Presidente Bush, Juez Principal Roberts, miembros del Gabinete, miembros del Congreso, ex Secretarios de Justicia de los Estados Unidos, familiares y amigos, y mis colegas del Departamento de Justicia de los Estados Unidos
El programa de esta ceremonia informa que después de ser confirmado el 8 de noviembre de 2007, comencé a ejercer mi cargo al día siguiente, el 9 de noviembre de 2007... y, en cierto modo, es así. Ese día llegué al edificio del Departamento de Justicia y tomé el juramento frente a un grupo reducido de personas — entre ellas mi familia y algunas de las talentosas personas que trabajan en el quinto piso — y fui autorizado, técnicamente, a desempeñar los deberes del puesto.
Pero, que no haya confusiones — en mi interior, yo no me sentí o consideré Secretario de Justicia de los Estados Unidos hasta hace unos instantes cuando tomé ese juramento — aquí, en este edificio, ante quienes están presentes aquí hoy y sirven en divisiones, unidades y oficinas locales de este gran Departamento en todo el país y en todo el mundo.
Anteriormente he dicho que se han producido grandes cambios desde 1972, cuando hice el mismo juramento que hoy de servir a la Fiscalía Federal, y realmente es así. Actualmente hay leyes en los libros que no existían cuando tomé ese juramento en ese entonces y hoy enfrentamos problemas que no teníamos en esa época, principalmente relacionados con la amenaza a nuestra seguridad que representan quienes creen que librarnos una guerra es su deber religioso.
Pero obviamente el juramento no ha cambiado. Y tampoco ha cambiado en muchos aspectos la naturaleza del trabajo: el trabajo que hice en ese entonces y que ustedes han realizado antes de mi llegada. Todos ustedes se dedican, día a día, a la aplicación de normas, reglas, leyes o disposiciones de la constitución que han jurado proteger, un juramento que yo también hice esta mañana.
El trabajo que cada persona realiza aquí, diariamente, es ley. Si eso suena prosaico y algo limitado, piensen un segundo en la alternativa, en la que el resultado depende de la opinión de una persona o un grupo de personas sobre lo que les parece correcto. No hacemos simplemente lo que nos parece justo y correcto según nuestros propios gustos y parámetros.
Pero cuando uno retrocede y observa las miles de decisiones tomadas cada día bajo esas reglas, normas, leyes y disposiciones constitucionales que este Departamento hace valer — los casos que ustedes manejan, los prisioneros a su cargo, las investigaciones que ustedes realizan — cuando uno analiza eso, el resultado es maravilloso. El resultado es lo que da nombre a este Departamento. Tratamos cuestiones jurídicas, pero el resultado es la justicia. Y es por eso que nuestro cliente final — los habitantes de este país — pueden estar tranquilos, y lo están, de que nuestra alianza más férrea es con la ley y la Constitución, y que el resultado de nuestro fiel desempeño del deber es la justicia.
Ese es el gran trabajo que todos y cada uno de ustedes llevaban a cabo antes de que yo llegara esta mañana y tomara el mismo juramento que ustedes ya habían tomado. Pero la razón por la que no creí ser realmente el Secretario de Justicia de los Estados Unidos hasta estar aquí frente a ustedes es que mi puesto no solo requiere un juramento, sino también una promesa que ahora les haré.
Y esa promesa es usar toda la fortaleza mental y física que tengo para ayudarlos a seguir protegiendo la libertad y seguridad de los habitantes de este país — y sus derechos y libertades civiles — mediante la aplicación neutral y ecuánime de la constitución y las leyes promulgadas bajo ella; preguntarme antes de tomar cada decisión si los ayuda a ustedes a hacerlo; ser orientado no solo por mis propias ideas, sino también por las suyas, y rezar por que los pueda ayudar a tener el liderazgo que merecen.
Gracias por darme la bienvenida; es increíble estar de vuelta aquí.
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