Sello del Departamento de Justicia
Observaciones del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales en la Entrega de Premios del Servicio de Alguaciles Federales
Washington, D.C.
Miércoles, 20 de abril de 2005—3:00 p.m.

Gracias, Ben, por la presentación.

Me alegra unirme a mi coterráneo de Texas en este saludo a los hombres y las mujeres sobresalientes del Servicio de Alguaciles Federales.

El 11 de septiembre, nuestra Nación aprendió que es necesario que todas las dependencias y divisiones de las fuerzas del orden público trabajen conjuntamente para proteger a los Estados Unidos.

Desde aquel trágico día, Estados Unidos ha redoblado el desafío propuesto por el terrorismo. El Presidente Bush ha liderado una campaña decisiva para luchar contra este nuevo tipo de enemigo, sin importar a dónde vaya o dónde se esconda. En el transcurso de esta guerra, hemos liberado a dos naciones y llevado esperanza y gobierno democrático a millones de personas.

Con el objetivo de defender nuestra patria, el Presidente Bush ha dirigido la transformación audaz y con visión de futuro de las defensas de nuestra Nación.

El Presidente ha pedido a los hombres y las mujeres del orden público que utilicen todas las herramientas de las fuerzas del orden público y de inteligencia para rastrear y desarraigar las operaciones terroristas en los Estados Unidos. Nos ha pedido que nos comuniquemos con mayor eficiencia. Nos ha pedido, también, que nos comuniquemos con mayor eficacia.

Para la comunidad judicial, el hecho de librar una guerra contra el terrorismo representa una responsabilidad adicional, ya que debemos continuar esta lucha exitosa contra formas tradicionales de delincuencia y, al mismo tiempo, contribuir en la defensa de la seguridad de nuestro país. El Presidente espera que nosotros no sólo desempeñemos nuestro papel en esta guerra contra el terrorismo, sino que sigamos haciendo que asesinos, principales narcotraficantes, abusadores de menores, y otros delincuentes violentos paguen sus culpas para lograr que nuestros vecindarios se mantengan seguros para las familias, las personas de edad avanzada y nuestros niños.

Estoy orgulloso de la forma en que el Servicio de Alguaciles Federales ha respondido al llamado del Presidente.

En 2005, los hombres y las mujeres del Servicio de Alguaciles Federales fueron responsables de una gran cantidad de tareas del orden público; principalmente, debido a la función singular que han desempeñado desde los comienzos de nuestro gobierno en 1789.

Estas funciones incluyen tanto las obligaciones tradicionales, para las cuales han demostrado estar altamente capacitados, como nuevas misiones en una nueva frontera del orden público.

Hemos pedido a ustedes que rastreen a los prófugos con rapidez. Hemos pedido a ustedes que protejan el sistema judicial de nuestro país; que cuiden a los testigos. Les hemos pedido, también, que protejan nuestra comunidad judicial – jueces, abogados y miembros del tribunal. El equipo de seguridad judicial protege cada día a 2000 jueces federales y 5500 Fiscales Federales y Fiscales Federales Adjuntos.

Recientemente, el público se sintió impactado y profundamente entristecido a raíz del asesinato de la madre y el marido de la Jueza Joan Lefkow en Chicago, y de un juez local y otros en Atlanta.

Aquellos que formamos parte de la comunidad judicial aún tenemos un muy buen concepto de la protección que ha brindado el Servicio de Alguaciles Federales, y considero que hoy en día nuestra Nación está enormemente agradecida por su labor en la tarea de salvaguardar el cumplimiento legal de la justicia. Por ejemplo, pocos saben que en la guerra contra el terrorismo el Servicio de Alguaciles Federales Adjuntos ha estado a cargo de la protección continua de los jueces con un papel preponderante en los casos relacionados con este tema. Sé que el Director Reyna está de acuerdo conmigo en que ningún juez jamás debería sentirse intimidado o amenazado de forma alguna, y he preguntado al Departamento si hay algo más que deba hacerse en esta situación.

En todo el país, los Alguaciles Federales representan al Presidente y al gobierno federal en nuestras comunidades y nuestros tribunales locales. Para muchos miembros del público, ustedes son el panorama más cercano que van a tener del Poder Ejecutivo en acción, defendiendo a los ciudadanos y nuestra Constitución.

La semana pasada, el pueblo estadounidense tuvo la oportunidad de observar un buen ejemplo de lo que ustedes son capaces de hacer. En la operación FALCON, han demostrado que el Servicio de Alguaciles Federales, que cuenta con una capacidad extraordinaria para movilizar las fuerzas del orden público de los Estados Unidos, constituye el organismo fundamental del país para detener a los prófugos.

Gracias a su coordinación, liderazgo y habilidad para movilizar las fuerzas del orden público estadounidense, hemos reunido un equipo que ha convocado a 25 dependencias de las fuerzas federales del orden público, 204 organismos estatales de las fuerzas del orden público, 364 departamentos de policía locales, y 360 departamentos de sheriff del condado.

Como ustedes saben –y de acuerdo con lo que los ciudadanos vieron en los programas de noticias y en las primeras planas de los diarios en todo el país– la Operación FALCON fue la mayor y más exitosa labor en la historia de nuestra Nación, dirigida a rastrear y detener a los prófugos de la justicia.

Detuvimos a más de 10.300 prófugos de la justicia en tan sólo una semana.

Conjuntamente con nuestros asociados estatales y locales, ustedes han autorizado más de 13.000 órdenes judiciales, incluyendo 4200 casos relacionados con las drogas; han incautado 243 armas y detenido a 550 delincuentes sexuales, 154 miembros de pandillas y 160 personas buscadas o ya condenadas por asesinato.

Esta clase de operación es exactamente lo que el Presidente exige, y nuestro país requiere, en esta lucha por lograr vecindarios libres y seguros.

Sin embargo, la Operación FALCON es solo el comienzo. Aún existen muchos prófugos deambulando por nuestras calles. Tenemos mucho más por hacer.

Con la autoridad federal y más de dos décadas de experiencia, el Servicio de Alguaciles Federales cuenta con la oportunidad de sumarse a la Operación FALCON.

Debemos seguir trabajando para garantizar que los prófugos no escapen de la justicia simplemente cruzando las fronteras que delimitan un pueblo, un condado o una ciudad. No puede permitirse que los delincuentes violentos, especialmente, huyan hacia otra jurisdicción.

Me complace que hayan establecido los cinco grupos de trabajo regionales y permanentes sobre prófugos, además de los 83 grupos de distrito. Estas medidas favorecen el buen uso de los recursos del contribuyente y del personal de la fuerzas del orden público.

Luego de los sucesos del 11 de septiembre, la necesidad imperiosa de rastrear a los prófugos de forma rápida y eficiente ha cobrado mayor urgencia.

A raíz de los horrorosos ataques de hace tres años, bien sabemos que Al Qaeda es un enemigo que se adapta con mucha facilidad –buscando constantemente carencias en las defensas de la Nación. También sabemos, por nuestra gran cantidad de logros en la guerra contra el terrorismo, que Al Qaeda explota la conducta delictiva tradicional para promover sus operaciones.

Sabemos que, en esta batalla contra Al Qaeda, ningún detalle de información es demasiado pequeño o insignificante. Estamos al tanto, por ejemplo, de que los terroristas explotan una red de actividad ilícita y delictiva.

Cada investigación, cada detención, cada enjuiciamiento eficaz que realiza las fuerzas del orden público conlleva la posibilidad de afectar la capacidad de los terroristas de movilizarse, adaptarse y evadir la detección.

Por esta razón, resulta tan importante para las fuerzas del orden público internas el hecho de encontrar y detener a aquellos cuya conducta delictiva asiste e instiga a las células y operaciones terroristas.

La excelente labor que realizan en la búsqueda de prófugos contribuye con nuestra batalla contra Al Qaeda, ampliando la capacidad de nuestro país para rastrear y detener más rápidamente a delincuentes profesionales y buscados por la ley. Además, al trabajar junto a las fuerzas del orden público estatal y local, colaboran con el gobierno federal en la tarea de crear lazos más firmes dentro de las fuerzas del orden público; de este modo, aquellos que están en el campo de batalla se encuentran totalmente comprometidos con nuestro esfuerzo cooperativo para terminar con las amenazas terroristas.

Los hombres y las mujeres que homenajeamos esta tarde son un ejemplo de los logros que ustedes han alcanzado. Poco a poco y con cada éxito, han demostrado estar preparados para los desafíos y el crecimiento adicional que enfrentan en estas circunstancias.

Estoy orgulloso de ser Secretario de Justicia de los Estados Unidos en estos tiempos tan críticos para el Servicio de Alguaciles Federales. Y juro hacer todo lo que esté a mi alcance para apoyarlos a medida que cumplen con los objetivos exigidos por el Presidente Bush, el Departamento de Justicia, el Congreso, el poder judicial, y el pueblo estadounidense.

Además, estoy profundamente agradecido por contar con la presencia de tantos amigos y familiares en este día. Las esposas, madres e hijas, y los maridos, padres e hijos que apoyan a los hombres y mujeres admirables que forman parte de las fuerzas del orden público también colaboran con nuestra Nación. Hace tan solo dos meses y medio que desempeño esta función; sin embargo, he prestado mis servicios al gobierno por más de 10 años.

Durante este tiempo, he aprendido que son las familias las que realmente se sacrifican cuando un familiar ejerce un cargo en el gobierno. Los miembros de la comunidad del orden público trabajan arduamente; con frecuencia, bajo condiciones peligrosas y de mucha tensión. Con el tiempo, es natural que nos veamos consumidos por las detenciones, los casos y los enjuiciamientos. Por supuesto, estos puntos son muy importantes. Sin embargo, no son más importantes que nuestras familias. Hay que establecer un equilibrio entre familia y profesión. Les aseguro que no existe investigación, tarea o condena que reemplace la satisfacción del abrazo de un hijo con adoración, o que sea tan reconfortante como el abrazo amante de un cónyuge leal. A todas las familias, les digo gracias.

En unos instantes, oiremos el informe de los 17 Alguaciles Federales Adjuntos que eligieron prestar sus servicios en Irak. Estos hombres respondieron a la convocatoria del Presidente para transformar una Nación y crear oportunidades nuevas con base en la libertad, la justicia y las normas democráticas.

Sus historias son heroicas. Se han enfrentado a balas, bombas y fuerzas hostiles, a fin de proteger los frágiles brotes de democracia que ahora crecen de los escombros de la tiranía de Saddam Hussein. Sin embargo, estos Delegados han afrontado mucho más que daño físico. Tanto ellos como sus familias se han sacrificado y han atravesado meses de preocupación y distancia.

Considero que es importante mencionar algunos de estos sacrificios. Mientras estos hombres se encontraban lejos, ocho esposas extrañaron a sus maridos en sus aniversarios –incluso Ginger Browning el abril pasado en Beaumont, Texas.

Seis niños extrañaron estar junto a sus padres en sus fiestas de cumpleaños –incluso Emily Lavigna, que cumplió 10 años en San Diego.

El Delegado Bobby Freeman de Tyler, Texas no pudo estar presente para el nacimiento de su tercer nieto el mes pasado.

Sin embargo, nadie perdió más que el Delegado John Vito de Tampa, Florida. John recién había llegado a suelo Iraquí cuando se enteró de que su padre, John Vito, había fallecido repentinamente. En lugar de regresar a su casa, John eligió permanecer en Irak. John Vito padre era un hombre de carrera de la Marina, cuya vida estaba dedicada al servicio, el honor y el deber.

El Delegado Vito sintió que la mejor manera de honrar a su padre era servir a su país y finalizar su período de servicio en Irak. John Vito padre estaría orgulloso de su hijo y de su elección –al igual que todos nos sentimos orgullosos de la labor que están realizando los Alguaciles Federales, tanto en Irak como en los Estados Unidos.

Al Delegado Vito y a los demás hombres se los envió a Irak a realizar un trabajo que pocas personas son capaces de hacer. Llevaron consigo sus conocimientos y su experiencia, su integridad, y su dedicación al sistema judicial. Para el pueblo iraquí y estadounidense, estos hombres son un ejemplo del sacrificio que se requiere para construir una Nación con libertad y oportunidades.

En los próximos años, el Servicio de Alguaciles Federales enfrentará muchos desafíos nuevos.

Nuestro país seguirá contando con ustedes para asegurar que el pueblo estadounidense viva en un ambiente de mayor seguridad y paz, y con la certeza de que la justicia y la libertad se extenderá a cada ciudadano.

Sé que lo lograrán, porque sé que nos impulsa el mismo amor por esta patria y el deseo compartido de construir una Nación más sólida y con más oportunidades para todos.

Que Dios bendiga a ustedes y a sus familias, mientras oímos historias de inspiración y valor, las cuales muestran que la grandeza de esta Nación mana de los corazones compasivos de aquellos que prestan servicio a los demás.

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