Sello del Departamento de Justicia
COMENTARIOS PREPARADOS PARA EL
SECRETARIO DE JUSTICIA DE LOS ESTADOS UNIDOS ALBERTO R. GONZALES
EN LA
VIGILIA A LUZ DE VELAS EN MEMORIA DE OFICIALES
DEL ORDEN PÚBLICO NACIONAL

VIERNES, 13 DE MAYO DE 2005
WASHINGTON, D.C.

Gracias, Craig Floyd, por la presentación.

Es un honor para mí estar presente en esta ocasión agridulce para ayudar a celebrar las vidas y aportes de estos héroes dedicados del orden público.

Más de 17.000 nombres figuran en las paredes de este monumento conmemorativo - una lista de aquellos que realizaron el más grande sacrificio, vistiendo sus uniformes y llevando las chapas de la comunidad del orden público de los Estados Unidos.

Y en el Día del Grabado hace un mes, colocamos otros 415 oficiales caídos al lado de sus hermanos y hermanas en esta vigilia silenciosa.

Sin embargo, en medio de estos trazos silenciosos, se escucha el eco de vidas vividas honorablemente, deberes cumplidos noblemente y sacrificios realizados a sabiendas y de propia voluntad.

Detrás de cada nombre, hay una historia de servicios prestados a los demás. De riesgos asumidos para la seguridad de los demás. De corridas en dirección al peligro, y no para alejarse del mismo.

Con demasiada frecuencia, estas historias terminan como ocurrió con los 415 hombres y mujeres valientes que homenajeamos este año. Para ellos, esta es nuestra primera oportunidad como Nación de decir oficialmente adiós - y gracias. Han partido, pero jamás serán olvidados.

Cada uno partió para su turno, para una operación de vigilancia o una patrulla, como siempre lo hicieron: con un beso en la mejilla, un abrazo de los niños, una llamada a mamá o un saludo al vecino.

Las familias y seres queridos de oficiales de las fuerzas de orden público saben que cada día trae peligros desconocidos. El sacrificio de ustedes no es menor que el del policial de la esquina o del ayudante del sheriff que ustedes aman y a quienes brindan su apoyo. Y cuando este trabajo peligroso cobra su precio más alto, maridos, esposas, madres y padres acongojados viven cada día conscientes del legado - y las memorias duraderas - que sus seres queridos les han dejado.

A pesar de nuestra pena, podemos celebrar dicho legado esta noche. Es un legado de comunidades más seguras, menos delincuencia y una Nación más segura. Es un legado de la lucha por la justicia - persona por persona, cuadra por cuadra, ciudad por ciudad. Es un legado edificado sobre 415 ejemplos de heroísmo del día a día.

Esta noche, leeremos sus nombres para que todos puedan oírlos - especialmente los miles de familiares, seres queridos y colegas de las fuerzas de orden público, quienes se han unido a nosotros en este saludo colectivo.

A ellos - y a las innumerables vidas afectadas por la labor de estos oficiales - agradezco su sacrificio. Compartimos su pena. Lloramos la pérdida con ustedes. Abrazamos a los niños que hoy extrañan a su mamá o papá. Y esta noche, recordamos las historias que guardan en sus corazones.

Recordamos la historia de Rick Ulbright, quien murió ayudando a defender nuestra libertad en Irak.

El Agente Especial Ulbright estaba en Kirkuk para administrar pruebas poligráficas durante la guerra, cuando un misil atacó su estación de trabajo. Recibió la condecoración póstuma de la Estrella de Bronce, el Premio de Servicios de Carrera Civil Sobresaliente, y la Medalla Defensa de la Libertad. Su nieta, Alena, había nacido apenas seis meses antes de su muerte. Si bien Alena jamás conocerá a su abuelo, crecerá en un mundo agraciado por la libertad que el Agente Especial Ulbright ayudó a garantizar.

Recordamos la historia de Jennifer Fettig y Matthew Bowens. Estos compañeros del Departamento de Policía estaban parando un automóvil, cuando un sospechoso abrió fuego contra su patrullero. La Oficial Fettig, quien acababa de comprometerse con un compañero del D.P.D., recibió dos tiros y falleció. La Oficial Bowens - conocida como "la Gacela" por sus amigos - no huyó al desafío. Murió de un tiro, intentando ayudar a su compañero que había sido gravemente herido.

Apenas cinco días antes de este incidente, la prima de nueve años de edad de la Oficial Fettig le había enviado por correo electrónico una redacción con el título "Mi héroe" que había escrito para su clase de inglés. Entre los sentimientos que todos compartimos por los oficiales de policía heroicos en nuestras vidas, Amy Pabst escribió lo siguiente sobre su prima policía: "Nunca sabe cuál será su próxima misión. En mi opinión, ella es valiente porque, todos los días, se dirige al trabajo sin saber qué ocurrirá.

Mi héroe es mi prima… porque ella ayuda a servir y proteger al pueblo de Detroit". Damas y caballeros, nadie podría haberlo dicho mejor.

Recordamos la historia de John Bechtold, Jr., quien falleció ayudando a los demás en el lugar de un accidente. El Oficial Bechtold, Jr. fue el Sheriff del Condado de Campbell, Dakota del Sur, durante diez años.

Así como seguramente había ocurrido en muchas ocasiones, el Sheriff Bechtold fue el primero en llegar al lugar del accidente - en este caso, un choque de un automóvil con un camión de cereales. Inmediatamente, comenzó a administrar los primeros auxilios. Poco después, cuando llegaron los trabajadores de emergencias, el Sheriff Bechtold había sucumbido a un ataque al corazón. En el cumplimiento de su deber, sus brazos aún estaban en posición de maniobra de reanimación cardiopulmonar.

Y recordamos a muchos otros, cuyas historias pueden ser diferentes, aunque sus sacrificios fueron iguales a los que he mencionado anteriormente. Muchos cayeron en patrulleros, parando vehículos y al ofrecer ayuda después del horario normal - más allá de su obligación. Muchos, cuyos últimas acciones fueron la respuesta a pedidos de ayuda - de ciudadanos y oficiales compañeros. Muchos que nos dejaron mientras realizaban detenciones, detenían a conductores alcoholizados, asistían a los necesitados o,…inclusive, ayudaban a buscar un perro que se había perdido.

Realizaron sacrificios extraordinarios al realizar actos diarios de heroísmo. Sumando más de 4.000 años de servicio colectivo, el grupo de oficiales caídos que homenajeamos esta noche hizo rondas, manejó patrulleros, viajó a tierras desconocidas y enfrentó peligros crueles.

Y lo hicieron todo en cumplimiento de su deber. Lo hicieron todo porque era su deber.

Probablemente recuerden que, pocos días después del 11 de septiembre de 2001, el Presidente Bush se dirigió a la Nación y alzó en la mano la chapa de policía de George Howard. El Presidente dijo que era su "recordatorio de vidas que terminaron, y de una tarea que no tiene fin".

El Oficial Howard - un miembro orgulloso de la Policía de la Autoridad del Puerto de Nueva York/Nueva Jersey - murió intentando salvar a personas en el World Trade Center - junto con muchos de sus hermanos y hermanas de la fuerza. Sus nombres se encuentran aquí.

Y esta noche, los nombres que nos rodean son otro recordatorio de vidas que finalizaron, y de una tarea sin fin. Jamás debemos interrumpir el trabajo que estos oficiales comenzaron.

En nuestra vigilia en su memoria - estamos asumiendo su vigilancia, haciendo guardia donde ellos la hicieron, y aceptando la responsabilidad de una tradición de orgullo y de servicio desinteresado.

Su sentido singular del compromiso y la devoción al deber ahora nos pertenece. En su honor, debemos seguir dando forma a un futuro digno de su grande y noble sacrificio.

En su memoria, podemos hacerlo.

Por los seres queridos que dejaron, lo haremos.

Para el bien de futuras generaciones, debemos hacerlo.

Muchas gracias y que Dios los bendiga, que les brinde comprensión y consuelo a los acongojados, y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.