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Estudio de Caso

Photo: USAID/ Luis Córdova, Partners of Americas

Jóvenes mayas y ladinos se reúnen en Sololá, Guatemala en sesiones de entrenamiento sobre liderazgo. Un participante del programa dijo, "Ahora estoy motivado a estudiar secundaria-sin importar cuán imposible parezca."

Reto

Más de la mitad de los guatemaltecos oscilan entre los 15 y 29 años de edad. Solamente dos de cada cinco niños terminan el sexto grado y solamente 19 por ciento de los niños en edad para asistir a la secundaria asisten a ella. La tasa de crecimiento poblacional de Guatemala es la segunda más alta del hemisferio y la población se duplica aproximadamente cada 20 años. Más del 70 por ciento de los guatemaltecos del área rural vive en la pobreza, forzando a la juventud del país a buscar trabajos no calificados o colaborar con el crimen organizado. Los jóvenes están desconectados y marginados, desprovistos de las herramientas y la oportunidad de ser ciudadanos productivos, saludables y responsables.

Iniciativa

USAID apoyó un programa que proporcionó un impulso a los jóvenes guatemaltecos en desventaja. Los jóvenes se retiraban de sus contextos sociales familiares en campamentos de 10 a 15 días y se agrupaban por primera vez con jóvenes de otros grupos sociales, culturales y lingüísticos para que pudieran "aprender juntos por medio de la experiencia." Los campamentos enseñaron a los jóvenes una variedad de destrezas de liderazgo y laborales, incluyendo cocina, limpieza, intercambio de ideas, resolución de conflictos, trabajo en equipo y utilización eficiente de recursos. En las sesiones de capacitación hubo baile actuación, pintura y poesía en tanto los jóvenes aprendían sobre auto estima, nutrición, salud, habilidades para buscar trabajo, finanzas y toma de decisiones.

Resultados

El programa de destrezas de USAID capacitó a más de 700 jóvenes. La mitad de los graduados ahora trabaja con organizaciones locales para repetir la experiencia en sus propias comunidades e impartir sus conocimientos a otros estudiantes y sus padres. Muchos participantes regresaron a la escuela, otros se convirtieron en líderes políticos locales. La mezcla de culturas, sexos y procedencia (rural y urbana) que proporcionó el programa generó entre los participantes tolerancia, respeto y compromiso nunca antes vistos. "En el campamento aprendemos a expresarnos," dijo un participante. Otros afirmaron: "Obtenemos la herramientas para abrirnos con los demás." "Cada uno es responsable de su propia vida." "Ahora sabemos cómo diferenciar lo positivo de lo negativo." "Ahora puedo regresar a mi casa y ayudar a otros como yo."

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