Sello del Departamento de Justicia

Comentarios realizados por el Secretario de Justicia de los Estados Unidos Michael B. Mukasey en la ceremonia de entrega de premios por la Semana Nacional de Derechos de las Víctimas de la Delincuencia

Washington, D.C.
11 de abril de 2008 - 2:30 P.M.

Buenas tardes. Gracias, Jeff, y gracias, John, por sus años de servicio al Departamento de Justicia, al pueblo de los EE.UU. y la causa de la protección de los derechos de las víctimas de la delincuencia.

En el Departamento de Justicia, sabemos muy bien que un delito no termina en el acto mismo de cometerlo. La víctima de ese delito sigue sufriendo durante la investigación, el juicio y en muchos casos años después. Nuestro sistema está diseñado para hacer justicia a través de la aplicación de la ley, pero el sistema no siempre le hace las cosas fáciles a la víctima. Como dije anoche, sabemos que la justicia que nuestro sistema brinda debe incluir a las víctimas de la delincuencia no solo como una cuestión de cortesía, sino como una cuestión de derechos.

No hace mucho que simplemente ser una víctima de un delito, casi cualquier delito, era una experiencia prácticamente estigmatizadora. La preponderancia de esa actitud fue una de las razones por las que, en 1981, el Presidente Reagan proclamó por primera vez el cumplimiento de la Semana Nacional de Derechos de las Víctimas de la Delincuencia en abril de cada año. La iniciativa del Presidente Reagan fue el inicio de una labor amplia para cambiar nuestra percepción de las víctimas de la delincuencia y el trato que reciben.

Esta labor continúa con los eventos de esta semana y la próxima. Anoche participé en una ceremonia con velas, un evento solemne en que nos reunimos para recordar a víctimas de la delincuencia y a rededicarnos al trabajo para ayudar a víctimas de la delincuencia. Hoy nos reunimos para reconocer a quienes en muchos casos han realizado sacrificios y compromisos durante toda su vida para asistir a las víctimas de la delincuencia. La labor de parte de estas víctimas continúa día a día. Continúa a través del trabajo del Departamento de Justicia y a través del arduo trabajo y la dedicación de todos quienes están reunidos aquí hoy: no solo con la entrega de premios a los premiados, sino también con el reconocimiento de la importancia de todos los involucrados en este campo. Esta labor colectiva ha marcado una gran diferencia en el trato que las víctimas de la delincuencia reciben de la sociedad, por lo que los felicito por su éxito.

Hace algunos meses, tuve la oportunidad de reunirme con representantes de diversas organizaciones de defensa de los derechos de las víctimas en una mesa redonda en el Departamento de Justicia. Uno de los participantes de esa mesa redonda, Dan Eddy, también es una de las personas premiadas hoy. Hoy he visto otras caras conocidas y anoche también. Me alegró tener la oportunidad en esa reunión de escuchar por mí mismo algunas de las opiniones que esos grupos tienen sobre nuestro trabajo y sobre maneras en que podemos seguir trabajando juntos para lograr nuestros objetivos en común.

En esa reunión dije algo que quiero decirles a ustedes hoy: gracias por todo lo que hacen, por todo lo que hicieron y por todo lo que sé que harán, para cumplir con las víctimas pasadas de la delincuencia, para cuidar a las víctimas de la delincuencia en nuestras comunidades, y para evitar que ocurran tragedias en el futuro.

En la ceremonia con velas de ayer, escuchamos los conmovedores comentarios de Dominick Dunne sobre el sufrimiento que sufrieron él y su esposa, Lenny, no solo cuando su hija Dominique fue asesinada, sino también en el espantoso trato que recibieron durante el posterior juicio. Escuchamos a John Gillis contar cómo él y su mujer, Patsy, también perdieron a su hija Louarna. Escuchamos cómo ellos, y otros sobrevivientes de homicidios, se unieron en su dolor para apoyarse y educarse mutuamente, a pesar de las tragedias que sufrieron.

La semana que viene marcará la decimoséptima, y última, Semana Nacional de Derechos de las Víctimas de la Delincuencia de John como director de la Oficina para las Víctimas de la Delincuencia. Quiero agradecerle su servicio en el Departamento de Justicia y su trabajo de parte de las víctimas de la delincuencia.

Los recientes logros del Departamento en la protección de los intereses de las víctimas de la delincuencia son sustanciales, y quiero mencionar solo algunos de ellos.

En el pasado mes de agosto, anunciamos nuestros primeros pagos bajo el Programa de Reembolso de Gastos a Víctimas del Terrorismo Internacional, que se estableció para ayudar a pagar los gastos de las víctimas de actos de terrorismo cometidos en el extranjero. Los primeros pagos fueron para ayudar a víctimas de las bombas en Bali, Indonesia en 2002 y en Riyadh, Arabia Saudita en 2003.

Hemos progresado en la lucha contra el robo de identidad y la ayuda a víctimas de ese delito. Las consecuencias financieras del robo de identidad pueden ser catastróficas, y, como muchas víctimas pueden atestiguar, a menudo vienen acompañadas de malestar emocional. En el pasado mes de diciembre, anunciamos la entrega de millones de dólares en subsidios para brindar ayuda directa a víctimas del robo de identidad y el fraude a través de apoyo como asistencia jurídica y asesoría.

El Departamento también ha expandido su apoyo a nueve clínicas legales en todo el país para brindar una representación directa gratuita a víctimas en tribunales penales estatales, federales y tribales. El trabajo de estas clínicas puede ser inestimable.

En 2006, por ejemplo, una clínica a la que apoyamos en Nueva Jersey representó a víctimas en un caso contra un enfermero que era el peor asesino en serie de la historia del estado, con más de 30 de sus pacientes como víctimas. El acusado se negó a comparecer en su audiencia de dictado de sentencia: una situación estremecedora para los sobrevivientes de las víctimas que habían estado esperando tener la oportunidad de darles una voz a sus seres queridos. Hubiera sido una injusticia cruel para esas familias permitir que el asesino les quitara la oportunidad de expresar su dolor y pesar por el simple recurso de negarse a estar allí.

El Centro Legal de Víctimas de la Delincuencia de Nueva Jersey presentó un pedido de obligar al acusado a asistir, y una madre lo expresó claramente: "Para mí tiene la misma importancia que el aire que respiro que el acusado esté presente cuando lea mi declaración de impacto para la víctima". El juez estuvo de acuerdo y en la lectura de la sentencia más de 40 sobrevivientes de las víctimas hablaron y mostraron fotos de sus seres queridos.

Este es solo un ejemplo de lo que el Departamento de Justicia está ayudando a hacer para asistir a las víctimas de la delincuencia.

Me enorgullece el excelente trabajo realizado por los hombres y mujeres del Departamento de Justicia, y la dedicación y el ejemplo que representan las personas premiadas hoy. En esta misión, al igual que en todas nuestras iniciativas, dependemos del gran trabajo de nuestros asociados a nivel comunitario y en las fuerzas del orden público estatales y locales. Estas son grandes tareas, y no las podemos hacer solos.

Nuestros homenajeados del día de hoy—estos profesionales, voluntarios, servidores públicos y especialmente las víctimas de la delincuencia—lidian con una de las experiencias humanas más desgarradoras. Han elegido una vocación que los pone diariamente en contacto con la tragedia, pero lo hacen de buena gana para ayudar a los demás. Y estoy aquí para decirles que yo, y el Departamento de Justicia, estamos orgullosos del trabajo que realizan.

Gracias, a todos ustedes, por las importantes contribuciones que realizan, y les agradezco que me hayan invitado a participar en el evento de hoy.

Muchísimas gracias.

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