Sello del Departamento de Justicia

Comentarios del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto Gonzales
Conferencia Judicial
Washington, D.C.
20 de septiembre de 2005, 9:30 a.m.


Muy buenos días.

Gracias, Juez Stevens.

Ayer tuve el placer de reunirme con su Comité Ejecutivo. El programa de trabajo reflejaba que se han logrado buenos avances en temas de importancia para la judicatura, pero es evidente que todavía queda trabajo por realizar en las áreas de sentencias, apelaciones de inmigración y seguridad judicial. He disfrutado mi trabajo con la Juez Carolyn King, y espero con agrado trabajar en estrecha colaboración con su sucesor, el Juez Hogan.

Al dar mi discurso frente a ustedes en la conferencia lo habitual sería hacer comentarios sobre temas fundamentales que afectan a la judicatura y al Departamento de Justicia. Pero, como todos saben, éstos no son tiempos normales y, por lo tanto, quise unir mi voz con el coro de partidarios y admiradores del Presidente del Tribunal Supremo William Rehnquist.

Hay muchas cosas que pudiera decir sobre el Presidente del Tribunal; fue uno de los Presidentes del Tribunal Supremo más distinguidos en la historia del Tribunal, y vivió una vida pintoresca y plena fuera del trabajo. Pero el utilizar un lenguaje ampuloso en un tributo al Presidente del Tribunal, cuyas opiniones en algunas ocasiones parecían aún más cortas que los programas que las resumían, sería como citar una ley extranjera en un tributo al Juez Scalia. Así que seré breve, porque eso es lo que él hubiera querido.

Como padre, me importa mucho lo que influya en mis hijos de 13 y 10 años de edad, Graham y Gabriel. Los modelos de conducta son muy importantes en estas edades. Las palabras conmovedoras del panegírico presentado por la familia del Presidente del Tribunal Supremo en las exequias pintaban un retrato extraordinariamente claro de un buen hombre amado por su familia. Es evidente que todos ellos aprendieron mucho de él, como padre y abuelo, sobre la vida y prioridades, así como lo hicieron tantos empleados administrativos que trabajaron con él. No tuve el privilegio de conocer el lado personal del Presidente del Tribunal Supremo tan bien como algunos de ustedes, pero lo que sí sé hace que me entristezca un poco al saber que mis hijos no conocerán a este hombre y que no aprenderán de él las lecciones que enseñó a tantas personas.

Claro que, la mayoría de los que nos encontramos presentes conocía al Presidente del Tribunal Supremo como un servidor público de gran dedicación al Tribunal y al estado de derecho.

Como Secretario de Justicia de los Estados Unidos, quisiera dedicar unos minutos para hablar sobre la jurisprudencia del Presidente del Tribunal Supremo en casos de las fuerzas del orden público. Es probable que no todas las personas presentes en esta sala estén de acuerdo con el enfoque jurídico tomado por el Presidente del Tribunal Supremo Rehnquist en esta área, pero nadie puede negar el efecto que él tuvo.

En su examen de los casos de las fuerzas del orden público, el Presidente del Tribunal Supremo Rehnquist abogaba con frecuencia por normas jurídicas fundamentadas en criterios objetivos, y no recomendaba las averiguaciones post-hoc sobre las motivaciones subjetivas de los agentes de la policía y los fiscales. Trabajó para que las reglas jurídicas fueran claras y comprensibles a los agentes y funcionarios en puestos de atención al público. El creía que las reglas establecidas con claridad protegerían mejor tanto a los ciudadanos como a las fuerzas del orden público.

El Presidente del Tribunal Supremo Rehnquist intentó comprender los retos que enfrentan las fuerzas del orden público, que con frecuencia son retos mortales. Con frecuencia advertía contra dudas de las decisiones que los agentes de las fuerzas del orden público tienen que tomar en fracciones de segundo día a día al enfrentar decisiones en la vía pública que él sabía que se tienen que tomar con frecuencia en el contexto peligroso de un arresto o en el lugar de un crimen.

Quizás el Presidente del Tribunal Supremo reconocía especialmente las preocupaciones de las fuerzas del orden público debido al puesto que ejerció en el Departamento de Justicia como Secretario de Justicia Auxiliar de los Estados Unidos para la Oficina de Asesoramiento Jurídico. Sin embargo, creo que se debe más a su humildad característica de la región central de EE.UU., su pragmatismo y su compromiso con la separación de los poderes.

Defendía enérgicamente la independencia de la judicatura, pero también respetaba los poderes enumerados y las funciones específicas conferidas por nuestra constitución a los poderes ejecutivo y legislativo.

Las audiencias de confirmación del Juez Roberts la semana pasada, nos recordaron, a nosotros y al público, la importancia de los jueces y de la judicatura en nuestros sistemas democráticos y constitucionales. El Presidente del Tribunal Supremo comprendió la función de la judicatura en la gran historia de libertad de los Estados Unidos de América, y el trabajo de su vida lo reflejaba.

Tal como recientemente lo escribiera uno de los funcionarios que trabajaba con él, el Presidente del Tribunal Supremo "se veía a sí mismo como el portador de una gran responsabilidad y una pesada obligación de administración". Como jueces, ustedes son portadores de esa misma responsabilidad y obligación.

Agradezco todas las oportunidades que tengo de reunirme con la Conferencia Judicial para asegurar que el Departamento de Justicia haga todo lo posible para ayudar a la Conferencia en el cumplimiento de esa responsabilidad y obligación.

En este año agradezco especialmente el servicio y el ejemplo del Presidente del Tribunal Supremo Rehnquist. Él nos recordaba que, como servidores públicos, las vidas que afectamos día a día son tan importantes como el legado jurídico que dejamos.

Muchas gracias.


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