Sello del Departamento de Justicia

COMENTARIOS PREPARADOS DEL
SECRETARIO DE JUSTICIA DE LOS ESTADOS UNIDOS ALBERTO R. GONZALES
EN LA
CEREMONIA DE GRADUACIÓN DE HOUSTON COMMUNITY COLLEGE
HOUSTON, TEXAS
7 de mayo de 2005 —10:00 am

Muchas gracias y buenos días. He estado ausente por un tiempo, y estoy feliz de estar nuevamente en mi ciudad natal con mis conterráneos de Texas.

Egresados, me siento dichoso por la oportunidad de compartir con ustedes y sus familias la satisfacción de sus logros en este día especial.

Mis redactores de discursos prepararon varios borradores para mis comentarios de esta mañana; sin embargo, ninguno parecía perfecto para la ocasión. Una versión, inclusive, se concentró en las lecciones que uno podría aprender del éxito profesional y personal del lanzador de los Houston Astros, Roger Clemens.

Me sentí incómodo dependiendo de metáforas deportivas, y rechacé la día, en parte, porque no tengo ninguna conexión personal con el Sr. Clemens. Mi personal tuvo la última palabra, cuando el Fiscal Federal de Houston, por coincidencia, me entregó ayer una bola de béisbol autografiada por el futuro integrante de la galería de personajes famosos.

A pesar de esta evidente señal del cielo, intenté yo mismo colocar mis ideas sobre el papel, y no demoré en darme cuenta de que probablemente tenía muy poco que agregar a las propias experiencias de ustedes.

Los discursos de ceremonias de graduación tienen, en general, la intención de enseñar y servir de inspiración . . . sin embargo, muchos de ustedes son un poco mayores en edad y, probablemente, en sabiduría. . . ya están haciendo malabarismos entre la carrera, la familia y los estudios, y conocen demasiado bien el arte del equilibrio entre el recibo de sueldo y las responsabilidades.

Por estar a apenas minutos de graduarse, les queda poco que probar - por lo menos, a mí. Sabemos que tienen motivación, trabajan arduamente y son determinados. Por lo tanto, permítanme lanzarlos al mundo con algunos pequeños consejos. Mi carrera puede no ser tan legendaria como la de Roger Clemens; sin embargo, he aprendido algunas cosas que podrán serles útiles.

En primer lugar, hagan lo que amen hacer. Cuando uno disfruta de lo que hace, cuando se sigue la pasión de uno, ni la fatiga ni el fracaso parecen posibles; aunque se debilite el espíritu, jamás se quiebra.

He sido Secretario de Justicia de los Estados Unidos por apenas algunos meses. Sin embargo, durante cuatro años, me reuní a diario con el Presidente como su abogado. Cada vez que entro a la Casa Blanca y en la Oficina Ovalada, recuerdo la enorme responsabilidad que el Presidente lleva sobre los hombros, y el deber respectivo que nos corresponde a todos los que servimos al pueblo de los Estados Unidos.

El Presidente Bush cuenta con disciplina, concentración y seriedad con relación a sus obligaciones. Creo que es su pasión por los Estados Unidos, por la libertad y por la oportunidad para todos lo que lo mueve. Ama lo que hace: luchar por el pueblo de los Estados Unidos. Y yo amo lo que hago, trabajando a su lado en la defensa de la Constitución y la protección de los derechos de ustedes según la ley.

El trabajo gubernamental suele ser difícil - así como ocurre con la administración de una oficina, el abrir una empresa o criar una familia. No obstante, siempre es más fácil conservar la motivación y exigirse cada vez más cuando uno hace lo que ama.

En segundo lugar, en todo lo que hagan, hagan lo mejor posible. Ésta será una característica que los definirá ante los demás y que les abrirá el camino a los logros en la vida y en la profesión.

Tanto la excelencia como el éxito son realizables a través de la dedicación en el día a día.

Después de los ataques del 11 de septiembre, los que estábamos en la Casa Blanca y en diversas dependencias como el Departamento de Justicia, trabajamos dieciséis horas los siete días de la semana, previendo otro ataque y preparando la estrategia para una respuesta apropiada.

Todos estaban agotados, con los nervios de punta; sin embargo, nos concentramos en la sabiduría y coraje colectivos de lo mejor de los Estados Unidos para la defensa del país.

Hicimos lo mejor que pudimos ayer . . . y anteayer. Sin embargo, la semana que viene presentará nuevos desafíos y tendremos que seguir haciendo lo mejor que podamos.

En tercer lugar, amen a sus familias.

Nada les dará mayor alegría.

Uno de los momentos de mayor orgullo para mí fue cuando acompañé a mi madre de setenta y dos años de edad a la Oficina Ovalada por primera vez para ver al Presidente.

Fue importante para mí poder hacer eso por ella - esa pequeña mujer con casi ninguna educación formal quien, junto con mi padre, se sacrificó toda su vida para mantener a sus hijos. Yo la llevé a la Casa Blanca para agradecerle y mostrarle lo que yo había logrado, gracias a ella y a mi padre.

No hubo conflictos ese día; no hubo penas. Sólo las sonrisas enormes y las risitas incontrolables de mi madre, tan tímida y reservada. Ojalá pudiera brindarle una felicidad como esa todos los días.

Cuando hablo como Secretario de Justicia de los Estados Unidos a los hombres y mujeres de las fuerzas de orden público, siempre insisto en agradecer a sus familias - maridos y esposas, hermanos y hermanas, hijos e hijas que también prestan servicios a los Estados Unidos a través del apoyo brindado a los uniformizados.

Me gusta decirles que, como miembros de las fuerzas de orden público, es posible que ocupen gran parte de sus vidas las detenciones, casos y enjuiciamientos. Estos son importantes. Sin embargo, jamás debemos olvidar nuestras familias. No existe investigación, tarea o condena que reemplace la satisfacción del abrazo de un hijo con adoración, o que sea tan reconfortante como el abrazo amante de un cónyuge leal.

Para lograr el éxito en sus vidas, recuerden que sus familias y sus relaciones son la medida más importante de su éxito y el apoyo más precioso para la continuidad de los logros.

En cuarto lugar, jamás se es demasiado viejo para aprender.

Actualmente, para algunos de ustedes, finaliza su educación formal y comienza su aprendizaje. El aprendizaje es un objetivo esencial que dura la vida entera. No finaliza cuando las puertas del establecimiento de enseñanza se cierran a nuestras espaldas o cuando se seca la tinta en el diploma.

No podemos darnos el lujo de creer que tenemos todas las respuestas, o que ya no necesitamos practicar o estudiar. Cada gran oportunidad y gran logro comienza con el deseo de aprender cosas nuevas y aceptar nuevos desafíos.

Cada momento es un momento de aprendizaje, si mantenemos nuestras mentes abiertas, alertas y listas.

Veo esto todos los días en este trabajo. Desde informar al Presidente hasta reunirme con los principales líderes del orden público del país; desde rastrear los más recientes acontecimientos en la inteligencia exterior a acompañar los enjuiciamientos de terroristas; desde hablar a grupos cívicos y escuchar a ciudadanos privados, cada día abre una nueva oportunidad de servir al pueblo de los Estados Unidos - y de que este Secretario de Justicia de los Estados Unidos pueda seguir aprendiendo.

En quinto lugar, recuerden sus orígenes. Jamás olviden sus raíces.

Hace unos días, concurrí a una cena en conmemoración del Cinco de Mayo en el Jardín de Rosas, con el Presidente y la Primera Dama como anfitriones. Desde mi ubicación ventajosa en la mesa, podía ver claramente dentro de la Oficina Ovalada como la bandera de los Estados Unidos se agitaba orgullosa arriba del Antiguo Edificio de la Oficina Ejecutiva adyacente. Mientras escuchaba a los diversos músicos esa noche, pensé mucho sobre mi herencia, mi hermosa cultura y sobre las oportunidades maravillosas que he tenido en nuestros amados Estados Unidos.

Mis abuelos eran inmigrantes mexicanos. Recuerdo haberlos visitado cuando era pequeño - no había teléfono, televisión, agua caliente corriente, no había inodoro de porcelana; utilizábamos un excusado exterior cerca de las vías del tren que pasaban por la parte de atrás de la propiedad. Mis padres también recibieron muy poca educación formal y, en mi propia casa, tampoco teníamos agua caliente corriente o teléfono.

Todos sabemos que el entorno y las relaciones afectan la perspectiva que uno tiene de la vida.

Cuando se crece con poco, se aprende a sentir gratitud por la más pequeña de las comodidades. Creo que también se aprecia más la gentileza de los demás; se recuerda a los que lo ayudaron a uno y el orgullo que uno siente por sus realizaciones es mayor.

Egresados, es mucho lo que les han brindado para que lograran llegar a este punto. Sus profesores, consejeros, padres y familias han hecho sacrificios y los han incentivado. Jamás se olviden de eso. Ahora tienen un título. Sin embargo, eso no los convierte en mejores personas; apenas significa que han recibido más educación.

Yo he vivido el sueño estadounidense. Durante mis viajes por el país, he conocido a muchas personas que también han aprovechado la promesa de los Estados Unidos . . . personas como ustedes. Tenemos la obligación de unirnos en una causa noble que garantice la oportunidad del sueño estadounidense para nuestros hijos y las futuras generaciones de jóvenes estadounidenses.

Finalmente, lo más importante: tomen la vida que Dios les ha dado y hagan algo significativo.

Hace algunos meses, el mundo se puso de luto con el anuncio del fallecimiento de Papa Juan Pablo Segundo. A medida que pasan los días y todos recordamos los logros de este hombre notable, mucha de la tristeza se va reemplazando por gratitud, alegría y admiración.

La vida del Papa Juan Pablo fue dedicada a la asistencia y debe celebrarse. Fue una vida que valió la pena vivir. Piensen en la alternativa . . . la tristeza de una vida que termina desapercibida, sin haber hecho nada significativo, sin haber dejado una marca como prueba de la existencia de uno.

Puede parecer egoísta pretender que lo recuerden a uno; sin embargo, creo realmente que la vida nos es dada para que hagamos algo significativo con ella - para que dejemos un par de huellas para que los demás sigan. Nuestras vidas y el mundo en el que vivimos sólo serán mejores con nuestros logros y los logros de los demás.

Por lo tanto, manos a la obra. El Presidente les dijo a los miembros de su Gabinete que, aunque sea nuestro segundo gobierno, no estamos aquí para jugar un poco de béisbol; estamos aquí para jugar a lo grande, para el gran inning. Esa es la mentalidad que debe servir de motivación para cada aspecto de nuestras vidas.

¡Manos a la obra!

Egresados, nuevamente gracias por permitirme compartir con ustedes este día tan especial. Mis hijos crecerán en un mundo al que ustedes darán forma y que encabezarán en el futuro. Por lo tanto, espero que aprendan bien éstas y otras lecciones de la vida.

Rezo a Dios que siga cuidando a ustedes y a sus familias, que siga iluminando sus decisiones y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

¡Felicitaciones y buena suerte!

 

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