Sello del Departamento de Justicia

Comentarios del
Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzalez en la Ceremonia de Naturalización en Archivos Nacionales

15 de diciembre de 2005

Es un honor - un gran honor para mí - acompañarlos hoy en la celebración de este día tan especial, este día tan importante en sus vidas y, con toda sinceridad, en la vida de nuestro país.

Archivos Nacionales es un lugar muy adecuado para esta ceremonia. La historia estadounidense comenzó con los documentos importantes que se encuentran alojados aquí - la Declaración de la Independencia, nuestra Constitución y nuestra Declaración de Derechos. Desde entonces, generaciones de inmigrantes como ustedes se han agregado a estos primeros capítulos en búsqueda de sus propias historias en la epopeya estadounidense.

Es una historia de esperanza. Trabajo arduo. Fe. Comunidad. Adversidad. Sacrificio. Y, en definitiva, triunfo.

Muchos de nosotros hemos vivido esta historia. Escribimos las líneas del argumento en las luchas diarias y los triunfos personales en esta gran tierra. Y mientras que el día de hoy es un gran acontecimiento en cada uno de sus capítulos, no es de ninguna manera una conclusión. Es apenas un comienzo.

Ustedes ahora están listos para abrir la tapa de la oportunidad, como tantos lo han hecho antes que ustedes. Sé que cada uno de ustedes trae una historia personal a la biblioteca colectiva de los Estados Unidos. Ustedes pueden haber llegado en avión, en barco o, incluso, a pie. Pueden haber seguido a la familia o haber avanzado solos. No importa qué historia los trajo a este punto en sus logros, el coraje de ustedes representará una vida mejor para ustedes y sus familias. Ustedes son, ahora, otro hilo en la trama de inmigrantes de nuestra amada Nación.

Mis abuelos eran inmigrantes mexicanos. Recuerdo haberlos visitado cuando pequeño -no había teléfono en su casa, ni televisión, ni agua caliente corriente. Mis padres también tuvieron poca educación formal. Eran inmigrantes trabajadores que nunca terminaron la escuela primaria, pero trabajaron mucho para educar a sus hijos. Tenían poco, pero me dieron un gran regalo. Me infundieron la confianza de que si se me daba una posibilidad, yo también podría vivir el sueño estadounidense. Me criaron creyendo que un niño mexicano-estadounidense de un vecindario pobre de Texas podría contribuir a la historia de Estados Unidos.

No ha pasado un día en el cual - especialmente cada vez que ingreso a la Oficina Oval para informar a la persona más poderosa del mundo, o me siento con los líderes del orden público de la nación - no me sorprenda de las oportunidades que he me han regalado.

Sin embargo, junto con las oportunidades viene un desafío igualmente importante. El privilegio de la ciudadanía estadounidense trae aparejado responsabilidades especiales.

Como ciudadanos, a todos se nos llama a participar. Esta democracia - nuestro país - depende de y prospera a través de las acciones y contribuciones del pueblo que sirve.

Como ciudadanos, también nos corresponde proteger nuestra Nación, nuestros derechos y nuestras libertades. Innumerables inmigrantes han vestido el uniforme de nuestra Nación en batalla e hecho guardia en épocas de paz. Hace unos meses, el Presiente le contó a este país sobre Rafael Peralta. Era un inmigrante de México que se alistó en el Cuerpo de Infantería de Marina el día después de recibir su permiso de residencia y trabajo. El Sargento Peralta sabía que era necesario defender a los Estados Unidos que amaba por su familia, y realizó el más grande de los sacrificios cuando murió protegiendo a sus compañeros de la Marina en Fallujah, Irak.

Por último, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad especial de cuidar a nuestras familias, a nuestras comunidades y a nosotros mismos. No debemos sobrecargar la buena voluntad colectiva, sino dar más que lo que tomamos de esta generosa Nación. Para ayudar a los demás a cumplir los mismos sueños que nosotros tenemos.

Estados Unidos es el país más fantástico del mundo. Ésa es la razón por la que millones de personas arriesgan sus vidas para cumplir el sueño de venir aquí. Cuando acepten estos nuevos privilegios de ciudadanía, espero que sepan apreciar, como yo lo hago, las oportunidades que abundan en esta tierra. Sin embargo, también espero que asuman las responsabilidades que todos compartimos de preservar y extender las oportunidades a todos los que busquen las bendiciones de los Estados Unidos.

Deseo felicitarlos nuevamente. Rezo a Dios que proteja a ustedes y a sus familias, que siga guiando sus decisiones y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América - el nuevo hogar de todos ustedes.

Muchas gracias.

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