Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos, Alberto R. Gonzales, ante la Cámara de Comercio Hispano-Americana de los Estados Unidos

Washington, D.C.
4 de abril de 2006

Gracias, Michael. Buenas tardes. Me complace estar de nuevo aquí entre viejos amigos entrañables, en especial en un momento en el que en este país existe un gran debate que tiene trascendencia histórica.

Según los datos arrojados por el último censo, se ha registrado un crecimiento importantísimo en empresas cuyos propietarios son hispanos: el triple que el promedio nacional. Ustedes personifican las esperanzas del sueño estadounidense. Nuestros compatriotas estadounidenses podrían aprender mucho sobre la dedicación al trabajo, la fe y la devoción a la familia y la comunidad de los ejemplos brindados por quienes se encuentran sentados aquí.

En una época, yo también fui propietario de una empresa . . . el único propietario. Hace casi 40 años, cuando era un muchacho de 12 años, subía lo que parecía ser todos los escalones del estadio, llevando bandejas de Coca-Cola y Sprite en los partidos de fútbol americano de la Universidad Rice, en el Estadio de Rice de 70,000 asientos en Houston. Si tenía una buena noche, volvía a mi casa con más de veinte dólares en monedas de veinticinco centavos. Además de ver cómo los poderosos Owls se enfrentaban a los Longhorns, los Mustangs y los Razorbacks, observaba a los estudiantes . . . y soñaba con cómo sería ir a esa universidad algún día.

Como muchos de nosotros sabemos por experiencia propia, los sueños se pueden hacer realidad. Egresé de Rice muchos años después. Y ha sido el mayor honor de mi carrera profesional trabajar para el Presidente George W. Bush desde hace más de 12 años. Estoy agradecido porque, en muchos aspectos, he vivido el sueño estadounidense.

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El sueño estadounidense es, de muchas maneras, un sueño de inmigrantes nada distinto al que vivieron muchas personas que se encuentran en esta sala y nuestros antepasados que vinieron a los Estados Unidos para encontrar la libertad y las oportunidades que ofrecía nuestro país.

Yo me encontraba con el Presidente Bush la semana pasada cuando recibió a un grupo de inmigrantes que estaban a punto de convertirse en ciudadanos naturalizados. Les habló sobre las oportunidades y responsabilidades que acompañan a la ciudadanía. Y reiteró que su visión es la de una Nación optimista que recibe con los brazos abiertos a los inmigrantes que llegan a nuestras costas o fronteras en busca de una vida mejor para ellos y sus familias. Dijo, y paso a citar:

"En su núcleo, la inmigración es indicio de una nación exitosa y segura de sí misma. El hecho de que gente de todo el mundo esté dispuesta a dejar su casa y su familia y arriesgarlo todo para venir a los Estados Unidos dice mucho sobre nuestro país. Su talento, dedicación al trabajo y amor a la libertad han contribuido a que los Estados Unidos lideren el mundo. Y nuestra generación se asegurará de que los Estados Unidos sigan siendo un modelo de libertad y la sociedad más prometedora de toda la historia de la humanidad".

El Presidente Bush ha demostrado poseer gran compasión, coraje y liderazgo en el delicado tema de la inmigración. Le ha solicitado al Congreso que incremente la cantidad de tarjetas verdes que pueden llevar a la obtención de la ciudadanía. Y apoya el incremento de la cantidad de visas disponibles para los trabajadores extranjeros en campos muy especializados como la ciencia, la medicina y la tecnología. Después del 11 de septiembre, el Presidente firmó una orden ejecutiva dándoles derecho inmediato a la ciudadanía a los miembros extranjeros de nuestras fuerzas militares, ya que los héroes que están dispuestos a arriesgar sus vidas por nuestra democracia deben tener plena participación en ella.

Uno de estos héroes fue Rafael Peralta. Rafael era un inmigrante mexicano que se alistó en la Marina poco después de la invasión a Irak liderada por los Estados Unidos. Justo antes de la batalla de Fallujah, le escribió a su hermano de 14 años, y cito: "Vamos a derrotar a los insurgentes. Siéntete orgulloso de mí, voy a hacer historia y algo que siempre quise hacer". Pocos días después, el Sargento Peralta dio su vida para salvar a sus compañeros de la Marina. Aunque a la mayoría de los inmigrantes no se les pide que sacrifiquen sus vidas por nuestro país, muchos de ellos realizan sacrificios que mejoran y protegen la vida de todos los estadounidenses.

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Ahora el Presidente está a la cabeza de la labor para promulgar una reforma de inmigración exhaustiva. Quiere que la reforma de inmigración se base en las leyes y refleje nuestro profundo deseo de ser una Nación compasiva y decente. El Presidente ha definido tres elementos críticos para su política de inmigración: mejorar la seguridad a lo largo de nuestras fronteras, fortalecer la coacción asociada a la inmigración dentro de nuestro país, y algo que es fundamental: proporcionar opciones legales para las personas que deseen quedarse en los Estados Unidos temporalmente para trabajar. Lo he oído decir muchas veces: "Los valores de la familia no desaparecen al llegar al Río Grande".

Como Secretario de Justicia de los Estados Unidos, soy responsable de hacer valer la ley. Una estrategia de inmigración razonable debe incluir la coacción, especialmente la coacción creada para evitar que terroristas y delincuentes entren a nuestro país, así como proporcionar oportunidades legales para que los inmigrantes puedan venir en busca de sus sueños, ocupando puestos que no puedan ser ocupados por trabajadores estadounidenses. Asimismo, una estrategia de inmigración razonable no tendrá éxito si no incluye coacción creada para desincentivar a los empleadores de contratar a trabajadores aquí indocumentados. Los Estados Unidos no deberían tener que optar entre ser una sociedad abierta y ser una sociedad respetuosa de la ley.

Pero, en un mundo pos 11 de septiembre, debemos saber quién está entrando a nuestro país y por qué. Hemos trabajado arduamente para proteger nuestros aeropuertos y puertos marítimos; y hemos implementado la infraestructura necesaria para compartir información sobre amenazas con mayor eficiencia dentro del gobierno federal y entre funcionarios federales, estatales y locales; sin embargo, la seguridad de nuestros ciudadanos también depende de nuestra capacidad de controlar la frontera. A nadie le conviene un sistema de inmigración que permita que una gran cantidad de gente cruce la frontera de manera ilegal. Nadie se beneficia cuando hay inmigrantes ilegales que viven a la sombra de la sociedad. Todos sufren cuando personas que buscan mantener a sus familias son dejadas a merced de delincuentes, hacinadas en la parte de atrás de grandes camiones de carga o abandonadas en el desierto, donde encuentran la muerte.

La semana pasada, se informó que un contrabandista de personas chocó y luego abandonó un transporte para caballos lleno de extranjeros ilegales en Tucson, Arizona. Los oficiales de la Patrulla Fronteriza contabilizaron a 42 personas en el lugar, la mayoría de ellas mexicanas. Los testigos dicen que puede haber habido hasta 60 personas apiñadas en un espacio destinado a dos caballos. "Es inhumano", dijo un testigo. "Estaban todos apiñados ahí, básicamente cuerpos yaciendo sobre otros cuerpos". Dieciocho de quienes intentaban cruzar la frontera sufrieron heridas, 12 fueron hospitalizados. Nuestros Fiscales Federales de Texas, Nuevo México, Arizona y California me informan que hay incidentes como este diariamente en nuestra frontera sudoeste. Queda claro que se necesita desesperadamente realizar una reforma de inmigración exhaustiva en este momento.

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Gran parte del debate sobre la inmigración se centra en el pedido del Presidente de un Programa del Trabajador Temporal como una forma de unir a trabajadores dispuestos con empleadores dispuestos, en el caso de las tareas que los ciudadanos de los Estados Unidos no estén dispuestos a realizar. Se les debería brindar a los trabajadores la oportunidad de calificar para obtener la legalidad temporalmente. Si deciden solicitar una tarjeta verde o la ciudadanía, tendrían que tener una prioridad menor a quienes respetaron nuestras leyes de inmigración. Creo que la oportunidad de vivir y trabajar en este país y mantener a sus familias bajo un determinado régimen de legalidad es lo que la mayoría de los inmigrantes desea. Mi madre, Maria Gonzales, pasó muchos años trabajando en el campo recolectando de todo, desde algodón hasta habichuelas o fresas. Aunque es ciudadana de los Estados Unidos, no recuerda haber hecho nunca distinción alguna entre ciudadanos y quienes no tienen condición legal: todos trabajaban codo a codo para mantener a sus familias y brindarles una mejor vida a sus hijos.

Brindarles a los inmigrantes la oportunidad de obtener legalidad no debe confundirse con amnistía, la cual el Presidente ha rechazado firmemente por considerarla injusta y poco prudente. Escuchen con detenimiento lo que digo. Ustedes han prosperado en los negocios siguiendo las reglas. Los trabajadores que salen de las sombras y se inscriben en el Programa del Trabajador Temporal deben sufrir algún tipo de sanción por violar la ley, como una multa monetaria y el requerimiento de que paguen impuestos retroactivos. El respeto hacia el imperio de la ley es demasiado importante para que no sea así.

Como Secretario de Justicia de los Estados Unidos, entiendo que, con un programa del trabajador temporal, entenderemos mejor quién está entrando en nuestro país y por qué . . . lo que significa que nuestra labor de coacción puede enfocarse en terroristas y otros delincuentes que no buscan ingresar a nuestro país solo para trabajar y así mejorar su calidad de vida, sino que buscan ingresar a nuestro país para así provocar daño mediante actividades terroristas o criminales.

El Presidente entiende que esta discusión sobre la inmigración es de gran importancia. Desea que este año el Congreso tome acción en un plan de inmigración que tenga sentido para todos, que nos mantenga seguros y mantenga nuestra economía en crecimiento. Pero quiere que el debate sea civilizado y digno . . . para honrar nuestras tradiciones . . . y respetar las diferencias que forman parte del sueño estadounidense desde hace mucho tiempo.

Personalmente, me preocupa parte de la retórica asociada con este debate. Nadie debería tratar de explotar los temores de la gente reciclando mitos ni tratar de enfrentar a vecinos. Nadie debería aparentar que los inmigrantes son una amenaza a la identidad estadounidense, ya que son los inmigrantes quienes han configurado la identidad de los Estados Unidos. Nadie debería alegar que los inmigrantes son una carga en nuestra economía, porque el trabajo y el espíritu emprendedor de los inmigrantes contribuyen a dar sustento a nuestra economía. No debemos caer en el pesimismo, sino que debemos apoyar al generoso optimismo del espíritu estadounidense.

Estados Unidos es el país más fantástico del mundo. La semana pasada en Los Ángeles, hablé sobre cómo, sin importar las circunstancias de nacimiento, sólo en los Estados Unidos un latino, Antonio Villaraigosa, puede llegar a ser el alcalde de una de las ciudades más grandes y glamorosas del mundo y cómo sólo en los Estados Unidos un joven vendedor de Coca-Cola puede terminar siendo Secretario de Justicia de los Estados Unidos, la mayor autoridad de las fuerzas del orden público del país. Como estadounidense hispano, es importante para mí que el Presidente piense que los Estados Unidos deben reconocer y valorar su diversidad . . y nuestro patrimonio como nación de inmigrantes.

Quiero agradecerle a la Cámara por su liderazgo y por la dignidad con la que ha participado en este debate. Sigamos adelante para hacer lo correcto, encontrar la solución correcta siguiendo las mejores tradiciones de nuestra Nación.

Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias, y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

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