Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales en la Ceremonia de la Medalla de Valor para Oficiales de Seguridad Pública

Washington, D.C.
16 de marzo de 2006

Buenas tardes, damas y caballeros.

Como Regina mencionó, acabamos de tener la oportunidad de visitar al Presidente Bush en la Oficina Ovalada. Estuve en esa habitación extraordinaria muchas veces cuando trabajaba en la Casa Blanca; sin embargo, pocas ocasiones han sido tan especiales como esta, pues tuve el honor de presentar cinco oficiales valientes al Presidente.

El Presidente dejó claro cuánto valora su servicio y sacrificio. Y yo también. Y también el pueblo de los Estados Unidos, al que ustedes ayudan cada día de sus vidas.

Aquí, en el Departamento de Justicia, nos empeñamos constantemente en lograr que nuestras comunidades sean más seguras, proteger a nuestros vecindarios de la delincuencia y la violencia y proteger los derechos y libertades de cada ciudadano de los Estados Unidos.

Estamos tratando de seguir el ejemplo de estas personas, así como de la magnífica comunidad de seguridad que representan. Cada ciudadano de los Estados Unidos duerme mejor al saber que tenemos a hombres y mujeres uniformizados, en desde uniformes militares de faena a uniformes azules policiales y chaquetas de bomberos, que hacen guardia, vigilan y preservan nuestra seguridad.

Por supuesto, estamos aquí hoy para homenajear a los oficiales que fueron más allá del deber, colocando sus propias vidas en riesgo, para merecer este símbolo del heroísmo.

Sus historias, las que escucharemos en más detalle en un momento, son dignas de ser repetidas incesantemente.

Gritos de ayuda. Tiroteos. Rescates audaces. Actos valientes desinteresados.

Estos oficiales se sacrificaron para que otros pudieran estar a salvo. Tomaron decisiones instintivas instantáneas, bajo gran presión, para ayudar a los demás, sin tener en cuenta sus propias vidas y seguridad. Estos actos extraordinarios de valor son absolutamente heroicos. Es por eso que estoy orgulloso de que se haya prestado reconocimiento a estas cinco personas con la Medalla de Valor para Oficiales de Seguridad Pública.

Uno de estos hombres valientes es Bryan Hurst. El Oficial Hurst fue muerto en cumplimiento del deber al intercambiar tiros con un ladrón armado mientras se encontraba cumpliendo tareas especiales en un banco de vecindario. Hizo el más grande de los sacrificios al perseguir al sospechoso a través de un grupo de transeúntes, ninguno de los cuales sufrió daños o lesiones, gracias a su heroísmo.

La esposa del Oficial Hurst, la Ayudante de Sheriff Marissa Hurst, y su hija Malia, están aquí con nosotros hoy para aceptar la medalla en su nombre. La Nación ha perdido a un oficial valiente, y acompañamos a la familia Hurst entera en la celebración de la vida de un hijo, padre y marido extraordinario.

Deseo hacer notar que, la semana pasada, en Ohio, un jurado federal impuso la pena de muerte para el asesino del Oficial Hurst. Me enorgullece que muchos miembros del Departamento de Justicia hayan logrado cierta medida de cierre para esta tragedia terrible. Los Fiscales Federales Auxiliares David DeVillers y Michael Burns están aquí con nosotros hoy. Enjuiciaron el segundo caso de pena de muerte federal en la historia del Distrito Sur de Ohio.

Resulta elocuente que Marissa Hurst haya considerado su sentencia de muerte no simplemente una redención para su familia, sino una victoria para oficiales de policía doquier.

Por supuesto, no son apenas los sacrificios de nuestros oficiales de las fuerzas del orden público lo que homenajeamos hoy. Suelen ser sus familias las que llevan las cargas adicionales.

Es por este motivo que quisiera reconocer a las familias que se encuentran hoy aquí o en sus casas, esperando el regreso de ustedes. En todo el país, son las esposas, las madres, las hijas, los maridos, los padres y los hijos quienes son heroicos en su apoyo a los hombres y mujeres magníficos que nos protegen a todos. Ellos también sirven a nuestra nación.

Mi hermano, Tony, es un oficial de SWAT en el Departamento de Policía de Houston. Y sé que mi cuñada, Kris, le da un abrazo cada día, conociendo los peligros que enfrenta en cada turno.

Lo deja ir porque sabe, así como lo sabe cada una de las familias aquí hoy, que necesitamos a estos hombres y mujeres valientes en la lucha contra el terrorismo, el delito violento, drogas peligrosas e incontables otras amenazas a nuestras comunidades.

Tenemos una cantidad de trabajo considerable por la frente, la cual requiere nuestra atención y nuestra energía. Sin embargo, el ejemplo de los galardonados de hoy es prueba de que tenemos lo necesario para lograr cosas fantásticas al servicio de la justicia.

En nombre del Presidente y del pueblo de los Estados Unidos, nuevamente felicito sinceramente a estos cinco servidores públicos valientes. Ustedes son la fortaleza y la esperanza de nuestra Nación. Y su servicio y sacrificio están cambiando a nuestros amados Estados Unidos para mejor.

Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias, y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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