Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Michael B. Mukasey en la inauguración del edificio sede del ATF

Washington, D.C.
Jueves, 29 de mayo de 2008 - 10:00 A.M.

Gracias, Mike, por esa amable presentación y por tu espléndido liderazgo del Buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego [Bureau of Alcohol, Tobacco and Firearems (ATF)].

Es un placer estar aquí con ustedes para ayudar a inaugurar este impresionante edificio. Según cómo hagan la cuenta, pueden decir que han estado esperando cinco años por este edificio, desde que se unieron al Departamento de Justicia en 2003; o que lo han estado esperando durante 36 años, desde 1972, cuando el ATF, como la conocemos hoy, se creó dentro del Departamento del Tesoro.

O, tal vez, podrían decir que han estado esperando durante más de 200 años. No sólo porque, como cualquiera que haya construido una casa puede decirles, eso es lo que se siente que demora cualquier proyecto de construcción, sino también porque tan lejos en la historia se remonta esta agencia.

El ATF surgió en los primeros días de los Estados Unidos, cuando el primer Congreso aprobó una ley sobre las bebidas alcohólicas importadas para ayudar a pagar las deudas acumuladas durante la Guerra Revolucionaria. Designó al Departamento del Tesoro para la administración de ese impuesto, en parte debido a que su Secretario, Alexander Hamilton, había recomendado la legislación. Durante los siguientes 70 años, el Congreso aprobó diversos impuestos para generar ingresos, y en 1863 autorizó finalmente a la Oficina de Impuestos Internos del Departamento del Tesoro a contratar a "tres detectives para ayudar en la prevención, detección y castigo de los evasores fiscales". Esos primeros tres detectives son, de muchas formas, sus padres fundadores.

Y los encaminaron en la dirección correcta. Una de las investigaciones más importantes de esos tiempos fue dirigida por esos tres hombres: trabajando en forma encubierta, desbarataron un grupo llamado "La Red del Whisky" [Whiskey Ring], un grupo de destiladores de whisky y funcionarios corruptos del gobierno que estafaron al gobierno en millones de dólares de ingresos anuales. Su investigación acabó por lograr la condena de 110 personas, una gran cantidad incluso para los estándares de hoy.

Avanzamos rápidamente 55 años y otros de sus antecesores, conocidos como los "ingresistas" [revenuers], se encontraron en medio de la Prohibición, con la tarea de investigar la fabricación y distribución ilícita de licor. Fue durante esa época que el Agente del Tesoro Eliot Ness y su equipo atraparon a Al Capone, y desbarataron, mayormente, su organización criminal.

Esos agentes, y muchos otros que los precedieron, han mostrado las mejores características de las fuerzas del orden público federales: en la investigación de la Red del Whisky, mostraron determinación y honor al seguir los hechos hacia donde los conducían, incluso cuando los llevaron hasta los más altos niveles de gobierno. Y cuando Ness conformó su equipo de agentes, fueron llamados "Los Intocables", porque eran dedicados, valientes, inquebrantables e insobornables. Merece particularmente la pena mencionar que esa dedicación y coraje, y el aura que los rodeaba, tuvieron un alto costo. Si miran la pared conmemorativa, notarán que, la gran mayoría de los agentes del ATF asesinados en cumplimiento del deber se dio durante los años de la Prohibición.

A partir de esos primeros tres investigadores que desbarataron la Red del Whisky, pasando por los días de los Intocables de Eliot Ness y hasta hoy, el ATF ha crecido y actualmente opera 25 divisiones de campo con 250 oficinas satélite y de campo que cubren todo el país y emplean a casi 5,000 personas. Y si bien su nombre ha cambiado muchas veces –ha sido llamada la Oficina de Impuestos Internos, la Unidad de Prohibición, el Buró de Alcohol Industrial, la Administración Federal de Alcohol y la División de Impuestos sobre el Alcohol y el Tabaco– su espíritu no ha cambiado: Ustedes son tan dedicados, honorables y valientes como quienes marcaron las huellas que hoy siguen.

La misión del ATF –evitar el terrorismo, reducir los delitos violentos y proteger a nuestra nación– está en el centro de la misión del Departamento de Justicia, por lo que estoy seguro de que la transición sin obstáculos del Tesoro a la Justicia se debió en parte a eso. Pero es cómo cumplen ustedes con su misión lo que los convierte en una parte fundamental de la comunidad de las fuerzas del orden público federales, y en miembros tan respetados de la familia del Departamento de Justicia.

Ustedes trabajan en asociación con las fuerzas del orden público estatales y locales para combatir el crimen de pandillas y armas de fuego. A través de su liderazgo de los Equipos de Impacto contra Delitos Violentos y su labor para crear y mantener la iniciativa del Proyecto Vecindarios Seguros, el ATF ha construido puentes que nos permiten, junto con nuestros contrapartes locales, presentar un frente unido contra la plaga de los delitos violentos.

Una y otra vez han probado su voluntad y capacidad para responder a las solicitudes de ayuda, como lo demuestran casos importantes, como la investigación del francotirador en DC, su asistencia durante y con posterioridad a la tragedia en Virginia Tech y su liderazgo en la lucha contra las pandillas como MS-13.

Pero la experiencia y pericia del ATF van mucho más allá de esa importante labor de coacción frente a los delitos violentos. El ATF ayuda en el fundamental esfuerzo para reducir el tráfico de armas y la violencia a lo largo de nuestra Frontera Sur mediante programas como la Operación Gunrunner; ayuda a proteger el país mediante la regulación de las industrias de armas de fuego y explosivos; y sirve como experto del gobierno federal en investigaciones sobre incendios intencionales y bombas.

Debido a su pericia en explosivos, el ATF cumple un papel fundamental en la labor de nuestro país en Irak y Afganistán, tanto para la protección de nuestras tropas frente a los dispositivos explosivos como para la capacitación de nuestros homólogos extranjeros. Y debido a esa pericia en explosivos, el ATF también cumple un papel indispensable en la labor nacional para prevenir el terrorismo.

Me enteré de esa función incluso antes de convertirme en Secretario de Justicia de los Estados Unidos, cuando presidí un juicio relacionado con uno de los mayores casos la historia reciente del ATF: la investigación del bombardeo terrorista de 1993 del World Trade Center, que resultó en el arresto y enjuiciamiento de Omar Abdel Rahman y otros. Como juez a cargo de ese juicio, escuché meses de testimonios sobre la investigación del ATF y otras agencias. No creo que nadie podría haber escuchado ese testimonio sin resultar impresionado por las habilidades del ATF y el profesionalismo de sus agentes; ciertamente, no fue mi caso, y quedé muy impresionado.

Este edificio es un monumento a todas las fortalezas y logros del ATF, y resulta apropiado que los celebremos hoy. Pero incluso mientras celebramos esos logros, es fundamental que recordemos que tuvieron su precio. El edificio mismo honra a quienes pagaron ese precio, con la hermosa pared conmemoratoria cerca de la entrada, y el sombrío monumento en el patio en homenaje a sus cuatro valerosos colegas que perdieron las vidas en Waco. Y mientras inauguramos este edificio hoy, es importante recordar a aquellos valientes hombres y mujeres, que dieron sus vidas para que podamos seguir con las muestras.

Es igualmente importante, sin embargo, recordar las muchas vidas que ustedes han salvado. Por lo tanto, este edificio debe erguirse también como un recordatorio de los muchos estadounidenses que todavía están entre nosotros, a quienes no debemos llorar, como resultado de su valiente labor.

Les agradezco su tarea, y sé que su país también les agradece.

Muchísimas gracias.

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