Los niños y la pena
La pena y las etapas del desarrollo infantil
Infantes
De 2 a 3 años de edad
De 3 a 6 años de edad
De 6 a 9 años de edad
De 9 años de edad en adelante
Otros asuntos sobre los niños y la pena
¿Causé yo la muerte?
¿Me pasará esto a mí?
¿Quién me va a cuidar?
Tratamiento de la pena infantil
Explicación de la muerte
Lenguaje correcto
Planificación del sepelio
Referencias y recursos sobre la pena infantil
Hace tiempo se tenía el concepto de que los niños eran adultos en miniatura y
debían por tanto actuar como tales. Hoy se entiende que existen diferencias
en la forma de manifestar el duelo entre niños y adultos.
A diferencia de los adultos, los niños no experimentan un duelo intenso y
continuo de reacciones emocionales y conductuales ante la pena. Los niños
pueden mostrar su pena de manera ocasional y breve, pero en realidad el
proceso dura mucho más tiempo que en los adultos. Esto puede explicarse
mediante el hecho de que la capacidad de los niños de experimentar emociones
intensas es limitada. El proceso de duelo quizás necesite ser analizado varias
veces durante el desarrollo de la vida de un niño. Ya que el duelo es un
proceso que continua a través del tiempo, los niños pueden pensar
repetidamente sobre la pérdida sobre todo durante los momentos especiales de
sus vidas como irse de campamento, al graduarse de la escuela, al casarse, o
al tener un hijo.
Varios aspectos afectan la manera en que el niño experimenta la pena: su edad,
su personalidad, la etapa de desarrollo en que se encuentre, sus experiencias
anteriores con la muerte, y su relación con el difunto. Algunos factores que
pueden influir en el proceso del penar son: el ambiente que rodea al niño, la
causa de la muerte, la capacidad de comunicación de los familiares, y la
estabilidad de la familia después de la pérdida. También pueden influir cómo
se satisfacen las necesidades del niño, las oportunidades que él tenga de
compartir sus sentimientos y sus recuerdos, la capacidad de los padres de
afrontar las tensiones, y la existencia de relaciones firmes entre el niño y
otros adultos.
Los niños no reaccionan a la pérdida de la misma forma que los adultos, y
podrían no demostrar sus sentimientos tan abiertamente. Algunos niños, en
lugar de volverse retraídos y tener pensamientos obsesivos acerca de la
persona fallecida, se vuelven activos (por ejemplo, pueden estar muy tristes
un minuto y estar jugando al minuto siguiente). Este comportamiento es
usualmente interpretado de manera errónea como que el niño no entiende o
que ya rebasó la etapa de dolor. Lo que sucede es que la mente del niño lo
protege de experiencias que son demasiado fuertes para afrontar a su edad.
Los episodios de pena en los niños tienden a ser mas cortos debido que ellos
no pueden explorar de una manera racional todos su pensamientos y sentimientos
como lo hace un adulto. Además, los niños tienen dificultad en expresar
verbalmente sus sentimientos acerca de la pena, por lo que su comportamiento
dice más que sus palabras. Los sentimientos de rabia y el miedo a morir o a
ser abandonados pueden ser evidentes en su comportamiento. Los niños tienden
a jugar a hacerse el muerto para de esa manera resolver sus temores y
ansiedades. El jugar les es familiar, y por tanto es una forma segura de
expresarse.
La pena y las etapas del desarrollo infantil
La muerte y los eventos que la rodean se interpretan de diferentes formas
dependiendo de la etapa de desarrollo en que se encuentre el niño.
Infantes
Aunque los infantes (etapa del nacimiento hasta los 12-14 meses, nota del
traductor) no reconocen lo que es la muerte aún, los sentimientos de
separación y pérdida son parte del proceso de crear una conciencia de lo que
es la muerte. Los niños que han sido separados de sus mamás pueden exhibir una
conducta apática, callada, y no responden a sonrisas o arrullos. También
pueden verse cambios físicos como pérdida de peso, desvelo y falta de
actividad.
De 2 a 3 años de edad
Los niños de esta edad suelen confundir la muerte con el dormir y pueden
sentir ansiedad a una edad muy temprana, incluso a los tres años. Como
reacción pueden perder el habla y mostrar angustia generalizada.
De 3 a 6 años de edad
A esta edad los niños ven la muerte como una forma de dormir; la persona está
viva pero limitada en alguna forma. Estos niños no separan completamente la
muerte de la vida y pueden pensar que la persona todavía está viva, aun
después de estar enterrada, y hacer preguntas sobre ella (por ejemplo, cómo
come, va al baño, respira o juega). Los niños de esta edad saben que la muerte
es física pero creen que es temporal, reversible y no definitiva. Su concepto
de la muerte puede tener un componente de pensamiento mágico. Por ejemplo,
pueden creer que un pensamiento malo suyo causó que la persona se enfermara o
muriera. Los niños menores de cinco años pueden exhibir trastornos en el
comer, el dormir y el control de las funciones corporales.
De 6 a 9 años de edad
No es inusual que los niños en esta edad empiecen a mostrar curiosidad acerca
de la muerte, inclusive haciendo preguntas concretas acerca de lo que le pasa
al cuerpo cuando uno muere. Estos ven la muerte como si fuera una persona o un
espíritu separado del individuo que falleció, por ejemplo, un esqueleto, un
fantasma, un ángel de la muerte o sencillamente el coco. Los niños pueden
ver la muerte como algo definitivo y que amedrenta, pero que le pasa más a la
gente vieja (no a ellos). Los niños en este proceso de la pena pueden
desarrollar fobia a la escuela, problemas de aprendizaje, comportamiento
agresivo o antisocial, volverse extremadamente preocupados sobre su propia
salud (por ejemplo, mostrando síntomas de enfermedades imaginarias) y aislarse
de los demás. También pueden convertirse en niños sumamente apegados y
dependientes de otros. Los varones típicamente manifiestan una conducta más
agresiva y destructiva (por ejemplo, portándose mal en la escuela), en vez de
mostrarse tristes abiertamente. Cuando los padres fallecen los niños pueden
sentirse abandonados por ambos padres, tanto el que murió como el que está
vivo, ya que el padre que está vivo está inmerso en su propia tristeza y no es
capaz de brindarle el apoyo emocional que necesita.
De 9 años de edad en adelante
Para cuando el niño cumple los 9 años, ve la muerte como algo inevitable y no
como un castigo, y para los 12, entiende que la muerte es irreversible y que
le pasa a todo el mundo.
La pena y sus etapas de desarrollo
Edad
|
Comprendiendo la muerte
|
Manifestaciones de la pena
|
Infancia hasta los
2 años |
No existe una compresión cognitiva de la muerte. |
Quietud, gruñón, disminución de la actividad, sueño precario y pérdida de peso. |
La separación maternal causa cambios. |
2-6 años |
La muerte similar al dormir. |
Hace muchas preguntas (¿Cómo van al
baño? ¿Cómo comen?). |
Los muertos continúan viviendo de alguna otra forma. |
Trastornos en el comer, el dormir y el control de los intestinos y la vejiga. |
La muerte es temporal no final. |
Miedo al abandono. |
Rabietas. |
La muerte es reversible. |
El pensamiento mágico (¿Pensé o hice
algo que causó esta muerte? Como
cuando dije que te odio y cuando dije
que deseaba que te mueras.) |
6-9 años |
La muerte está personificada como un espíritu (esqueleto fantasma o coco). |
Curiosidad sobre la muerte. |
Hace preguntas concretas. |
Podría tener fobias escolares. |
La muerte es final y asusta. |
Presentar comportamientos agresivos (especialmente los varones). |
La muerte no es universal (le sucede a otros, no a mí). |
Algunas manifestaciones
hipocondríacas. |
Podría sentirse abandonado. |
de 9 en adelante |
Todo el mundo morirá. |
Estados de alteración emocional, culpa, rabia y vergüenza. |
Estados de alteración y ansiedad sobre la propia muerte. |
Cambios de humor. |
Miedo al rechazo; no querer
diferenciarse de sus compañeros. |
Trastornos alimenticios. |
Trastornos del sueño. |
La muerte es final e irreversible. |
Conducta regresiva (pérdida de
interés en las actividades
externas). |
Incluso yo moriré. |
Conducta impulsiva. |
Culpa por haber sobrevivido
(sobre todo cuando se trata de la
muerte de un hijo o compañero). |
En la sociedad norteamericana, muchos de los adultos que atraviesan un proceso
de duelo se aíslan y limitan su comunicación con el mundo exterior. Los niños
en cambio a menudo hablan con otras personas (incluso extraños) como una forma
de observar sus reacciones y encontrar pautas que les ayuden a explorar sus
propios sentimientos. El niño puede incluso hacer preguntas confusas como,
"Yo sé que mi abuelo se murió, pero ¿cuándo va a regresar?" Esto es una
manera de probar la realidad y confirmar que la historia de la muerte no ha
cambiado.
Otros asuntos sobre los niños y la pena
Hay tres temas prominentes en la expresión de la pena en los niños:
- ¿Causé
yo la muerte?
- ¿Me pasará esto a mí?
- ¿Quién me va a cuidar?
¿Causé yo la muerte?
Los niños frecuentemente creen que tienen poderes mágicos. Si la madre le
grita en su desesperación, "Me vas a matar", y luego se muere, el niño puede
pensar que él causó la muerte. También sucede entre niños cuando después de
una discusión uno dice (o piensa): "Ojalá se muera". Si ese niño muere luego,
el niño que lo deseó puede creer que sus pensamientos fueron los que
provocaron la muerte.
¿Me pasará esto a mí?
La muerte de otro niño es muy difícil de aceptar. Si el niño piensa que la
muerte se pudo haber evitado (ya sea por los padres o por el doctor), puede
temer que le vaya a pasar a él también.
¿Quién me va a cuidar?
Debido a que los niños dependen de los padres y otros adultos para sus
cuidados y necesidades, la pérdida de alguien importante les puede hacer
sentir miedo de quién les va a cuidar.
Tratamiento de la pena infantil
El proceso de duelo de un niño podría facilitarse si nos mostramos abiertos y
honestos con él en nuestras discusiones sobre la muerte, usando un lenguaje
directo e integrando al niño en los ritos y ceremonias relacionadas al
fallecimiento.
Explicación de la muerte
El guardar silencio acerca de la muerte (lo cual indica que el tópico es tabú)
no ayuda al niño a afrontar la pérdida. Al hablar sobre la muerte con un
niño, la explicación debe mantenerse tan simple y directa como sea posible. Se
le debe decir la verdad usando detalles suficientes para su nivel de
comprensión, y sus preguntas deben ser respondidas con honestidad y sin
rodeos. A los niños se les debe dar seguridad (a menudo se preocupan de si
van a morir también, o si su otro padre les va a abandonar). También se debe
responder a todas sus preguntas, asegurándose de que el niño entiende la
información.
Lenguaje correcto
Esta conversación debe incluir las palabras apropiadas como, cáncer,
muerte y murió". No se deben usar eufemismos tales como, "se fue al más
allá," "está dormido" o "lo perdimos" porque pueden interpretarse mal y
confundir al niño.
Planificación del sepelio
Después de una muerte, los niños pueden y deben ser incluidos en los planes
para el sepelio y participar en él. Esto ayuda a los niños (y los adultos) a
recordar a la persona amada. A pesar de que los niños no deberían ser nunca
forzados a participar en estas ceremonias, se les debe animar a tomar parte en
aquellos aspectos en los que se sientan cómodos. Si el niño desea participar
en el funeral o el velatorio, se le debe explicar en detalle y por anticipado
qué es lo que debe esperar. El padre o madre que sobrevive puede estar muy
ocupado con su propia pena y no atender al niño como necesita, por lo que
puede ser bueno escoger un adulto de confianza o un familiar cercano para que
ayude al niño durante el proceso.
Referencias y recursos sobre la pena infantil
Existe una gran variedad de libros y videos que pueden ser compartidos con los
niños en proceso de duelo. Los siguientes están en inglés:
- Worden JW: Children and Grief: When a Parent Dies. New York: The
Guilford Press, 1996.
- Doka KJ, Ed.: Children Mourning, Mourning Children. Washington, DC:
Hospice Foundation of America, 1995.
- Wass H, Corr CA: Childhood and Death. Washington, DC: Hemisphere
Publishing Corporation, 1984.
- Corr CA, McNeil JN: Adolescence and Death. New York: Springer Publishing
Company, 1986.
- Corr CA, Nabe CM, Corr DM: Death and Dying, Life and Living. 2nd ed.,
Pacific Grove: Brooks/Cole Publishing Company, 1997.
- Grollman EA: Talking About Death: A Dialogue Between Parent and Child. 3rd
ed., Boston: Beacon Press, 1990.
- Schaefer D, Lyons C: How Do We Tell the Children?: Helping Children
Understand and Cope When Someone Dies. New York: Newmarket Press, 1988.
- Wolfelt A: Helping Children Cope with Grief. Muncie: Accelerated
Development, 1983.
- Walker A: To Hell with Dying. San Diego: Harcourt Brace Jovanovich, 1988.
- Williams M: Velveteen Rabbit. Garden City: Doubleday, 1922.
- Viorst J: The Tenth Good Thing About Barney. New York: Atheneum, 1971.
- Tiffault BW: A Quilt for Elizabeth. Omaha: Centering Corporation, 1992.
- Levine J: Forever in My Heart: A Story to Help Children Participate in
Life as a Parent Dies. Burnsville, NC: Rainbow Connection, 1992.
- Knoderer K: Memory Book: A Special Way to Remember Someone You Love.
Warminster: Mar-Co Products, 1995.
- de Paola T: Nana Upstairs and Nana Downstairs. New York, NY: GP Putnam's
Sons, 1973.
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