Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales
Ceremonia de Naturalización

Nueva York , Nueva York
3 de junio de 2005 – 11:00 AM

Muchas gracias.

Es un honor estar con ustedes hoy para ayudar a conmemorar este momento tan importante de sus vidas.

La ciudad de Nueva York es un lugar muy especial para esta ceremonia. Para muchos, la historia de Estados Unidos ha comenzado justo aquí. Comenzó aquí para las generaciones de inmigrantes que desembarcaron en la Isla Ellis. Y todavía comienza igual hoy para el sinnúmero de personas que llegan a nuestras costas en busca de su propio capítulo en la épica estadounidense.

Es una historia de esperanza. Trabajo duro. Fe. Comunidad. Adversidad. Sacrificio. Y finalmente, el triunfo.

Muchos de nosotros hemos vivido esta historia. Escribimos las líneas del argumento en las luchas diarias y los triunfos personales en esta gran tierra. Y mientras que el día de hoy es un gran acontecimiento en cada uno de sus capítulos, no es de ninguna manera una conclusión. Es un nuevo comienzo.

Ustedes ahora están listos para abrir la cubierta del libro de las oportunidades, como muchos lo han hecho antes que ustedes en este crisol de la comunidad mundial.

Sé que cada uno de ustedes trae una historia personal a la biblioteca colectiva de Estados Unidos. Pueden haber venido en avión, en barco o incluso a pie. Pueden haber seguido a la familia o haber avanzado solos. No importa qué historia los trajo a este punto en sus logros, el coraje que tengan representará una vida mejor para ustedes y sus familias. Ustedes son ahora otro hilo en la trama de inmigrantes de esta Nación.

Mis abuelos eran inmigrantes mexicanos. Recuerdo haberlos visitado cuando pequeño -no había teléfono en su casa, ni televisión, ni agua caliente. Mis padres también tuvieron poca educación formal. Eran inmigrantes trabajadores que nunca terminaron la escuela primaria, pero trabajaron mucho para educar a sus hijos. Tenían poco, pero me dieron un gran regalo. Me infundieron la confianza de que si se me daba una posibilidad, yo también podría vivir el sueño estadounidense. Me criaron creyendo que un niño mexicano-estadounidense de un vecindario pobre de Texas podría contribuir a la historia de Estados Unidos.

No ha pasado un día en el cual -especialmente cada vez que ingreso a la Oficina Oval o me siento con los líderes del orden público de la nación- no me sorprenda de las oportunidades que he me han regalado.

Pero junto con las oportunidades viene un desafío igualmente importante. El privilegio de la ciudadanía estadounidense trae aparejado responsabilidades especiales.

Como ciudadanos, a todos se nos llama a participar. Esta democracia depende de las acciones y contribuciones del pueblo que sirve, y tiene éxito gracias a ellas.

Como ciudadanos, también nos corresponde proteger nuestra Nación, nuestros derechos y nuestras libertades. En su discurso radial semanal antes de Día de Conmemoración a los Caídos en Guerra, el Presidente le contó al país sobre Rafael Peralta. Era un inmigrante de México que se alistó en el Cuerpo de Infantería de Marina el día después de recibir su permiso de residencia y trabajo. El sargento Peralta sabía que era necesario defender los Estados Unidos que amaba por su familia, y realizó su último sacrificio cuando murió protegiendo a sus compañeros infantes de marina en Fallujah.

Por último, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad especial de cuidar a nuestras familias, a nuestras comunidades y a nosotros mismos. No debemos sobrecargar la buena voluntad colectiva, sino dar más que lo que tomamos de esta generosa Nación. Para ayudar a que los otros cumplan los mismos sueños que nosotros tenemos.

Estados Unidos es el país más fantástico del mundo. Ésa es la razón por la que millones de personas arriesgan sus vidas para cumplir el sueño de venir aquí. Cuando acepten estos nuevos privilegios de ciudadanía, espero que sepan apreciar, como yo lo hago, las oportunidades que abundan en esta tierra. Pero también espero que asuman las responsabilidades que todos compartimos de preservar y extender las oportunidades a todos los que busquen las bendiciones de Estados Unidos.

Rezo a Dios para que los bendiga a ustedes y a sus familias, que siga iluminando sus decisiones y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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