despotismo? ¿Solamente ellos nunca conocerán la libertad,
y nunca tendrán una opción en ese asunto? Yo, por lo menos, no lo
creo. Yo creo que cada persona tiene la capacidad y el derecho de ser
libre.
Algunos escépticos de la democracia afirman que las tradiciones del
Islam son inhóspitas para el gobierno representativo. Esta "actitud de
superioridad cultural", como la calificó el presidente Reagan, tiene
una larga historia. Después de que los japoneses se rindieron en 1945,
un supuesto experto en cuestiones del Japón afirmó que la democracia,
en ese ex imperio, "nunca funcionaría". Otro observador declaró que
las perspectivas de la democracia en la Alemania posterior a Hitler
eran, y cito "de lo más inciertas, en el mejor de los casos" -- hizo
esta alegación en 1957. Hace setenta y cuatro años, The Sunday London
Times declaró que nueve décimas partes de la población de la India
eran "analfabetos a quienes les importa un bledo la política". Pero
cuando la democracia india se vio en peligro en la década de los 70,
el pueblo indio demostró su compromiso con la libertad en un
referéndum que salvó su forma de gobierno.
Una y otra vez los observadores se han preguntado si este país, o ese
pueblo, o este grupo están "listos" para la democracia, como si la
libertad fuera un premio que se gana satisfaciendo nuestras propias
normas occidentales de progreso. De hecho, la labor diaria de la
democracia misma es el camino del progreso. Enseña cooperación, el
libre intercambio de ideas y la solución pacífica de diferencias. Como
lo demuestran hombres y mujeres desde Bangladesh a Botswana y
Mongolia, es la práctica de la democracia lo que hace que una nación
esté lista para la democracia, y cada nación puede emprender su propio
camino.
Debe ser evidente para todos que el Islam -- credo de una quinta parte
de la humanidad -- está de acuerdo con el régimen democrático. El
progreso democrático se encuentra en muchos países predominantemente
musulmanes -- en Turquía e Indonesia, en Senegal y Albania, en Níger y
Sierra Leona. Hombres y mujeres musulmanes son buenos ciudadanos de la
India y Sudáfrica, de las naciones de Europa Occidental y de los
Estados Unidos de América.
Más de la mitad de todos los musulmanes del mundo viven en libertad y
bajo gobiernos constituidos democráticamente. Tuvieron éxito como
sociedades democráticas, no a pesar de su credo, sino a causa de ello.
Una religión que exige responsabilidad moral individual, y estimula el
encuentro del individuo con Dios, es plenamente compatible con los
derechos y responsabilidades del gobierno propio.
Pero hoy hay un gran reto en el Oriente Medio. En palabras de un
informe reciente hecho por estudiosos árabes, la oleada mundial de la
democracia, y cito, "apenas si ha llegado hasta los estados árabes". Y
siguen diciendo: "Este déficit de libertad socava el desarrollo humano
y es una de las manifestaciones más dolorosas del desarrollo político
retrasado". El déficit de libertad que describen tiene consecuencias
terribles para el pueblo del Oriente Medio y para el mundo. En muchos
países del Oriente Medio la pobreza es profunda y se expande, las
mujeres carecen de derechos y se les niega la educación escolar.
Sociedades enteras permanecen estancadas mientras el mundo se mueve
hacia adelante. Estas no son fallas de una cultura o una religión.
Estas son fallas de doctrinas políticas y económicas.
Al terminar la era colonial se establecieron numerosas dictaduras
militares en el Oriente Medio. Algunos gobernantes adoptaron los
dogmas del socialismo, ejercieron control absoluto sobre los partidos
políticos, medios de información y universidades. Se aliaron con el
bloque soviético y con el terrorismo internacional. Los dictadores de
Irak y Siria prometieron la restauración del honor nacional, el
retorno de las glorias antiguas. En cambio, han dejado un legado de
tortura, opresión, miseria y ruina.
Otros hombres, y grupos de hombres, han adquirido influencia en el
Oriente Medio y más allá a través de una ideología de terror
teocrático. Detrás de su lenguaje de religión se esconde la ambición
del poder político absoluto. Camarillas gobernantes como el Talibán
muestran su versión de piedad religiosa con la flagelación pública de
las mujeres, la supresión despiadada de cualquier diferencia o
disentimiento y el apoyo a los terroristas que se arman y entrenan
para asesinar a inocentes. El Talibán prometió restaurar la pureza
religiosa y el orgullo nacional. En cambio, al destruir
sistemáticamente una sociedad orgullosa y trabajadora, ha dejado tras
de sí el sufrimiento y el hambre.
Muchos gobiernos de Oriente Medio comprenden ahora que la dictadura
militar y el gobierno teocrático son vías que conducen directamente y
sin tropiezos a la nada. Pero algunos de ellos todavía se aferran a
los viejos hábitos de control central. Hay gobiernos que siguen
temiendo y reprimiendo el pensamiento y la creatividad independientes
y la empresa privada, cualidades humanas que forjan sociedades fuertes
que prosperan. Aun cuando estos países tienen vastos recursos
naturales, no respetan o explotan sus más valiosos recursos: el
talento y la energía de los hombres y las mujeres que trabajan y viven
en libertad.
En vez de perder el tiempo recordando los errores pasados o acusando a
otros, los gobiernos de Oriente Medio necesitan hacer frente a
problemas reales y ponerse al servicio de los verdaderos intereses de
sus países. El capaz y buen pueblo de Oriente Medio merece dirigentes
responsables. Durante demasiado tiempo, muchas personas de esa región
han sido víctimas y han estado subyugadas; merecen ser ciudadanos
activos.
Los gobiernos de Oriente Medio y Africa del Norte están empezando a
percatarse de la necesidad del cambio. Marruecos tiene un nuevo y
diverso parlamento: el rey Mohammed le ha instado a extender los
derechos a las mujeres. Así es como Su Majestad explicó sus reformas
al parlamento: "¿Cómo puede una sociedad lograr el progreso mientras
las mujeres, que representan la mitad del país, ven sus derechos
conculcados y sufren como resultado de la injusticia, la violencia y
la marginalización, pese a la dignidad y la justicia que les otorga
nuestra gloriosa religión?" El rey de Marruecos está en lo cierto: el
futuro de los países musulmanes será mejor para todos con la plena
participación de la mujer.
En Bahrein, el año pasado, los ciudadanos eligieron a su propio
parlamento por primera vez en casi treinta años. Omán ha concedido el
derecho al voto a todos los ciudadanos adultos; Qatar tiene una nueva
constitución; Yemen tiene un régimen político de múltiples partidos;
Kuwait ha elegido por sufragio directo una asamblea nacional, y
Jordania celebró elecciones históricas este verano. Encuestas
realizadas recientemente en países árabes revelan un amplio apoyo al
pluralismo político, el estado de derecho y la libertad de expresión.
Estos son los vientos de la democracia del Oriente Medio y llevan
consigo la promesa de cambios más profundos por venir.
A medida que vayan llegando los cambios a la región del Oriente Medio,
los que están en el poder se deben preguntar si serán recordados por
oponer resistencia a la reforma o por ser sus paladines. En Irán, el
clamor por la democracia es firme y amplio, como vimos el mes pasado
cuando millares de personas se congregaron para dar la bienvenida a
Shirin Ebadi, galardonada con el premio Nobel de la Paz. El régimen de
Teherán debe atender a las demandas democráticas del pueblo iraní o
perder su última pretensión de legitimidad.
Para el pueblo palestino, la única vía a la independencia, la dignidad
y el progreso es la vía de la democracia. Los dirigentes palestinos
que bloquean y socavan la reforma democrática, atizan el odio y
alientan la violencia no son en absoluto líderes. Son el principal
obstáculo a la paz y al éxito del pueblo palestino.
El gobierno de Arabia Saudita está dando los primeros pasos hacia la
reforma, incluso ha adoptado un plan para la introducción gradual de
elecciones. Al dar al pueblo saudita un mayor papel en su propia
sociedad, el gobierno saudí puede demostrar auténtico liderazgo en la
región.
El orgulloso y gran país de Egipto ya ha mostrado el camino hacia la
paz en el Oriente Medio y ahora debe mostrar el camino hacia la
democracia en el Oriente Medio. Adalid de la democracia en la región,
entiende que la democracia no es perfecta, no es el camino a la
utopía, pero es el único camino al éxito y la dignidad nacionales .
Al mismo tiempo que observamos y alentamos las reformas en la región,
estamos conscientes de que modernización no es lo mismo que
occidentalización. Los gobiernos representativos de Oriente Medio
serán un reflejo de su propia cultura. No serán, ni deben ser, como
nosotros. Los países democráticos pueden ser monarquías
constitucionales, repúblicas federales o regímenes parlamentarios. Las
democracias funcionales siempre necesitan tiempo para desarrollarse,
como lo necesitó la nuestra. Estamos embarcados en un viaje de 200
años hacia la inclusión y la justicia, y esto nos hace ser pacientes y
comprensivos con otros países que se encuentran en distintas etapas de
este viaje.
Existen, no obstante, principios esenciales comunes a toda sociedad de
éxito en cada cultura. Las sociedades con éxito limitan el poder del
estado y el poder de las fuerzas armadas, de manera que los gobiernos
responden a la voluntad del pueblo y no a la voluntad de una clase
selecta. Las sociedades de éxito protegen la libertad con el
sistemático e imparcial imperio de la ley, en vez de aplicar la ley de
manera selectiva para castigar a los adversarios políticos. Las
sociedades de éxito dan cabida a las instituciones cívicas vigorosas,
a los partidos políticos, a los sindicatos, a la prensa y otros medios
de comunicación independientes. Las sociedades de éxito garantizan la
libertad de religión, la libertad de servir y honrar a Dios sin temor
a ser perseguidos. Las sociedades de éxito privatizan sus economías y
protegen los derechos de propiedad. Prohíben y castigan la corrupción
oficial e invierten en la salud y educación de su pueblo. Reconocen
los derechos de la mujer. Y en vez de dirigir el odio y el
resentimiento contra otros, las sociedades de éxito apelan a las
esperanzas de su propio pueblo.
Estos principios esenciales se están aplicando en los países de
Afganistán e Irak. Con el firme liderazgo del presidente Karzai, el
pueblo de Afganistán está estableciendo un gobierno moderno y
pacífico. El mes que viene 500 delegados se constituirán en asamblea
nacional en Kabul para aprobar una nueva constitución de Afganistán.
Con arreglo al borrador propuesto se establecerá un parlamento
bicameral, se convocarán elecciones nacionales para el próximo año y
se reconocerá la identidad musulmana de Afganistán, al mismo tiempo
que se protegerán los derechos de todos los ciudadanos. Afganistán se
enfrenta a dificultades económicas y de seguridad continuas. Hará
frente a estas dificultades como democracia libre y estable.
En Irak, la Autoridad Provisional de la coalición y el Consejo de
Gobierno iraquí también están trabajando juntos para establecer una
democracia, y después de treinta años de tiranía, ésta no es labor
fácil. El antiguo dictador gobernaba por el terror y la traición y
dejó hábitos muy arraigados de temor y desconfianza. Los restos de su
régimen, con ayuda de terroristas extranjeros que se han unido a
ellos, continúan su batalla contra el orden y contra la civilización.
Nuestra coalición está respondiendo a los últimos ataques con
incursiones de precisión, dirigidas con ayuda de información
confidencial facilitada por los mismos iraquíes. También estamos
trabajando en estrecha colaboración con ciudadanos iraquíes mientras
elaboran una constitución, preparan el camino a la convocación de
elecciones libres y asumen cada vez más responsabilidades por sus
propios asuntos. Como en la defensa de Grecia en 1947 y más tarde en
el puente aéreo de Berlín, la fuerza y la voluntad de los pueblos
libres están ahora atravesando una prueba ante un mundo que tiene los
ojos puestos en ellos. Y superaremos esta prueba.
Asegurar la democracia en Irak es trabajo de muchas manos. Las fuerzas
estadounidenses y de la coalición están sacrificándose por la paz de
Irak y por la seguridad de los países libres. Los trabajadores de los
organismos de ayuda de muchos países están haciendo frente al peligro
para ayudar al pueblo iraquí. La Fundación Nacional por Democracia
está promoviendo los derechos de la mujer, preparando a periodistas
iraquíes y enseñando las aptitudes de participación política. Los
iraquíes mismos -- la policía, los guardas de fronteras y los
funcionarios locales-es están uniendo en el trabajo y están
compartiendo el sacrificio.
Esta es una empresa inmensa y difícil que merece nuestro esfuerzo,
merece nuestro sacrificio porque sabemos lo que está en juego. El
fracaso de la democracia iraquí envalentonaría a los terroristas de
todo el mundo, aumentaría los peligros que corre el pueblo
estadounidense y haría que se desvanecieran las esperanzas de millones
de personas en la región. La democracia iraquí triunfará, y ese
triunfo llevará la noticia, desde Damasco a Teherán, de que la
libertad puede ser el futuro de cada país. El establecimiento de un
Irak libre en el corazón del Oriente Medio será un acontecimiento
trascendental en la revolución democrática mundial.
Los sesenta años que llevan los países occidentales justificando y
aceptando la falta de libertad en el Oriente Medio no han servido de
nada para mejorar nuestra seguridad, porque a la larga la estabilidad
no se puede comprar a expensas de la libertad. Mientras el Oriente
Medio siga siendo un lugar en el que no florece la libertad, seguirá
siendo un lugar de estancamiento, resentimiento y violencia lista para
la exportación. Y con la proliferación de las armas que pueden causar
daños catastróficos a nuestro país y a nuestros amigos, sería
imprudente aceptar el status quo.
Por consiguiente, Estados Unidos ha adoptado una nueva política, una
estrategia dinámica de libertad en el Oriente Medio. Esa estrategia
requiere la misma persistencia y energía e idealismo que hemos
demostrado antes. Y producirá los mismos resultados. Al igual que en
Europa, que en Asia e igual que en cualquier otra región del mundo, el
avance de la libertad conduce a la paz.
El avance de la libertad es la vocación de nuestro tiempo; es la
vocación de nuestro país. De los Catorce Puntos de Wilson al discurso
de Reagan en Westminster, pasando por las Cuatro Libertades de
Roosevelt, Estados Unidos ha puesto su fuerza al servicio del
principio. Creemos que la libertad es el designio de la naturaleza;
creemos que la libertad es la dirección de la historia. Creemos que la
excelencia y la realización de las aspiraciones humanas están en el
ejercicio responsable de la libertad. Y creemos que la libertad, la
libertad que valoramos, no es para nosotros solos, es el derecho y la
capacidad de toda la humanidad.
Trabajar por la propagación de la libertad puede ser una tarea ardua.
Sin embargo, Estados Unidos ha llevado a buen término tareas arduas
antes. Nuestro país es fuerte; tenemos temple de acero. Y no estamos
solos. Libertad es hallar aliados en cada país; la libertad encuentra
aliados en cada cultura. Y al hacer frente al terror y la violencia
del mundo, podemos estar seguros de que el autor de la libertad no es
indiferente al destino de la libertad.
Con todas las pruebas y todas las dificultades de nuestra era, esta
es, por encima de todo, la era de la libertad. Cada uno de ustedes en
esta Fundación está plenamente comprometido a la gran causa de la
libertad. Y yo se lo agradezco. Que Dios bendiga su trabajo. Y que
Dios siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.
(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina
de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado
de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://usinfo.state.gov/esp/)
De Nuevo a Tapa ^
|