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Oficina del Secretario de Prensa
24 de septiembre de 2008

Discurso del Presidente a la Nación
State Floor

9:01 P.M. EDT

EL PRESIDENTE: Buenas noches. Éste es un periodo de carácter extraordinario para la economía estadounidense. Durante las últimas semanas, muchos estadounidenses han sentido inquietud sobre sus finanzas y su futuro. Comprendo su preocupación y su frustración. Hemos visto cambios de tres dígitos en la bolsa de valores. Instituciones financieras importantes han estado al borde del colapso, y algunas han quebrado. La incertidumbre ha aumentado, muchos bancos han restringido los préstamos. Los mercados crediticios están congelados. Y las familias y empresas tienen mayores dificultades para sacar préstamos.

President George W. Bush addresses the nation from the East Room of the White House, Wednesday evening, Sept. 24, 2008, on the nation's financial crisis. President Bush has invited legislative leaders from the House and Senate, including both Presidential candidates, to a meeting Thursday at the White House to discuss a bipartisan plan to rescue the economy. White House photo by Eric Draper Nos encontramos en medio de una seria crisis financiera, y el gobierno federal está respondiendo con medidas decisivas. Hemos aumentado la confianza en los fondos mutuos de inversión (en activos) del mercado de dinero, y tomamos medidas para evitar que grandes inversionistas intencionalmente reduzcan el valor de las acciones para su lucro personal.

Lo que es más importante, mi gobierno está trabajando con el Congreso para abordar la causa de la inestabilidad en nuestros mercados. Los activos financieros relacionados con las hipotecas residenciales han perdido valor durante el deterioro del sector vivienda. Y los bancos que tienen estos activos han restringido el crédito. Como resultado, toda nuestra economía está en peligro. Por lo tanto, he propuesto que el gobierno federal reduzca el riesgo que representan estos activos problemáticos, y proporcione el dinero que necesitan urgentemente bancos y otras instituciones financieras, para que puedan evitar el colapso y reanuden los préstamos.

Estas medidas de rescate no están dirigidas a resguardar ninguna compañía ni sector individual; están dirigidas a resguardar la economía de Estados Unidos en general. Ayudarán a los consumidores y empresas estadounidenses a obtener crédito para satisfacer sus necesidades cotidianas y generar empleo. Y ayudarán a enviar una señal a los mercados de todo el mundo de que el sistema financiero de Estados Unidos nuevamente va por buen camino.

Sé que muchos estadounidenses tienen preguntas esta noche: ¿Cómo llegamos a este punto en nuestra economía? ¿Cómo funcionará la solución que he propuesto? ¿Y qué significa esto para el futuro financiero de ustedes? Éstas son buenas preguntas y merecen respuestas claras.

En primer lugar, ¿cómo llegó nuestra economía a este punto?

Bueno, la mayoría de los economistas concuerdan en que los problemas que estamos presenciando hoy se desarrollaron durante un largo periodo de tiempo. Durante más de una década, una enorme cantidad de dinero entró a Estados Unidos proveniente de inversionistas en el extranjero, porque nuestro país es un lugar atractivo y seguro para hacer negocios. Este gran flujo de dinero a los bancos e instituciones financieras de Estados Unidos -junto con bajas tasas de interés- facilitó que los estadounidenses recibieran crédito. Esto permitió que más familias pidieran préstamos para autos y viviendas y matrículas universitarias- algunas por primera vez. Esto permitió que más empresarios obtuvieran préstamos para iniciar pequeñas empresas y generar empleo.

Desafortunadamente, también hubo ciertas consecuencias negativas serias, particularmente en el sector vivienda. El crédito fácil -combinado con la falsa suposición de que el valor de las viviendas continuaría aumentando- llevó a excesos y malas decisiones. Muchos prestamistas hipotecarios aprobaron préstamos para prestatarios sin examinar detenidamente su capacidad de pago. Muchos prestatarios sacaron préstamos mayores a lo que podían pagar, dando por sentado que podrían vender o refinanciar sus casas a un precio más alto posteriormente.

El optimismo sobre el valor de las viviendas también llevó a un auge en la construcción residencial. Llegó un momento en que el número de casas nuevas superó el número de personas dispuestas a comprarlas. Y ya que la oferta superaba la demanda, el precio de casas bajó. Y esto creó un problema: Los prestatarios con préstamos hipotecarios de tasa ajustable que habían planeado vender o refinanciar sus casas a un precio más alto se quedaron estancados con casas que valían menos de lo esperado, además de hipotecas que no podían pagar. Como resultado, muchas personas con préstamos hipotecarios comenzaron a dejar de pagarlos.

Este incumplimiento generalizado tuvo efecto mucho más allá del mercado de vivienda. Miren, hoy en día, en el sector de hipotecas, los préstamos de vivienda a menudo son agrupados en un paquete y convertidos en productos financieros llamados "valores respaldados por préstamos hipotecarios". Estos valores fueron vendidos a inversionistas en todo el mundo. Muchos inversionistas supusieron que estos valores eran seguros, e hicieron pocas preguntas sobre su verdadero valor. Dos de los principales compradores de valores respaldados por hipotecas eran Fannie Mae y Freddie Mac. Debido a que dichas empresas fueron constituidas por el Congreso, muchos creían que estaban avaladas por el gobierno federal. Esto permitió que pidieran prestadas enormes cantidades de dinero, incentivaran el mercado de inversiones cuestionables y pusieran en peligro nuestro sistema financiero.

El deterioro del mercado de vivienda puso en marcha un efecto dominó en toda nuestra economía. Cuando las viviendas se devaluaron, los prestatarios dejaron de cumplir con sus pagos hipotecarios, y los inversionistas que tenían valores respaldados por hipotecas comenzaron a sufrir pérdidas considerables. Al poco tiempo, estos valores perdieron toda confianza del mercado, al punto en que no se estaban comprando ni vendiendo. Los bancos de inversión como Bear Stearns y Lehman Brothers se vieron sobrecargados de grandes cantidades de activos que no podían vender. Se les acabó el dinero que necesitaban para cumplir con sus obligaciones inmediatas. Y enfrentaron un colapso inminente. Otros bancos se vieron en serias dificultades económicas. Estos bancos comenzaron a aferrarse a su propio dinero, y los préstamos se acabaron, y los engranajes del sistema financiero estadounidense comenzaron a detenerse.

Ya que la precariedad de la situación aumentaba día a día, me vi en la necesidad de tomar una decisión: O intervenir con medidas gubernamentales drásticas o retirarme y permitir que las acciones irresponsables de algunos menoscaben la seguridad financiera de todos.

Creo firmemente en la libre empresa. Entonces, mi instinto natural es oponerme a la intervención gubernamental. Considero que se debe permitir que las empresas que toman malas decisiones cierren. Bajo circunstancias normales, habría seguido ese camino. Pero éstas no son circunstancias normales. El mercado no está funcionando debidamente. Ha habido una pérdida de confianza generalizada. Y existe el peligro de que cese el funcionamiento de sectores importantes del sistema financiero de Estados Unidos.

Los principales expertos en economía del gobierno advierten que sin acción inmediata por el Congreso, Estados Unidos caería en un pánico financiero y sobrevendría una situación preocupante:

Más bancos quebrarían, entre ellos algunos en las comunidades cercanas a usted. La bolsa de valores se devaluaría aun más, lo que reduciría el valor de su cuenta de ahorros para su jubilación. El valor de su casa se desplomaría. Las ejecuciones hipotecarias aumentarían considerablemente. Y si tiene un negocio o una granja, le resultaría más difícil y más costoso obtener crédito. Más empresas cerrarían sus puertas, y millones de estadounidenses podrían perder el empleo. Incluso si usted tiene un buen historial crediticio, sería más difícil que obtuviera el préstamo necesario para comprar un auto o enviar a sus hijos a la universidad. Y a fin de cuentas, nuestro país pasaría por una larga y dolorosa recesión.

Conciudadanos: No debemos permitir que esto suceda. Agradezco la labor de los líderes de ambos partidos en ambas cámaras del Congreso para hacerle frente a este problema. y para hacer mejoras a las propuestas que mi equipo les ha remitido. Existe un espíritu de cooperación entre demócratas y republicanos, y entre el Congreso y el poder ejecutivo. Con ese espíritu, he invitado a los senadores McCain y Obama a unirse a líderes del Congreso de ambos partidos en la Casa Blanca mañana para ayudar a acelerar nuestras conversaciones para una propuesta refrendada por ambos partidos.

Sé que el conjunto de medidas de rescate económico será un voto difícil para muchos miembros del Congreso. Es difícil aprobar un proyecto de ley que utiliza tanto del dinero que los contribuyentes han ganado con tanto esfuerzo. También comprendo la frustración de los estadounidenses responsables que pagan sus préstamos hipotecarios a tiempo, presentan sus declaraciones de impuestos puntualmente el 15 de abril y están renuentes a pagar el costo de los excesos en Wall Street. Pero dada la situación que enfrentamos, no aprobar un proyecto de ley ahora les costaría a estos estadounidenses mucho más posteriormente.

Muchos estadounidenses se están preguntando: ¿Cómo funcionaría un plan de rescate?

Tras muchas conversaciones, ahora existe un acuerdo generalizado en los principios que incluiría tal plan. Eliminaría el riesgo que representan los activos problemáticos -incluidos los valores respaldados por hipotecas- que actualmente están causando un embotellamiento en el sistema financiero. Esto permitiría que los bancos tuvieran la libertad de reactivar el flujo de crédito a las familias y empresas estadounidenses. Todo plan de rescate también debe estar concebido de forma que asegure que los contribuyentes estén protegidos. Debe acoger la participación de instituciones financieras, grandes y pequeñas. Debe asegurarse de que los malos ejecutivos no reciban una fortuna derivada del dinero de los contribuyentes. Se debe constituir una junta de miembros de ambos partidos para supervisar la implementación del plan. Y se debe promulgar lo antes posible.

En consultas directas con el secretario de Tesoro Hank Paulson, el presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke y el presidente de la Comisión de Valores y Cambio Bursátil (Securities and Exchange Commission o SEC) Chris Cox, anuncié un plan el viernes. En primer lugar, el plan es suficientemente extenso como para resolver un problema serio. Conforme a nuestra propuesta, el gobierno federal proporcionaría $700,000 millones del dinero de los contribuyentes para comprar activos problemáticos que están causando un embotellamiento del sistema financiero. A corto plazo, esto permitiría que los bancos pudieran reanudar el flujo de crédito a las familias y empresas estadounidenses. Y esto contribuiría al crecimiento de nuestra economía.

En segundo lugar, ya que el mercado ha perdido confianza en valores respaldados por hipotecas, los precios han bajado considerablemente. Sin embargo, el valor de muchos activos probablemente será más alto que su precio actual, porque en última instancia la gran mayoría de los estadounidenses pagará sus préstamos hipotecarios. El gobierno es la única institución con la paciencia y recursos para comprar estos activos a sus actuales precios bajos y retenerlos hasta que el mercado regrese a la normalidad. Y cuando eso suceda, el dinero volverá a fluir al Tesoro a medida que se vendan dichos activos. Y tenemos previsto que gran parte, si no todo, del dinero de los contribuyentes que invirtamos será devuelto.

Una pregunta final es: ¿Qué significa esto para nuestro futuro económico?

Los pasos. el propósito fundamental de los pasos que he descrito esta noche es resguardar la seguridad financiera de los trabajadores y las familias y pequeñas empresas estadounidenses. El gobierno federal también continúa velando por el cumplimiento de las leyes y normas que protegen el dinero de ustedes. El Departamento del Tesoro recientemente ofreció seguro respaldado por el gobierno para los fondos mutuos de inversión en el mercado de dinero. Y por medio de la Corporación de Seguro Federal para Depósitos (Federal Deposit Insurance Corporation o FDIC), todas las cuentas de ahorro, cuentas corrientes y certificados de depósito están aseguradas por el gobierno federal hasta $100,000. La FDIC existe desde hace 75 años, y nadie jamás ha perdido ni un centavo de un depósito asegurado, y esto no cambiará.

Una vez que se resuelva esta crisis, habrá tiempo para actualizar nuestra estructura normativa para el sector finanzas. La economía mundial del siglo XXI sigue regulada en gran parte por leyes anticuadas del siglo XX. Recientemente, hemos visto cómo una empresa puede crecer tanto que su fracaso pone en peligro todo el sistema financiero.

Este año, el secretario Paulson propuso un plan que modernizaría nuestra reglamentación financiera. Por ejemplo, la Reserva Federal estaría autorizada a examinar más de cerca las operaciones de empresas en todo el espectro financiero y asegurar que sus prácticas no amenacen la estabilidad financiera en general. Hay otras ideas buenas, y los miembros del Congreso deben considerarlas. Al hacerlo, deben asegurarse de que los esfuerzos por regular Wall Street no terminen limitando la capacidad de crecimiento de nuestra economía.

A largo plazo, los estadounidenses tienen buenos motivos para confiar en nuestra solidez económica. A pesar de las correcciones del mercado y casos de abusos, el capitalismo democrático es el mejor sistema jamás concebido. Ha dado rienda suelta al talento y la productividad y el espíritu empresarial de nuestros ciudadanos. Ha hecho a este país el mejor lugar del mundo para invertir y hacer negocios. Y le da a nuestra economía la flexibilidad y resistencia para absorber choques, hacer ajustes y recuperarse.

Nuestra economía está pasando por un momento de grandes desafíos. Pero hemos superado enormes desafíos antes. y superaremos éste. Sé que a los estadounidenses a veces los desalienta el tono en Washington y las pugnas partidistas aparentemente interminables. Sin embargo, la historia ha mostrado que en momentos de verdadera dificultad, los funcionarios electos se ponen a la altura de las circunstancias. Y juntos, le volveremos a mostrar al mundo el tipo de país que es Estados Unidos: una nación que les hace frente a los problemas directamente, donde los líderes se unen para afrontar los grandes desafíos y donde personas de todas las esferas pueden trabajar duro, desarrollar su talento y alcanzar sus sueños.

Gracias por escuchar. Que Dios los bendiga.

END 9:14 P.M. EDT