Sello del Departamento de Justicia
Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos, Alberto R. Gonzales
Conferencia del Consejo de Supervisores de la Institución Hoover
28 de febrero de 2005

Gracias, General Meese, por su presentación y por su servicio distinguido a Estados Unidos. Cuando el General Meese dejó el Departamento de Justicia, el presidente Ronald Reagan le saludó, diciendo que había dirigido el Departamento con valor y vigor, y dejó tras de sí un historial de logros sobresalientes. Como en tantas otras cosas, el presidente Reagan estaba exactamente en lo correcto.

Agradezco a la Institución Hoover, al director John Raisian y al Consejo de Supervisores la invitación para reunirme aquí con ustedes. Durante décadas, los hombres y mujeres de la Institución Hoover han tenido un impacto positivo y perdurable sobre nuestra nación - desde su papel en la diseminación de los ideales que ganaron la Guerra Fría hasta el desarrollo de políticas que continúan extendiendo la libertad y transforman nuestra sociedad.

Es un honor estar aquí con ustedes.

Llevo ya unas tres semanas en el Departamento de Justicia. Ha habido ajustes. En lo personal, ya tenía el gusto de conocer a 30 de las personas que integran mi equipo de trabajo en la Oficina del Consejo; me va a llevar un poco más para llegar a conocer a mi nuevo equipo de 110,000 personas. Ya no me permiten caminar libremente cuando visito la Casa Blanca - ahora necesito una escolta y esta porta gafetes y pistolas. Como un antiguo soldado de la Fuerza Aérea con dos galones en la manga, todavía me es difícil acostumbrarme al título de General. Pero tal vez el mayor cambio ha sido el pasar, de servir a quizás el cliente más poderoso del mundo, a procurar la justicia para una base de clientes de cientos de millones de ciudadanos estadounidenses.

Mi esposa, Rebecca, está aquí conmigo. Ella y yo asistimos anoche a una cena para los gobernadores de la nación, en el Salón Este de la Casa Blanca. Aunque serví cuatro años como Abogado para nuestro Presidente, entrar a la Casa Blanca sigue siendo una experiencia increíble que genera un sentimiento de humildad en mí. El saludar al Presidente en la cena me trajo hermosas remembranzas de cuando trabajaba como su abogado. Y cuando él se dirigió a mí como el Secretario de Justicia de los Estados Unidos, sentí orgullo y gratitud. Durante toda la velada, Gobernadores diversos de todos los rincones de Estados Unidos se acercaron a mí con temas jurídicos particulares - subrayando así para mí el hecho de que ahora represento no solo a un cliente, sino a todos ustedes, el pueblo de Estados Unidos, un país con sueños compartidos.

Es en este contexto que quiero y explicar mi visión para el Departamento de Justicia de Estados Unidos y hablar con ustedes sobre parte de lo que espero lograr durante mi período como Secretario de Justicia de los Estados Unidos.

En dondequiera que pugnamos por reivindicar la justicia - desde luchar en la guerra contra el terrorismo hasta combatir la delincuencia violenta, de enjuiciar el fraude corporativo a proteger y hacer valer derechos civiles - nuestra misión es clara: extender la libertad, ampliar las oportunidades y proteger la dignidad humana y el concepto de justicia igualitaria para todos.

Nuestra responsabilidad en el Departamento de Justicia es defender estos principios - en contra de todo enemigo, extranjero y nacional - para que todo estadounidense tenga una oportunidad justa de realizar la promesa que ofrece Estados Unidos.

Estos son valores que llevo en lo profundo de mi corazón. Mi familia y yo tenemos la bendición de poder llamar a Estados Unidos nuestro hogar y de que se nos haya dado la oportunidad de lograr el sueño estadounidense. Mis esperanzas y las aspiraciones de muchos otros con historias similares se reflejan en las palabras de la Declaración de Independencia y en la Constitución, y están garantizadas por nuestras leyes que proveen justicia por igual a todos. Y por tradición y por ley, es en muchos aspectos es el Secretario de Justicia de los Estados Unidos quien sirve como guardián de esas esperanzas y garantiza que ese sueño esté disponible para todos nuestros hijos y para generaciones futuras. Para mí, esto es lo que representa el Departamento de Justicia y esto es lo que tendré en mente cotidianamente mientras trabajo en pro de nuestra nación.

¿Qué es lo que este ideal significa en términos concretos y prácticos para lo que nosotros hacemos en el Departamento? Significa que debemos proseguir la lucha de manera incansable para defender la libertad y seguridad de Estados Unidos mientras construimos una sociedad más libre y más justa con igualdad y oportunidad para todos.

La máxima prioridad del gobierno de Estados Unidos sigue siendo la protección de nuestros ciudadanos en contra de un tipo de enemigo con el que no estemos familiarizados, uno que no comparte nuestros valores ni aprecia la vida, ni respeta el estado de derecho. Este enemigo está totalmente dispuesto a buscar el asesinato en masa de estadounidenses inocentes y la destrucción de nuestro estilo de vida para poder lograr sus objetivos. Por esta razón, debe ser derrotado. Sin seguridad no puede haber una verdadera libertad y no podemos cesar nuestro afán de satisfacer lo que es la más básica obligación de un gobierno. Se ha logrado un gran progreso durante los últimos tres años en lo tocante a aumentar nuestra seguridad aquí en casa, gracias a la ardua labor de millones de hombres y mujeres de las fuerzas del orden público federales, estatales y locales, en nuestra comunidad de servicios de inteligencia y en el sector militar.

Empero este mismo éxito nos enfrenta a un nuevo desafío: conforme transcurren los meses y los años desde el 11 de septiembre, la complacencia se convierte en nuestro enemigo. Es por demás humano querer ahuyentar de nuestra mente el horror perpetrado a miles de nuestros conciudadanos y sus familias.

Mas no debemos olvidar las penas individuales que causaron esos ataques brutales, ilícitos y sin provocación. Cada víctima tenía su propio relato y debemos fortalecer nuestra determinación recordándolos. Permítanme un momento para recordar una de esas víctimas, cuya historia se relata en un libro de publicación reciente acerca de la lucha por sobrevivir dentro de las Torres Gemelas.

Tom McGinnis, un operador de valores que asistía a una reunión especial de Carr Futures en el 92º piso de la Torre Norte llamó a su esposa a las 10:20 a.m. del 11 de septiembre.

"Esto se ve muy, muy mal", dijo él.

"Lo sé", dijo la Sra. McGinnis, quien había albergado esperanzas de que su reunión hubiese concluido antes del impacto del aeroplano.

"Esto es malo para el país, parece la Tercera Guerra Mundial". Algo en la voz de su esposo alarmó a la Sra. McGinnis.

"¿Estás bien, sí o no?, exigió ella.

"Estamos en el 92º piso en un cuarto del cual no podemos salir", dijo Tom.

"¿Quién está contigo?" preguntó ella.

Tom mencionó tres viejos amigos - Joey Holland, Brendan Dolan y Elkin Yuen.

"Te amo", dijo él. Y luego mencionó a la hija de ambos. "Cuida a Caitlin".

La Sra. McGinnis no estaba lista para escuchar una despedida. "No pierdas la calma", le instó. "Ustedes son tipos duros, son inventivos. Van a poder salir de ahí".

"Es que no entiendes", dijo Tom, "hay gente saltando de los pisos que están arriba de nosotros". Tom McGinnis de nuevo le dijo a su esposa que la amaba a ella y a Caitlin.

"No cuelgues", le rogó.

"Tengo que tenderme en el piso", dijo él.

La conexión telefónica se desvaneció.

Para las familias de las víctimas del 11 de septiembre, estas heridas que traspasan el corazón aún están frescas y nunca sanarán en realidad. Y así debería ser para todos nosotros, si hemos de tener la fortaleza y la determinación necesarias para defender a Estados Unidos.

A pesar de nuestros éxitos al capturar o ultimar a muchos líderes terroristas, al destruir sus bases de operaciones en Afganistán y en otros lados, al erguir las defensas de nuestro país y al ayudar a diseminar la libertad alrededor del mundo, la amenaza que representa al-Qaeda y otros grupos similares es todavía sumamente real.

No podemos darnos el lujo de suponer que la tranquilidad de hoy significa paz para mañana. Como nos lo recordó el presidente Bush recientemente, "No podemos permitir que el paso del tiempo o la ilusión de seguridad debilite nuestra determinación en esta nueva guerra".

En el Departamento de Justicia estamos profundamente conscientes de la amenaza continua que representan los terroristas - lo veo cada mañana cuando comienzo mi día con una reunión informativa de inteligencia. La semana pasada viajé por primera vez como Secretario de Justicia de los Estados Unidos. Visité Carolina del Sur, donde los fiscales de las oficinas de los Abogados de Estados Unidos que están en el frente de batalla se reunían para hablar sobre las lecciones y los éxitos de nuestros Consejos Asesores Antiterroristas.

Estos hombres y mujeres valientes y dedicados trabajan todos las días para rastrear, trastocar y procesar terroristas. Les debemos gracias y debemos seguir brindando de manera continua nuestro apoyo a su labor con las herramientas y los recursos apropiados. Los oficiales de las fuerzas del orden público y los fiscales nos dicen reiteradamente que una de las armas más importantes que ellos tienen en su guerra contra el terrorismo es la Ley PATRIOTA DE EE.UU.A.

Después del 11 de septiembre, el Departamento de Justicia preguntó a las fuerzas del orden público: "¿Qué necesitan para proteger mejor a nuestros ciudadanos?" Durante dos meses nuestros líderes de elección pública se reunieron, comentaron y debatieron nuestras leyes y nuestras opciones bajo la Constitución. El gobierno del presidente Bush trabajó en colaboración estrecha con ambos partidos en el Congreso para conformar una propuesta que le dio a las fuerzas del orden público las herramientas necesarias para garantizar la seguridad de la patria protegiendo al mismo tiempo nuestras libertades. Es importante notar que este período de intensos debates precedió a la promulgación de la Ley PATRIOTA - aun mientras nuestra nación se preocupaba por otro ataque enemigo inminente.

Tres años después, podemos decir que la Ley PATRIOTA está funcionando: ha ayudado a impedir ataques terroristas adicionales. Mientras contemplamos los desafíos del futuro, es importante recordar la razón por la cual la Ley PATRIOTA es tan eficaz. Primero, la Ley redujo el muro burocrático que separaba a las fuerzas del orden público de la comunidad de servicios de inteligencia. Segundo, la Ley garantizaba que las fuerzas del orden público pudieran dar batalla al terrorismo al utilizar muchas de las herramientas legales que por largo tiempo se usaron para combatir a los contrabandistas de estupefacientes, a los mafiosos y a otros delincuentes.

Algunas de estas disposiciones importantes van a expirar a fines de 2005. Pero como el Presidente ha advertido, la amenaza terrorista no va a expirar en esas fechas. Las deliberaciones venideras del Congreso respecto a la reautorización de la Ley PATRIOTA son importantes. El debate y la discusión reflejan nuestra fortaleza como democracia. Todos compartimos el mismo objetivo: otorgarle a las fuerzas del orden público la herramientas que necesitan para conservar a Estados Unidos a salvo, mientras que al mismo tiempo honramos nuestros valores; y anticipo escuchar los puntos de vista de otros sobre esta cuestión crucial. Estoy dispuesto a apoyar mejoras a nuestras leyes que hacen de Estados Unidos una nación más segura. Lo que no apoyaré son cambios en la ley que harían de Estados Unidos un país más vulnerable a ataques terroristas.

Conforme tomamos medidas para impedir otro ataque en contra de Estados Unidos, el Departamento también actuará enérgicamente en otras áreas para promover una justicia igualitaria para todos. Permítanme hablar por unos momentos acerca de seis de esas áreas; la iniciativa Presidencial Proyecto de Vecindarios Seguros; derechos de víctimas; reforma inmigratoria; enjuiciamientos por obscenidad; tráfico humano; y jueces.

Durante los últimos cuatro años, el Presidente ha retado al Departamento de Justicia a colaborar con nuestras fuerzas del orden público federales, estatales y locales para reducir la tasa de incidencia de delitos violentos, delitos cometidos con armas de fuego y el tráfico de drogas ilícitas. Hemos respondido a ese desafío. Hoy en día la delincuencia se encuentra en su punto más bajo en 30 años.

El Proyecto de Vecindarios Seguros del Presidente - que coordina los esfuerzos de las fuerzas del orden público federales, estatales y locales para acabar con los delitos cometidos con armas de fuego - ha sido una razón clave para el éxito logrado y un ejemplo de la colaboración que el Presidente ha exigido. Y de la misma manera nuestra iniciativa inspirada en el Proyecto de Vecindarios Seguros, los Equipos de Impacto Contra Delitos con Lujo de Violencia [Violent Crime Impact Teams (VCIT)]. La iniciativa VCIT ha demostrado cómo podemos combatir la delincuencia de una manera mejor, extender la libertad y abrir nuevas oportunidades en aquellas comunidades en donde se había perdido toda esperanza.

A la fecha, nuestros Equipos de Impacto Contra Delitos con Lujo de Violencia capitaneados por el ATF han entrado en 15 ciudades que necesitaban refuerzos en contra de la delincuencia. Estos equipos incluyen asimismo agentes de la DEA, Agentes del Alguacil de EE.UU., policías estatales y alguaciles de los condados; oficiales de libertad probatoria; y fiscales federales y estatales. Trabajando en conjunto han podido eliminar de nuestras calles a los delincuentes más violentos y peligrosos.

El progreso hasta ahora en esas 15 de nuestras ciudades, en tan solo los primeros nueve meses, ha sido sobresaliente. Estamos ahora en el proceso de ampliar este programa a nuevas comunidades. Hoy, me complace anunciar que fuerzas de ataque de VCIT pronto estarán en las calles de cinco ciudades adicionales: Hartford, Connecticut; Houston, Texas; Fresno, California; Camden, Nueva Jersey; y Nueva Orleans, Louisiana.

Mientras combatimos la delincuencia, debemos al mismo tiempo defender los derechos de las víctimas de delitos y asistirles en su recuperación. Esa es la razón por la cual este Gobierno ha sido el primero en instar al Congreso a que apruebe la Enmienda de Derechos de Víctimas, la cual garantizaría que las víctimas tuvieran un derecho constitucional a la información relacionada con los procedimientos y a participar apropiadamente en los mismos. Esta es una prioridad para el Presidente y una Prioridad para mí.

Aplaudo al Congreso por promulgar la Ley de Justicia para Todos, la cual fortaleció protecciones para las víctimas. En la actualidad, el Departamento de Justicia trabaja con ahínco para implementar esas medidas, las cuales mejoran el acceso de las víctimas de delitos a la información pertinente a los procesos penales y les otorga una voz más fuerte a la hora de ver que se haga justicia. Adicionalmente, pronto expediré directrices para asistencia a víctimas y testigos para que los empleados del Departamento de Justicia entiendan plenamente su responsabilidad para con las víctimas.

Otra área que mejoraremos es la administración de las leyes inmigratorias. Anualmente cientos de miles de inmigrantes vienen a este país con la visión de una vida mejor. Ellos también tienen esperanzas de ser parte de un país con sueños compartidos. Los jueces de inmigración del Departamento y la Junta de Apelaciones de Inmigración toman decisiones importantes todos los días sobre a qué extranjeros se les concederá asilo y quienes serán expulsados a sus propios países. Al hacerlo, están responsabilizados de proteger la seguridad del pueblo estadounidense así como garantizar que aquellos que reúnen los requisitos necesarios para recibir asilo reciban la protección de esta gran nación.

El Departamento de Justicia defiende estas decisiones sobre inmigración en los tribunales de apelación federales. Pero sabemos que el Departamento y los tribunales federales se ven agobiados por la carga de un sistema de litigación inmigratoria que funciona deficientemente. Bajo el presente sistema, los delincuentes extranjeros generalmente reciben más oportunidades de que sus órdenes de expulsión sean objeto de una revisión judicial que los extranjeros que no son delincuentes. Los extranjeros deben recibir audiencias que son justas y completas. Pero las reformas garantizarían que el sistema no recompense a los delincuentes ni sobrecargue a nuestro sistema de tribunales con apelaciones innecesarias. Tales reformas están hoy esperando en el Congreso, e insto a esa institución a actuar con premura para aprobar estas medidas y enviarlas al Presidente para su firma.

Otra área en la cual yo continuaré promoviendo la causa de la justicia y la dignidad humana es en el enjuiciamiento dinámico de proveedores de material obsceno. Estoy firmemente comprometido a garantizar el derecho a la libertad en el uso de la palabra; el derecho de ciudadanos comunes y corrientes y de la prensa a hablar y expresar sus puntos de vista y sus ideas es uno de los puntos más fuertes de nuestro sistema de gobierno, pero el material obsceno no está protegido por la Primera Enmienda, y yo estoy comprometido a procesar estos delitos enérgicamente. A manera de ejemplo, recientemente, el Departamento anunció nuestra apelación en un enjuiciamiento importante de un caso de obscenidad en Pittsburgh, el cual incluía material que ilustraba violación, agresión sexual y una variedad de otras conductas degradantes. He ordenado a funcionarios del Departamento que revisen cuidadosamente las leyes federales para ver cómo podríamos fortalecer nuestra mano al procesar casos de obscenidad.

El Presidente también se ha comprometido con firmeza a combatir una de los males morales más perniciosos en el mundo hoy en día: el tráfico de seres humanos, la esclavitud de la era moderna. Esta abominación no existe únicamente en otras tierras; existe aquí, en nuestra tierra. Hoy sus víctimas generalmente son extranjeros, muchas de ellas mujeres y menores, contrabandeadas a nuestro país y retenidas en cautiverio, tratadas como mercancía, despojadas de su humanidad.

En un caso en Nueva Jersey, por ejemplo, dos inculpados trabaron amistad con jovencitas que trabajaban en una taquería a la orilla de un camino en México. Les ofrecieron contrabandearlas a Estados Unidos, darles una oportunidad de buscar "marido" y una vida mejor. Sin embargo, una vez aquí, las jóvenes encontraron el cautiverio en un burdel. A través del aislamiento, de golpizas, amenazas y cohecho psicológico, las jóvenes fueron forzadas a cometer actos de prostitución, con frecuencia más de seis veces diarias. Todo el dinero debía ser entregado a los inculpados. Bajo las "reglas de la casa", a las jóvenes no se les permitía tener ningún contacto externo o tan siquiera hablar entre sí. La División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia encausó y condenó a cinco acusados en este caso, los dos cabecillas recibieron como pena 17 años en prisión.

Este es un solo ejemplo. El Departamento de Justicia ha estado sumamente activo, mostrando un gran aumento en enjuiciamientos e investigaciones en esta área y continuaremos haciéndolo durante mi período en funciones. Nos hemos asociado con otras dependencias federales para crear más de 20 grupos de trabajo contra el tráfico humano por todo el país. Pero aún hay más por hacer.

Estados, gobernadores y legislaturas pueden ayudar al aprobar leyes contra el tráfico humano. El Departamento de Justicia ha creado una ley contra el tráfico humano que puede servir como modelo a nivel estatal y tengo la intención de enviar una copia a cada gobernador y líder de la legislatura en esos más de 40 estados que aún no cuentan con sus propias leyes contra el tráfico humano.

En lo tocante a proteger las vidas y la dignidad de nuestros ciudadanos, el pueblo estadounidense espera y merece un Departamento de Justicia - y un gobierno - guiado por el estado de derecho e inspirado en el amor por sus libertades.

Sin embargo, no se puede extender la libertad y las oportunidades a todo estadounidense a menos que tengamos justicia en los tribunales. Y no podemos tener justicia en los tribunales sin jueces que respeten la Constitución.

Esta es la razón por la cual el presidente Bush ha nominado sistemáticamente a la judicatura hombres y mujeres de integridad, carácter y excelencia profesional. Cada uno de ellos es una persona que cree en una interpretación estricta y fiel de la ley. Creen, como lo escribió Alexander Hamilton en Federalist No. 78, que "Los tribunales deben declarar el sentido de la ley; y si estuvieran dispuestos a ejercer VOLUNTAD en lugar de DISCERNIMIENTO, la consecuencia sería igualmente la sustitución de su propio gusto a aquel del cuerpo legislativo".

Nuestro sistema de gobierno representativo y nuestros tribunales requieren de hombres y mujeres que entiendan que este es el papel apropiado para los jueces, y el Senado debe jugar su papel constitucional apropiado en este proceso. He visto de primera mano la crisis y la carga administrativa creada por la demora en la consideración de las personas nombradas por el Presidente.

Es verdad que muchas de las personas nombradas por el Presidente han recibido votos a favor o en contra de su nominación que han sido confirmados. Pero bajo nuestro sistema, todo candidato tiene derecho a un voto a favor o en contra. Y a varios de los candidatos del Presidente para los tribunales de apelaciones se les han negado esos votos, aun cuando esos candidatos son personas eminentemente calificadas, altamente consideradas por el Colegio de Abogados de Estados Unidos y recibirían el apoyo de la mayoría si a la totalidad del Senado se le permitiera emitir su voto sobre su candidatura. Esa situación debe cambiar y yo quiero trabajar con miembros del Senado para encontrar una solución. Sabemos que algún día tendremos una vacante en la Corte Suprema - quizás no sea durante este Período o el siguiente, pero va a ocurrir - y es imperativo que este proceso sea reparado antes de que lleguemos a ese punto. Si un Presidente nomina a una persona que reúne los requisitos necesarios para servir en la Judicatura y esa persona tiene el apoyo de la mayoría del Senado, entonces bajo nuestro sistema ese candidato debe ser confirmado.

Este año hace ya setenta y cinco años que el hombre por quien la Institución Hoover fue nombrada presentó una visión de nuestra nación. Los años de servicio público de Herbert Hoover fueron guiados por la creencia de que el sacrificio de Estados Unidos al defender la libertad en el extranjero fortalecería los valores que fundaron de nuestra nación: la libertad, la justicia, la dignidad humana y, lo que es más importante, oportunidades de superación.

"La igualdad de oportunidades es el derecho de todo estadounidense - rico o pobre, extranjero u oriundo del país, independientemente de sus creencias o del color de su piel", dijo Herbert Hoover. "Únicamente a partir de la confianza de que este derecho se conservará puede derivarse ese valor y esperanza ilimitadas que estimulan a cada hombre o mujer individual a emprender y lograr".

Es un testamento a la visión y liderazgo de nuestros Padres Fundadores y a hombres como los presidentes Hoover, Reagan y George W. Bush que hoy el Departamento de Justicia continúa defendiendo los ideales que han trascendido tiempo y generaciones y ha transformado al mundo.

Prometo a ustedes que haré todo lo que pueda como vuestro Secretario de Justicia de los Estados Unidos para defender esta visión y estos valores. Lucharemos por el ideal de justicia que expresa la Constitución - un ideal que no soslaya ningún deber ni desapercibe obligación alguna para la salvaguarda y seguridad de nuestros ciudadanos. Lucharemos por la justicia que protege la existencia de oportunidades y eleva toda vida. Somos un país y este es el sueño que todos compartimos.

Gracias una vez más por recibirme aquí hoy. Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias, qué Él continúe guiando vuestras decisiones y que Él continúe bendiciendo a Estados Unidos de América.

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