Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados para el Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales
el Día de Martin Luther King

16 de enero de 2006

Gracias, Bruce, por la presentación. Y gracias por invitarme a participar en esta celebración.

Coretta Scott King escribió sobre este día en que se celebra a su marido que “Ningún otro día del año reúne a tantas personas de distintos orígenes culturales en un espíritu tan vibrante de hermandad...Ésta no es una fiesta de la raza negra; es una fiesta del pueblo”.

En ese espíritu, aprecio que el presidente de NAACP haya invitado al primer Secretario de Justicia de los Estados Unidos hispano a un evento en que se celebra a uno de los más grandes héroes afroestadounidenses de la historia de nuestra nación.

Como ustedes saben, creo que los derechos civiles no son un asunto negro, marrón o blanco...son un asunto del pueblo. Así como cuando Martin Luther King ocupaba los podios y púlpitos del sur, la protección de los derechos civiles es un asunto de todos actualmente. Mi destino está vinculado al destino de ustedes. La libertad de ustedes está ligada a la libertad de cada estadounidense, independientemente de su raza. Como instó el Dr. King, “no podemos caminar solos”.

Su visión de los derechos civiles era un movimiento amplio que incluye a todos los hijos de Dios. Actualmente, todos somos beneficiarios de la labor de King y, por lo tanto, compartimos la obligación especial de ayudar a los demás a combatir la discriminación, de brazos dados con nuestros hermanos y hermanas. Como siempre ha sido, la lucha por los derechos civiles es un esfuerzo para asegurar las promesas del pasado para cada generación futura.

Ustedes están haciendo eso al cultivar la próxima generación de líderes negros y actuar como mentores de la misma. Dichos líderes seguirán obteniendo grandes logros, no solo en los Estados Unidos empresariales, sino en cada campo del empeño humano. Los insto a que conserven el espíritu de esta celebración - el espíritu del Dr. King - en su labor continua a lo largo del año de identificar y apoyar a jóvenes y a estrellas nacientes en la familia de Verizon...así como en sus comunidades fuera del trabajo.

Yo asumo el compromiso de alcanzar el mismo objetivo. De hecho, la semana pasada, el Departamento de Justicia realizó una conferencia centrada en la ayuda a los jóvenes en desventaja de nuestro país. Al hablar a este grupo de héroes del día a día, un grupo muy parecido a éste, reflexioné sobre el mundo de oportunidades que estamos proporcionando a la próxima generación...y sobre mis responsabilidades - y mis esperanzas - asociadas a dicho mundo como padre, como ciudadano y como Secretario de Justicia de los Estados Unidos.

En cada uno de esos papeles - como padre de Graham y Gabriel, como ciudadano de esta gran nación, y como Secretario de Justicia para todos los estadounidenses - creo que tengo una obligación como representante del sueño estadounidense. He vivido ese sueño, y debo preservar y proteger las esperanzas y oportunidades que he recibido para generaciones futuras.

La carga de esta responsabilidad ha sido pasada de generación en generación de padres, ciudadanos y líderes. Ha sido pasada de nuestros Padres Fundadores a Abraham Lincoln y Martin Luther King...y a miles más en el medio que realizaron una vigilia silenciosa cuando les tocó su turno.

El Dr. King, en particular, nos enseñó que el liderazgo no es estático; no se trata de quedarse quieto. Debemos ser audaces al cumplir con esta responsabilidad. Coretta Scott King dijo sobre esta celebración del legado de su marido, “Conmemoramos en este día de fiesta al hombre de acción que arriesgó su vida cada día por la libertad y la justicia”.

Por lo tanto, creo que una celebración activa de Martin Luther King, Jr. requiere una evaluación de cómo representamos su sueño, el sueño que tan elocuentemente nos recordó que está “profundamente enraizado en el sueño estadounidense”.

Su sueño de igualdad de derechos y del sueño estadounidense definido por la esperanza y la oportunidad se se cruza en cada una de nuestras vidas...cada una de nuestras familias...cada uno de nuestros esfuerzos por salvaguardar nuestras libertades fundamentales para la próxima generación.

No necesitamos que nos recuerden el largo camino que hemos recorrido desde la lucha del Dr. King contra la injusticia. En un discurso reciente sobre derechos civiles, conté la historia de mi madre - la hija pobre de inmigrantes mexicanos, a la que se le negó la entrada a un restaurante en un pequeño pueblo del oeste de Texas. En una generación, pasó de ser obligada a usar la puerta trasera por el propietario de un restaurante a pasar por la puerta delantera de la Casa Blanca para visitar al Presidente. La historia es aún más poderosa cuando se tiene en cuenta que mi madre nunca había votado hasta los 50 años de edad porque, como dijo ella misma, era una época distinta para las personas de color en los Estados Unidos.

Hoy, las cosas han mejorado, pero no son lo perfectas que nos gustaría que fueran. Las experiencias de mi madre, las de mi padre y la de nuestra familia entera que crecía en medio de la pobreza en Houston, son motivo de mi profundo interés por los derechos civiles en Estados Unidos. Me importa la familia afroestadounidense a la que se le niegue el derecho al voto. Me importa la menor asiática de 12 años vendida para prostitución. Me importa la pareja mexicana-estadounidense que no logra conseguir una vivienda decente. Me importa que se aplique la ley a todos por igual, para que todos tengan la misma oportunidad de vivir el sueño estadounidense.

Por lo tanto, queda claro que, si bien hemos recorrido un largo camino, aún quedan prioridades asociadas a los derechos civiles que son tan importantes hoy como lo fueron durante la vida de Martin Luther King.

Antes de soñar con la libertad e igualdad plenas, King vivió la lucha diaria de la discriminación y la injusticia.

Dio voz a quienes no la tenían, esperanza a los desesperanzados y fe a todos aquellos que habían abandonado su fe en los ideales estadounidenses de libertad e igualdad. Y donde observó o vivió la injusticia, siguió un camino agresivo para enderezar el curso de nuestra sociedad.

El Dr. King presenció la injusticia en las barras de pequeños restaurantes en Atlanta. Respondió con demostraciones.

El Dr. King presenció la injusticia en líneas de autobús en Montgomery. Respondió con un boicot.

El Dr. King presenció la injusticia en lugares de votación en el Sur. Respondió a la violencia policial con persistencia y fe pacífica.

El Dr. King presenció la injusticia en la pobreza, segregación y discriminación que caracterizaba las vidas de los negros hace cuatro décadas. Respondió con una marcha a Washington para “dramatizar una situación vergonzosa”.

Predijo, correctamente, que la asamblea en frente al Monumento a Lincoln en 1963 pasaría a la historia como la más grande demostración por la libertad en la historia de los Estados Unidos. Y fue eficiente. El país es muy distinto a lo que era en la década del 60. Los estadounidenses negros ya no sufren las penas del racismo declarado patrocinado por el estado. Ya no existen carteles que declaren " Solo blancos". Ya no existen canes de ataque en las puertas de los locales electorales...o brigadas antidisturbios en los escalones de nuestras universidades.

Ha sido grande el progreso que ha surgido de la persistencia de King. Hemos dado pasos agigantados hacia su sueño, en parte debido a su éxito en cambiar la marea de la discriminación de una opción personal a un asunto de enorme consecuencia legal.

Directa o indirectamente, de la labor de King surgió la Ley de Derechos Civiles, la Ley de Derechos Electorales, la Ley de la Vivienda Justa y otras. De su ejemplo y memoria surge la labor de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia, por ejemplo, y de miles más responsables por asegurar que nuestros hechos cumplan con la ley y estén de acuerdo con los ideales nobles de las palabras de King en el Monumento a Lincoln.

Martin Luther King confiaba en los Estados Unidos. Su confianza desafiaba toda experiencia práctica. Sin embargo, algunos han observado que sus mejores momentos fueron cuando concentró el movimiento de derechos civiles en las fuerzas de nuestra sociedad, entre ellas, la justicia innata de la Constitución y la dignidad fundamental del pueblo de los Estados Unidos. El movimiento pacífico de King aprovechó estos grandes recursos para lograr el cambio...para nuestra sociedad, para nuestros principios tan preciados y para nuestras leyes.

Hoy, el Dr. King estaría complacido con estos cambios marcados, y por muchos de ellos fue directamente responsable; sin embargo, no estaría satisfecho con la labor que aún queda por realizarse. Aún hay trabajo por hacer en lo que se refiere a los derechos de votación de todos los estadounidenses. Aún queda trabajo por hacer en la protección del derecho a la vivienda justa. Aún hay trabajo por hacer en nuestras escuelas y lugares de trabajo...en el sistema carcelario y en establecimientos médicos.

Hoy, el Dr. King vería que los oprimidos y marginalizados son tales, no debido al color de su piel, sino también debido al idioma que hablan o a la nación de sus antepasados. Lamentablemente, aún hoy es raro que el contenido del carácter de uno sea la verdadera medida de su libertad o igualdad en nuestra gran nación.

El Dr. King lucharía contra esta injusticia con el mismo fervor y la misma fortaleza - y medios no violentos - como lo hizo con la opresión más obviamente repulsiva durante los días de Jim Crow. Este tipo más sutil de discriminación significa que, para lograr el predominio del imperio de la ley, debemos trabajar más arduamente, buscar más, cavar más profundo para asegurar que todos los estadounidenses puedan cobrar el cheque del que habló el Dr. King.

En muchas áreas, estamos logrando el progreso. En otras, es evidente que queda trabajo por hacerse. No sorprende que algunas de las palabras elocuentes del Dr. King sigan siendo ciertas en estas áreas actualmente.

Delante de centenas de miles de manifestantes, King declaró que “no podemos darnos por satisfechos mientras exista un negro en Mississippi que no pueda votar y un negro en Nueva York que crea que no existe motivo para que vote”.

Es mucho con lo que podemos estar satisfechos hoy. El año pasado, celebramos el 40º aniversario de la Ley de Derechos Electorales. La misma fue señalada como una de las piezas legislativas sobre derechos civiles más exitosas que se haya promulgado.

En la actualidad, la facultad de votar es una de las mayores oportunidades que compartimos como estadounidenses. En el Día Electoral, todos tenemos la misma voz, la misma oportunidad de ejercer cierta influencia sobre los sucesos y decisiones que dan forma a nuestras vidas y a nuestra Nación.

Al pedir la reautorización de esta legislación importante, el Presidente Bush ha afirmado la tarea asignada al Departamento de Justicia: asegurar que toda persona calificada en cada comunidad de los Estados Unidos tenga iguales oportunidades, no sólo de votar, sino también de que su voto sea contado. Lo estamos logrando con una de las labores de coacción más amplias de la historia de la Ley de Derechos Electorales, brindando a todas las personas acceso a las urnas electorales y eliminando el fraude donde esté presente.

El año pasado, el Congresista John Lewis - quien marchó por los derechos electorales en el Puente Edmund Pettus - observó el progreso realizado. En Mississippi, explicó, apenas el 7% de la población negra estaba registrada para votar cuando el Dr. King destacó las dificultades que enfrentaban en su discurso famoso. Hoy, son diez veces más los registrados - un 70%. Y Mississippi cuenta con el mayor número de autoridades electas negras en el estado de la unión.

Lewis y otros, incluidos el Presidente Bush y yo, hemos pedido la reautorización de la Ley de Derechos Electorales para solidificar aún más los logros alcanzados a lo largo de las últimas cuatro décadas.

Sin embargo, Martin Luther King también mantuvo que “jamás podremos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos, pesados por la fatiga de un viaje, no puedan alojarse en moteles de ruta y hoteles de las ciudades”.

Lo mismo ocurre actualmente con familias que llevan la carga pesada de alquileres altos, políticas discriminatorias y barreras del inglés como segundo idioma. La discriminación en la vivienda es una gran preocupación para el Departamento de Justicia, y nuestra División de Derechos Civiles viene trabajando arduamente para enfrentar este desafío, así como lo hemos hecho con otros desafíos a lo largo de nuestra historia. En las próximas semanas, el Departamento de Justicia tomará pasos adicionales para asegurar que la raza y el grupo étnico abran puertas a las personas que busquen una vivienda, en lugar de servir de obstáculos para la realización del sueño de la vivienda segura, asequible y justa para la familia.

En total, la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia ha logrado un récord impresionante. El año pasado, por ejemplo, la División entabló más juicios penales asociados a derechos civiles que en cualquier otro año de su historia. Esto incluye niveles sin antecedentes de coacción para la protección de mujeres y niñas contra la trata de blancas, para asegurar que los discapacitados puedan participar plenamente en sus comunidades, y para brindar el más alto nivel de atención a personas institucionalizadas.

Durante este gobierno, existe un mensaje que ha sido muy claro: La discriminación es contra la ley y no será tolerada. Debemos lo anterior, en parte, a la labor del Dr. King. El Dr. King inspiró actos de desobediencia civil que, con frecuencia, provocaron cambios en nuestras leyes. Esto último, se lo debemos a su legado. El coraje de su convicción ha enseñado a generaciones de estadounidenses a rechazar el racismo, enfrentar el odio con amor fraterno.

Sin embargo, no podemos ignorar que la enorme cantidad de casos asociados a derechos civiles en manos del Departamento también significa que el abuso existe...que aún debemos tener en cuenta el recordatorio de Martin Luther King de la “urgencia feroz del Ahora”. “Ha llegado el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios”, dijo King.

Tenía razón en ese entonces, y sus palabras siguen siendo ciertas hoy. Ahora es el momento de hacer realidad la promesa de derechos igualitarios para todas las personas. Ahora es el momento de hacer valer aún más las leyes que él ayudó a inspirar. Ahora es el momento de volver a dedicarnos a su sueño. Ahora es el momento de colocar el contenido del carácter por arriba de la raza, religión, idioma, grupo étnico y origen nacional...considerar nuestra diversidad un punto fuerte en lugar de un estigma...y preservar el sueño estadounidense para esta generación y generaciones futuras.

A fines de 1956, mucho antes del verano sofocante de descontento, Martin Luther King habló al Instituto de Antiviolencia y Cambio Social en Montgomery, Alabama. Dijo a los reunidos que “el fin es la creación de la Comunidad Amada”.

Por lo tanto, cuando llegó el fin de Martin Luther King en el balcón de su habitación de hotel en Memphis, apenas horas después de haber dicho a sus seguidores que posiblemente no llegaría a la tierra prometida junto con ellos, la lucha por alcanzar su “Comunidad Amada” continuó.

El sueño de King de una sociedad que no distingue los colores es apenas el comienzo. La comunidad amada significa más que la ausencia de intolerancia, discriminación y odio. La comunidad amada significa la presencia de amor, paz y comprensión.

Todos debemos asumir un compromiso con este ideal en las leyes de nuestra nación, en nuestro trabajo diario y en la estructura de nuestras familias - y yo pido el apoyo y el compañerismo de ustedes en nuestro trabajo conjunto hacia este objetivo. Alcanzaremos la comunidad amada de King cuando el sueño estadounidense esté disponible para todos nuestros hijos - sin importar la circunstancia. Y entonces - como padres, ciudadanos y líderes - podremos pasar a generaciones futuras la esperanza y la oportunidad que heredamos de Martin Luther King y otros.

Muchas gracias. Que Dios bendiga a ustedes y a sus familias. Y que Dios siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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