Sello del Departamento de Justicia

COMENTARIOS PREPARADOS DEL
SECRETARIO DE JUSTICIA DE LOS ESTADOS UNIDOS ALBERTO R. GONZALES
EN EL
ANIVERSARIO DE LA LEY DE DERECHOS ELECTORALES

BIBLIOTECA PRESIDENCIAL LYNDON B. JOHNSON
AUSTIN, TEXAS
MARTES, 2 DE AGOSTO DE 2005

 

Buenos días, damas y caballeros, amigos y antiguos colegas. Es bueno estar en casa. Esta biblioteca es un digno recordatorio de la orgullosa herencia de grandes texanos que han servido a esta gran Nación.

Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a una ceremonia de naturalización de nuevos ciudadanos estadounidenses en la Ciudad de Nueva York.

Visitar la Isla Ellis, a la que llegaron innumerables inmigrantes en búsqueda del sueño estadounidense, y dar la bienvenida a una nueva generación de ciudadanos en búsqueda de la misma oportunidad fue una experiencia conmovedora para mí.

Con frecuencia damos por sentado que vivimos en el país más maravilloso del mundo. Estados Unidos es un símbolo poderoso. Las personas enfrentarán cualquier dificultad, sacrificarán todas sus posesiones, sólo para vivir aquí en los Estados Unidos.

No somos sólo la tierra de los libres y el hogar de los valientes. . . somos el mayor refugio del mudo para la esperanza y las oportunidades.

Pero estos privilegios también implican responsabilidades. Estamos llamados al servicio. La rica herencia de libertad que ha pasado de generación en generación de estadounidenses, y que recibieron innumerables inmigrantes, requiere un compromiso especial para estar alertas durante nuestro turno de vigilia.

Aquellos que han vivido el sueño estadounidense, que han sido inspirados por la esperanza y las oportunidades que ofrece esta gran Nación, también sienten el deseo de servir como lo hicieron otras personas antes que ellos. Quizás ustedes hayan recibido enseñanzas, consejos, o apoyo de un mentor especial. Quizás alguien creyó en ustedes y les dio una oportunidad para alcanzar el éxito. Quizás un alcalde, o gobernador, o presidente pidió que trabajaran a su lado.

Sus conciudadanos son afortunados de que buenos hombres y mujeres, como ustedes, hayan aceptado el sacrificio que implica el servicio público. No siempre es fácil. Pero vale la pena. No siempre es apreciado por el resto de las personas. Pero es satisfactorio a nivel personal.

Si bien ustedes tuvieron el privilegio de servir al prójimo a través del gobierno, existen muchas formas de prestar servicio.

En la actualidad, hombres y mujeres uniformizados arriesgan su vida en los campos de batalla de Irak y Afganistán para que podamos continuar disfrutando de la libertad en nuestra tierra.

En la actualidad, oficiales de policía y bomberos arriesgan sus vidas para proteger nuestros vecindarios y mantener la seguridad de nuestras comunidades.

En la actualidad, los banqueros, corredores y comerciantes ayudan a poner en marcha el motor de una gran economía y a mejorar la calidad de vida que esperamos de los Estados Unidos.

En la actualidad, los nuevos ciudadanos a quienes saludé a comienzos de este año en la ciudad de Nueva York están ayudando a sus familias, sirviendo a sus vecinos, y aportando sus características particulares a la cultura de nuestro país.

Pero les dije que existe más de una forma de servir. Enfaticé que el privilegio de la ciudadanía estadounidense está asociado con la responsabilidad especial de participar en nuestra democracia.

Para aquellas personas que posiblemente llegaron a los Estados Unidos desde partes del mundo en los que la democracia es tan extraña como las oportunidades, esto constituye un desafío bienvenido y sobrecogedor al mismo tiempo.

Me enorgulleció saber que esta Nación ofrece a estos ciudadanos no sólo la oportunidad de votar, sino que también trabaja para continuar garantizando la protección de su derecho al voto.

En unos días, celebraremos el 40º aniversario de la Ley de Derechos Electorales, firmada por el Presidente Johnson. Fue señalada como una de las piezas legislativas sobre derechos civiles más exitosas que se haya promulgado.

En 1965, el Presidente Johnson dijo, y cito sus palabras "el voto es el instrumento más poderoso diseñado por el hombre para derrotar la injusticia".

No podría haber tenido más razón. Y es por esto que luchamos en la actualidad para que cada estadounidense pueda hacer escuchar su voz en nuestra democracia.

Todos sabemos que no siempre ha sido así en la historia de nuestra Nación. En el pasado, algunos estadounidenses lucharon para hacer que su voz fuese escuchada, y sus votos contados en el Día Electoral.

Nunca debemos olvidar que cuarenta años atrás la situación era muy distinta para personas de aspecto muy similar a muchos de nosotros.

Aquellos que marcharon desde Selma, Alabama, a la capital en Montgomery conocían la importancia de servir a nuestra democracia a través del voto.

En su marcha por el derecho al voto, llegaron solamente hasta el Puente Edmund Pettus, un par de cuadras fuera de la ciudad, donde debieron enfrentar a oficiales de policía, cachiporras, y gas lacrimógeno.

Lograron detenerlos, pero no silenciarlos.

Reclamaron vigorosamente sus derechos, ejercieron el poder de la moralidad, y ejercieron influencia sobre su gobierno para lograr un cambio. El Presidente Johnson firmó la Ley de Derechos Electorales cinco meses después de que seiscientos afroamericanos decididos hicieran frente a una historia de negación sistemática del derecho al voto en las afueras de Selma.

En la actualidad, la facultad de votar es una de las mayores oportunidades que compartimos como estadounidenses. Ricos o pobres…, negros, blancos o morenos…el voto de todas las personas tiene exactamente el mismo valor. En el Día Electoral, todos tenemos la misma voz, la misma oportunidad de ejercer cierta influencia sobre los sucesos y decisiones, y eso da forma a nuestras vidas y a nuestra Nación.

Por eso me enorgullece celebrar la sanción de la ley que codifica estos principios.

Mi oportunidad de servir llegó a través de un hombre que todos conocemos bien, otra persona orgullosa de sus raíces texanas. El Presidente Bush está comprometido con los ideales fundamentales representados por esta legislación. Y su afirmación de la igualdad del derecho al voto es incondicional. Desea asegurar que toda persona calificada en cada comunidad de ciudadanos estadounidenses tenga iguales oportunidades, no sólo de votar, sino también de que su voto cuente.

Ése es el trabajo del Departamento de Justicia, específicamente de la Oficina de Asuntos Electorales de la División de Derechos Civiles y de la Oficina de Integridad Pública de la División de lo Penal. El Presidente ha orientado todas las facultades y poderes del Departamento de Justicia para hacer valer la Ley de Derechos Electorales y para proteger la integridad de nuestro proceso eleccionario.

La Ley de Derechos Electorales ha tenido un éxito abrumador, pero nuestro trabajo nunca termina. Es por eso que este Gobierno ansía trabajar con el Congreso en la reautorización de esta importante legislación.

Mientras trabajamos para lograr la reautorización, los hombres y mujeres del Departamento de Justicia tenemos la responsabilidad permanente de garantizar que la voz de cada ciudadano estadounidense sea escuchada, y su voto, contado.

Después de todo, el derecho al voto es el componente básico de toda nuestra Nación. El consentimiento del gobernado. Una persona, un voto.

El grupo de ciudadanos nuevos a quienes acompañé durante su juramento bajo la sombra de la Estatua de la Libertad comprendió esta premisa. Ellos prometen votar, pero también reciben la promesa de que podrán hacerlo. Defenderemos los derechos de los estadounidenses, y las oportunidades que surgen a partir de esos derechos. Los ideales reflejados en la Ley de Derechos Electorales son otro ejemplo de esa promesa, y es una promesa que este Gobierno está decidido a cumplir.

En el mundo después del 11 de septiembre, cada uno de nuestros preciados derechos adquiere más importancia. De la misma manera en que abrazamos con más fuerza a nuestras familias ese terrible día cuatro años atrás, debemos aferrarnos con mayor fuerza a nuestras valiosas libertades, tan odiadas por nuestros enemigos.

He advertido con frecuencia sobre los peligros de la complacencia en los Estados Unidos en el mundo después del 11 de septiembre, un mundo que sigue siendo testigo de ejemplos de violencia y terrorismo a nivel mundial. Sin embargo, esta complacencia no es sólo una amenaza en lo que respecta a seguridad y a la guerra contra el terrorismo.

La base fundamental de nuestra Nación depende de la protección ferviente de ciertos derechos inalienables para cada ciudadano, y no podemos volvernos complacientes en la protección de esos derechos.

A fin de proteger el privilegio fundamental de votar, y para asegurar que todos los estadounidenses puedan ejercer en forma plena esta facultad en el Día Electoral, no sólo necesitamos celebrar esta importante ley, sino también trabajar arduamente para hacerla valer.

En lo que respecta a nuestros derechos en el Día Electoral, el Departamento de Justicia tiene dos responsabilidades de coacción independientes, pero que revisten la misma importancia:

Tenemos la responsabilidad de asegurar que el derecho al voto de cada persona sea significativo, tanto a nivel individual como colectivo.

En pocas palabras, nuestro objetivo es facilitar la votación y dificultar el fraude.

***

Para este Gobierno, nuestro compromiso con la primera prioridad en una democracia - votar - ha significado hacer valer en forma rápida y certera todas las protecciones de la Ley de Derechos Electorales contra los impedimentos para participar en el proceso eleccionario. Se ha puesto un énfasis especial en las disposiciones de la Ley de Derechos Electorales sobre minorías por concepto de idioma. La Ley contiene protecciones claras y directas para los derechos de los estadounidenses que hablan inglés como segundo idioma.

Esta legislación requiere a los estados, condados, y otras jurisdicciones traducir los materiales eleccionarios a los idiomas de los grupos de ciudadanos que han sido víctimas de una historia de discriminación en lo que respecta a las votaciones.

Toda la información oficial ofrecida por los estados y condados a los votantes en inglés, también debe traducirse a los idiomas cubiertos.

Todos los materiales. Toda la información. Todas las elecciones.

En los últimos dos años, la División de Derechos Civiles ha realizado la coacción más extensiva de las disposiciones sobre idiomas minoritarios en la historia de la Ley de Derechos Electorales.

Este Gobierno ha interpuesto más demandas de este tipo en los últimos cuatro años que las interpuestas en los veintiséis años anteriores de vigencia de la ley.

No obstante, los juicios tienen una limitación significativa: cuando se entabla un juicio, la conducta ilícita e insultante ya se produjo. Una vez que llegamos a ese punto en el proceso, el daño está hecho.

Es por esto que en el Departamento de Justicia buscamos construir una cultura en la que las personas comprendan y respeten nuestras leyes electorales. Deseamos detener las infracciones antes de que sucedan.

La buena noticia es que contamos con indicios de que nuestra labor de coacción y cumplimiento está funcionando.

Por ejemplo, en el Condado de San Diego, el registro de votantes entre hispanos y filipinos aumentó más del 20 por ciento después de que se entabló uno de nuestros juicios. Durante ese mismo período, el registro de vietnamitas aumentó un 40 por ciento. Y aquí en Texas, en el Condado de Harris, el número de votantes vietnamitas que reunían las condiciones se duplicó después de las labores del Departamento de Justicia en ese condado.

Muchos de los votantes incluidos en las protecciones en lo que respecta a minorías por concepto de idioma de la Ley de Derechos Electorales son los mismos inmigrantes recientes, y nuevos ciudadanos, que conocí en Nueva York. Sé que esperan con ansias su primer día electoral. Deseo, y espero, que ese día dé la bienvenida a su contribución.

***

Además de asegurar el acceso a las urnas para cada estadounidense que reúna las condiciones para votar, el Departamento de Justicia también debe ser un buen administrador de todo el sistema electoral. Nuestro trabajo es mantener la integridad del sistema que heredamos para las generaciones futuras.

Las elecciones en los Estados Unidos tienen una función más importante que simplemente determinar los ganadores de la competencia por cargos públicos. Ofrecen legitimidad a la transferencia del poder gubernamental, hacen al gobierno responsable frente al pueblo, y proporcionan el medio más eficaz para realizar los cambios políticos en forma pacífica.

Socavar este equilibrio delicado e importante es sacudir los cimientos de nuestro sistema democrático. Cuando el poder y prestigio asociados al cargo público tienta a las personas a cometer fraude en lugar de ganar votos, el Departamento de Justicia debe intervenir.

Para ese fin, mi predecesor, el Secretario de Justicia de los Estados Unidos John Ashcroft, creó la Iniciativa de Acceso a las Urnas e Integridad de la Votación. Es una manera que tiene el Departamento de concentrar sus labores en esta importante área. El objetivo de esta iniciativa permanente de coacción de la ley es evitar los abusos del derecho al voto y el fraude electoral a través de la educación y generación de conciencia, investigaciones, y, en caso de ser necesario, procesos judiciales.

Nuevamente, preferiríamos evitar que se produzcan los delitos, antes de que las infracciones afecten la confianza de la sociedad en nuestro sistema, en lugar de iniciar procesos judiciales contra los delincuentes después de que el daño ya está hecho.

Ésta es una muestra del trabajo que hemos realizado en esta importante área:

Hemos celebrado conferencias de capacitación para fiscales de las Fiscalías Federales sobre el manejo del fraude electoral y abusos del derecho al voto.

Hemos aumentado la coordinación con nuestros asociados en los gobiernos estatales y locales.

Hemos expandido el exitoso Programa del Día Electoral, que permite a las personas presentar denuncias o sospechas de fraude ante las autoridades correspondientes en el Día Electoral.

Finalmente, hemos convertido la coacción de los delitos de fraude electoral y corrupción en una de las principales prioridades para los fiscales del Departamento.

Actualmente, existen ciento veinticuatro investigaciones pendientes por fraude electoral en el país - y sesenta y una más han sido cerradas al finalizar la investigación - casi todas después de que se anunció esta nueva iniciativa hace tres años.

Estos casos demuestran que la Iniciativa de Acceso a las Urnas e Integridad de la Votación está funcionando. Es un esfuerzo equilibrado de las fuerzas del orden público para mejorar el derecho al voto y procesar los casos de fraude electoral…y deseo con ansias continuar el buen trabajo que se inició.

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Para finalizar, juro que durante mi mandato, el Departamento de Justicia continuará protegiendo en forma activa el derecho de cada persona al voto, y lo que es igualmente importante, protegerá el valor de ese voto ante aquellas personas que intenten corromper el proceso eleccionario.

En nuestra democracia representativa, cada elección - y cada voto - es un ejemplo de la esperanza y oportunidad de cumplir el sueño estadounidense.

Sé lo que significa luchar para alcanzar ese sueño. Y sé lo que significa que mi voto cuente.

Hoy, protegemos el legado del Presidente Johnson, un sistema que ha ofrecido esa esperanza y oportunidad a generaciones de estadounidenses. A medida que nuestra búsqueda del derecho al voto fue evolucionando, también evolucionó nuestro compromiso con los valores que fundaron nuestro país. Y continuará evolucionando mientras trabajamos con el Congreso para reautorizar la histórica Ley de Derechos Electorales.

Esta Nación simboliza los ideales más altos de justicia y libertad personal. Estoy orgulloso de servir al Presidente y ser parte de un Gobierno que comparte esos ideales y trabaja arduamente para protegerlos para cada estadounidense. Al igual que aquellas personas que marcharon desde Selma, Alabama, nosotros no nos retiraremos.

Y me enorgullece liderar un Departamento que está en la línea de fuego luchando para un gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo.

Muchas gracias. Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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