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Toxicomanía y cáncer (PDQ®)
Versión PacienteVersión Profesional De SaludIn EnglishActualizado: 08/22/2008



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Frecuencia entre las personas con enfermedades físicas






Problemas conceptuales en la definición de términos referidos a enfermos






Riesgo de abuso y adicción en poblaciones sin antecedentes de toxicomanía






Riesgo de abuso y adicción en poblaciones con historial de toxicomanía







Manejo clínico de pacientes con historial de toxicomanía






Plan de manejo para pacientes hospitalizados






Plan de manejo para pacientes ambulatorios






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Manejo clínico de pacientes con historial de toxicomanía

Emplear un equipo multidisciplinario
Establecer objetivos realistas para la terapia
Evaluar y tratar los trastornos psiquiátricos comórbidos
Prevenir o minimizar los síntomas del síndrome de abstinencia
Considerar el efecto de la tolerancia
Aplicar los principios farmacológicos apropiados para el tratamiento del dolor crónico
Reconocer conductas específicas relacionadas con el abuso de drogas
Utilizar métodos sin drogas según convenga
Obtener los antecedentes del paciente sobre el uso de drogas

La población de pacientes con historial de toxicomanía es extremadamente heterogénea. Los problemas más difíciles en cuanto a los cuidados paliativos se suelen presentar en aquellos pacientes que abusan del alcohol o las drogas durante el tratamiento. Aunque los principios de esta sección también se pueden aplicar a pacientes que participan en programas de recuperación sin fármacos y a aquellos en programas de mantenimiento con metadona, es más probable que sean útiles en el tratamiento de drogodependientes activos.

La evaluación clínica de la conducta drogodependiente de los pacientes enfermos que padecen de dolor, es compleja. La conducta drogodependiente aberrada derivada del manejo del dolor provocado por el cáncer, está generalmente relacionada con un historial premórbido de drogodependencia y la probabilidad de otro tratamiento para el dolor. Se utilizó un cuestionario para caracterizar las actitudes y conducta drogodependiente de los pacientes de cáncer y SIDA. A pesar de las limitaciones, este estudio resalta una amplia variación potencial en diferentes poblaciones de pacientes, en lo que se refiere a los patrones pasados y presentes de conducta drogodependiente aberrada, así como la necesidad de exámenes de detección clínicamente útiles.[1] No están claras las implicaciones del manejo psicosocial y farmacológico de síntomas tales como el dolor o cualquiera otra conducta aberrada.

Las recomendaciones sobre la administración a largo plazo de fármacos con potencial de abuso, como los opioides, que se hacen a pacientes con historial de toxicomanía se basan solamente en la experiencia clínica. Es necesario realizar estudios para determinar las estrategias terapéuticas más eficaces y para definir de forma empírica los subgrupos de pacientes que pueden ser más receptivos a cada enfoque. Las siguientes pautas reflejan a grandes rasgos los tipos de intervenciones que se podrían considerar en este contexto clínico.

Emplear un equipo multidisciplinario

En la población de pacientes con enfermedades médicas evolutivas y toxicomanía, los cuidados paliativos a menudo se enfrentan a problemas médicos, psicosociales y administrativos múltiples, por lo que puede ser de utilidad usar un enfoque de equipo. Para lograr el mejor equipo, se debe involucrar a al menos un médico experto en los cuidados paliativos, enfermeras, trabajadores sociales y, de ser posible, al menos un proveedor de atención de la salud mental experto en medicina de adicción.[2-4]

Establecer objetivos realistas para la terapia

Es frecuente ver remisiones y recidivas del abuso y la adicción a las drogas. En este contexto, el riesgo de recidiva aumenta por el alto grado de estrés relacionado con el padecimiento de una enfermedad incurable y la facilidad de obtener drogas que afectan al sistema central bajo receta para controlar los síntomas, por lo que puede ser imposible prevenir la recidiva. Los conflictos con el personal médico se pueden minimizar si existe un entendimiento general de que el cumplimiento a raja tabla de la terapia no es un objetivo realista. Aún mejor, se puede establecer como objetivo la creación de una estructura para la terapia que incluya el apoyo y los límites suficientes para contener el daño ocasionado por recidivas ocasionales.

Es posible que un pequeño subgrupo de pacientes sea incapaz de seguir la terapia debido a un caso grave de toxicomanía y comorbilidades psiquiátricas asociadas con ella. Para establecer si el problema es tratable, los médicos deben restablecer los límites e intentar desarrollar una amplia gama de apoyos de intensidad variada. Quizás sea necesario que el equipo tenga reuniones frecuentes y que consulte a otros médicos expertos en cuidados paliativos y medicina de adicción. En última instancia, se deben aclarar las expectativas adecuadas, y si una terapia no está dando resultado, será necesario hacer algunos cambios. No se conoce el índice de éxito de la conversión de terapias altamente problemáticas en terapias que se pueden manejar con el tiempo.

Evaluar y tratar los trastornos psiquiátricos comórbidos

La comorbilidad de la depresión, la ansiedad y los trastornos de la personalidad en los alcohólicos y en otros pacientes con un historial de toxicomanía es extremadamente alta.[5] El tratamiento de la ansiedad y la depresión puede hacer que el paciente se sienta mejor y reducir la probabilidad de una recidiva.

Prevenir o minimizar los síntomas del síndrome de abstinencia

Los médicos deben estar familiarizados con los signos y síntomas asociados con la abstinencia de opioides y otras drogas. Muchos pacientes con antecedentes de fármacodependencia consumen drogas múltiples, por lo cual se debe obtener un historial completo de las drogas utilizadas para prepararse ante la posibilidad del síndrome de abstinencia. Los síndromes de abstinencia retardados, como el que a veces ocurre tras abusar de algunos compuestos de benzodiacepina, pueden presentar un reto especial a la hora de su diagnóstico.

Considerar el efecto de la tolerancia

Los pacientes que están abusando actualmente de alguna droga pueden contar con la tolerancia suficiente para influir el uso de fármacos administrados subsiguientemente por indicación médica. La tolerancia es un fenómeno complejo y es probable que su impacto en el manejo clínico en este contexto sea muy variable.[6,7] Un estudio prospectivo abierto comparó las dosis de morfina y su eficacia en pacientes con SIDA con antecedentes de fármacodependencia y sin ellos. Los resultados dieron cuenta de que ambos grupos se beneficiaron, pero los pacientes con antecedentes de fármacodependencia necesitaron dosis de morfina mucho más altas para lograr un control estable del dolor.[8] Este estudio deberá aumentar la confianza en proveerle a los pacientes con antecedentes de fármacodependencia con un manejo apropiado del dolor.

Aplicar los principios farmacológicos apropiados para el tratamiento del dolor crónico

La individualización de la dosis sin importar su tamaño es la pauta más importante en la terapia con opioides a largo plazo y puede ser problemática para los pacientes con historial de fármacodependencia. Aunque quizás sea apropiado ser precavido a la hora de recetar fármacos con potencial de abuso a esta población, la decisión de no seguir el principio de individualización de la dosis sin importar la dosis absoluta puede aumentar las probabilidades de que el tratamiento sea deficiente,[9,10] y el dolor que queda sin alivio puede provocar el desarrollo de conductas aberrantes relacionadas con la droga. Aunque estas conductas se pueden interpretar como una pseudoadicción, su aparición confirma las inquietudes de los médicos y les empuja a ser aún más precavidos a la hora de recetar dichos fármacos.

Este ciclo debe ser reconocido y explicado sin reparo al paciente y al personal médico. La solicitud de un aumento de la dosis no se debe ver por sí sola como una conducta aberrante relacionada con la droga, pero es importante hablar sobre las inquietudes que esta acción cause. Si el médico cree que es necesario limitar el fármaco recetado para evaluar o manejar una terapia problemática, puede ofrecer un seguimiento frecuente y métodos alternativos para el control del dolor. El paciente debe recibir pautas claras para la toma de fármacos de manera responsable con la expectativa de que al seguir dichas pautas convencerá al médico de que el aumento de la dosis es competente.

Reconocer conductas específicas relacionadas con el abuso de drogas

Se debe realizar un seguimiento cuidadoso de todos los pacientes a quienes se recete fármacos con potencial de abuso para descubrir el desarrollo de conductas aberrantes relacionadas con la droga, sobre todo en los pacientes con un historial actual o antecedentes remotos de fármacodependencia, incluso el alcoholismo. Si existe una gran preocupación por dichas conductas, quizás sea necesario que el seguimiento incluya visitas relativamente frecuentes y evaluaciones regulares de familiares y amigos, quienes pueden proporcionar observaciones sobre el uso de drogas por parte del paciente.

Para facilitar el reconocimiento temprano de conductas aberrantes relacionadas con la droga en pacientes que han abusado de alguna droga recientemente, se pueden realizar análisis de orina con regularidad para buscar drogas no recetadas, ya sean lícitas o ilícitas. El paciente debe ser informado sobre este enfoque, el cual se debe explicar como un método de seguimiento que puede dar confianza al médico y proporcionarle una base para el uso de tratamientos agresivos orientados a aliviar los síntomas. Al presentarlos de esta manera, los análisis son una técnica que crea una alianza terapéutica con el paciente. Los pacientes que protestan demasiado quizás no quieran, o no puedan, establecer una relación de colaboración con su médico en la cual éste se sienta seguro de que el paciente va a ser responsable con la toma de drogas. Igualmente, el paciente puede tener la seguridad de que el médico utilizará terapias agresivas como respuesta a síntomas que hayan quedado sin alivio. No es posible tener la misma voluntad para tratar a dichos pacientes con fármacos con potencial de abuso para controlar sus síntomas.

Utilizar métodos sin drogas según convenga

Existen varias intervenciones sin drogas que pueden ser útiles para ayudar a los pacientes a hacer frente a los rigores de los tratamientos médicos, entre los que se incluyen intervenciones educativas diseñadas para ayudarles a comunicarse con el personal médico y negociar dentro del sistema médico, así como numerosas técnicas cognitivas que realzan la relajación y ayudan a salir adelante.

Obtener los antecedentes del paciente sobre el uso de drogas

A menudo los médicos no preguntan a sus pacientes sobre si son fármacodependientes (ni sobre otras conductas socialmente indeseables) por miedo a que se ofendan, se enfaden o se sientan amenazados, o porque piensan que el paciente no va a ser franco con ellos. Estas actitudes son contraproducentes y pueden reducir las probabilidades de que se produzca una comunicación sincera y aumentar los problemas asociados con el seguimiento de la terapia con el paso del tiempo.

El médico no debe mostrarse crítico a la hora de tomar los antecedentes de fármacodependencia del paciente. Para adoptar un talante profesional y protector, muchas veces se necesita cierto grado de introspección y exploración de la disposición de uno con relación a los miembros de subculturas con valores diferentes.

El médico debe anticipar que el paciente se pondrá a la defensiva. Puede que sea útil mencionar que los pacientes con frecuencia no son sinceros sobre el uso de drogas por razones válidas, como la estigmatización, la desconfianza hacia el entrevistador, o la preocupación de no recibir suficientes medicamentos. Los médicos deben comunicar a los pacientes que necesitan información exacta sobre las drogas que usan para poder mantenerlos tan cómodos como sea posible al evitar provocarles estados de abstinencia y al recetarles los medicamentos apropiados para el control de sus síntomas y su dolor.

El médico debe ser inquisitivo y tener amplios conocimientos sobre la toxicomanía. Se deben evitar los nombres vulgares de las drogas a menos que el médico sepa cómo se les llama en la calle en ese momento. En la entrevista se debería pasar revista a todas las drogas que el paciente haya tomado, incluso la cronología y frecuencia de su uso, y las razones que lo provocaron. La llamada "entrevista en pirámide" puede servir para introducir poco a poco el tema del uso de drogas. Este tipo de entrevista comienza con preguntas generales sobre el papel que tienen algunas drogas en la vida de uno, empezando con sustancias lícitas como la cafeína y la nicotina, y pasa luego a preguntas más específicas sobre las drogas ilícitas.

Bibliografía

  1. Passik SD, Kirsh KL, McDonald MV, et al.: A pilot survey of aberrant drug-taking attitudes and behaviors in samples of cancer and AIDS patients. J Pain Symptom Manage 19 (4): 274-86, 2000.  [PUBMED Abstract]

  2. Crowther J, Fainsinger R: Incorrect diagnosis and subsequent management of a patient labeled with cholangiocarcinoma. J Palliat Care 11 (4): 48-50, 1995 Winter.  [PUBMED Abstract]

  3. Lawlor P, Walker P, Bruera E, et al.: Severe opioid toxicity and somatization of psychosocial distress in a cancer patient with a background of chemical dependence. J Pain Symptom Manage 13 (6): 356-61, 1997.  [PUBMED Abstract]

  4. McCorquodale S, De Faye B, Bruera E: Pain control in an alcoholic cancer patient. J Pain Symptom Manage 8 (3): 177-80, 1993.  [PUBMED Abstract]

  5. Khantzian EJ, Treece C: DSM-III psychiatric diagnosis of narcotic addicts. Recent findings. Arch Gen Psychiatry 42 (11): 1067-71, 1985.  [PUBMED Abstract]

  6. Foley KM: Clinical tolerance to opioids. In: Basbaum AI, Besson JM, eds.: Towards a New Pharmacotherapy of Pain. Chichester, NY, John Wiley and Sons, 1991, pp 181-203. 

  7. Ling GS, Paul D, Simantov R, et al.: Differential development of acute tolerance to analgesia, respiratory depression, gastrointestinal transit and hormone release in a morphine infusion model. Life Sci 45 (18): 1627-36, 1989.  [PUBMED Abstract]

  8. Kaplan R, Slywka J, Slagle S, et al.: A titrated morphine analgesic regimen comparing substance users and non-users with AIDS-related pain. J Pain Symptom Manage 19 (4): 265-73, 2000.  [PUBMED Abstract]

  9. Breitbart W, Rosenfeld BD, Passik SD, et al.: The undertreatment of pain in ambulatory AIDS patients. Pain 65 (2-3): 243-9, 1996 May-Jun.  [PUBMED Abstract]

  10. Cleeland CS, Gonin R, Hatfield AK, et al.: Pain and its treatment in outpatients with metastatic cancer. N Engl J Med 330 (9): 592-6, 1994.  [PUBMED Abstract]

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