Información sobre los estadios
Para evaluar la celularidad, la fibrosis y la citogenética, se hace un muestreo
de médula ósea. Generalmente, el cromosoma Filadelfia (Ph1) se hace aparente con
mayor facilidad en las metafases de la médula ósea que en las metafases de sangre
periférica; en algunos casos, puede estar hecho una pasta y es necesario
efectuar análisis de reacción en cadena de polimerasa—transcriptasa inversa (RT–PCR, por sus siglas en inglés) o hibridación fluorescente in situ (FISH, por sus siglas en inglés) en sangre o aspirados de médula ósea para mostrar el desplazamiento 9;22.
El hallazgo más común del examen físico en el momento del diagnóstico es la
esplenomegalia.[1] El bazo puede ser enorme, ocupando gran parte del abdomen y
presentando un problema clínico significativo, o el bazo puede haber aumentado
de tamaño sólo en forma mínima. En alrededor del 10% de los pacientes, no se puede
palpar el bazo ni se observa aumentado de tamaño durante una gammagrafía
esplénica.
El examen histopatológico de aspiración de la médula ósea demuestra un cambio
en las series mieloides a formas inmaduras que aumentan en número a medida que
el paciente progresa a la fase blástica de la enfermedad. La médula ósea es
hipercelular, y los recuentos diferenciales tanto de médula ósea como de sangre
muestran un espectro de granulocitos maduros e inmaturos similares a los que se
encuentran en la médula ósea normal. A menudo se observan cantidades mayores
de eosinófilos o basófilos, y a veces se ve monocitosis. Con frecuencia se
encuentra un aumento de megacariocitos en la médula ósea, y a veces se encuentran
en la sangre fragmentos de núcleos megacariocíticos, especialmente cuando el
recuento de plaquetas es muy alto. El porcentaje de linfocitos es menor tanto en
la médula ósea como en la sangre en comparación con sujetos normales, y la
proporción de mieloides/eritroides en la médula ósea es generalmente muy
elevada. La enzima fosfatasa alcalina leucocitaria está ausente o marcadamente
reducida en los neutrófilos de pacientes con leucemia mielógena crónica (LMC).[1]
La transición de la fase crónica a la fase acelerada y posteriormente a la fase
blástica puede ocurrir gradualmente durante un período de un año o más, o
aparecer bruscamente (crisis blástica). El ritmo de evolución anual de la
fase crónica a la crisis blástica es de 5% a 10% los primeros dos años y de 20% en
los años subsiguientes.[2,3] Los signos y síntomas que presagian dicho cambio
incluyen:
- Leucocitosis evolutiva.
- Trombocitosis o trombocitopenia.
- Anemia.
- Esplenomegalia o hepatomegalia creciente y dolorosa.
- Fiebre.
- Dolores óseos.
- Desarrollo de lesiones óseas destructivas.
- Complicaciones trombóticas o
hemorrágicas.
En la fase acelerada, las células diferenciadas persisten, aunque
a menudo muestran mayores anomalías morfológicas y resultan obvias la anemia
creciente y la trombocitopenia así como la fibrosis de la médula.[1]
Algunos estudios han indicado que ciertas características de presentación tienen
importancia pronóstica. Los factores que predicen una fase crónica de menor duración
son:
- Padecer una esplenomegalia creciente.
- Ser de edad avanzada.
- Ser de sexo
masculino.
- Tener una concentración elevada de lactato deshidrogenasa sérico.
- Anomalías citogénicas además del cromosoma Ph1.
- Una proporción mayor de
blastocitos de la médula o la sangre periférica.
- Basofilia.
- Eosinofilia.
- Trombocitosis.
- Anemia.
Se han
deducido modelos predictivos empleando análisis muy diversos.[2-7]
LMC en fase crónica
La LMC en fase crónica tiene las siguientes características: médula ósea y resultados citogenéticos como se describe
anteriormente con menos de 10% de blastocitos y promielocitos en la sangre
periférica y en la médula ósea.[8]
LMC en fase acelerada
La LMC en fase acelerada se caracteriza por 10% a 19% de blastocitos ya sea en la sangre periférica o en la
médula ósea.[8]
LMC en fase blástica
La LMC en fase blástica se caracteriza por 20% o más blastocitos en la sangre periférica o en la médula
ósea.
Cuando hay presencia de 20% o más de blastocitos frente a fiebre, malestar y
esplenomegalia evolutiva, el paciente ha entrado en crisis blástica.[8]
LMC después de una recaída
La LMC después de una recaída se caracteriza por cualquier indicio de avance de la enfermedad después de una remisión estable. Esto podría incluir:
- Número elevado de blastocitos y células mieloides en la sangre periférica o la médula ósea.
- Citogénica-positiva cuando en principio era citogénica-negativa.
- FISH-positivo para el desplazamiento BCR/ABL (región de rotura de conglomerados/Abelson) cuando en principio era FISH-negativo.
La detección del desplazamiento BCR/ABL por RT–PCR durante periodos prolongados de remisiones no constituye una recaída de por sí. Sin embargo, las pérdidas exponenciales en las medidas cuantitativas de RT–PCR por 3 a 12 meses están correlacionadas con el grado de la respuesta citogenética, así como los aumentos exponenciales podrían estar relacionados con las medidas cuantitativas de RT–PCR que están conectadas estrechamente con la recaída clínica.[9]
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