Sello del Departamento de Justicia

Comentarios preparados del Secretario de Justicia de los Estados Unidos Alberto R. Gonzales en la
Ceremonia Conmemorativa del Vuelo 93
Shanksville, Pennsylvania
Domingo, 11 de septiembre de 2005 - 4 PM

Es un privilegio para mí prestar homenaje al heroísmo de los pasajeros y la tripulación del Vuelo 93.

Las cuarenta víctimas cuyas vidas celebramos aquí son similares a las miles de otras homenajeadas hoy en los pensamientos privados y oraciones de familias de todos los Estados Unidos y el mundo.

Eran hijos, hijas, maridos y esposas, padres y madres. Eran el mejor amigo, hermana mayor o hermoso hijo de alguien.

Eran vidas inocentes truncadas por una maldad increíble.

Sin embargo, estos cuarenta patriotas valientes iniciaron una llamada de acción que permitió que el momento más siniestro de nuestra nación se convirtiera en uno de nuestros mejores momentos.

***

Yo no me encontraba en la Casa Blanca esa mañana. Me estaba preparando para realizar un discurso en Norfolk, Virginia, cuando me enteré de que estábamos siendo atacados. Pasé las siguientes horas del 11 de septiembre, como muchas otras personas en el país - varado, atascado, tratando de, simultáneamente, comprender los hechos del día y resolver las dificultades prácticas del regreso a casa.

Ya de regreso en Washington a la tarde, me dirigí a la Casa Blanca para acompañar los hechos y luego asistir al Presidente cuando aterrizó en el jardín de la Casa Blanca y habló a la nación desde la Oficina Oval.

No pasó desapercibido, ni a mí, ni a ninguna otra persona que trabajaba en la Casa Blanca que, probablemente, sea exclusivamente gracias a las personas que homenajeamos hoy, que semejante desenlace fue posible.

Sin saber a qué o a quiénes estaban salvando, los pasajeros del Vuelo 93 de United sacrificaron sus vidas por los demás. Y sin saber que sus acciones servirían de impulso a sus conciudadanos, estos hombres y mujeres valientes encarnaron el espíritu de los Estados Unidos.

A partir de entonces, seguimos su ejemplo. Su resistencia se transformó en nuestra determinación. El grito de su ofensiva se transformó en nuestro llamado a las armas. Su sacrificio máximo se convirtió en nuestra promesa permanente - la de proteger nuestra nación.

A cuatro años de distancia de esas horas espeluznantes de horror, es un consuelo recordar aquellos momentos aterrorizantes en el contexto de las cosas que hacen de los Estados Unidos un lugar tan maravilloso para vivir. Después de todo, es la protección de esos ideales preciados, imagino, lo que proporcionó el coraje necesario para tomar la cabina de mando.

Mientras hacemos una pausa para reflexionar sobre las imágenes del 11 de septiembre, es importante que el volver a una vida normal en los Estados Unidos no signifique una regresión a la complacencia.

No existe cantidad de tiempo adecuada para borrar el dolor que sentimos ese día o apagar las memorias de los seres queridos que fallecieron. Y la distancia de dichos hechos jamás debe apagar nuestro sentido de la urgencia para la tarea iniciada por los pasajeros y la tripulación del Vuelo 93.

En el tiempo que ha transcurrido desde ese día trágico, hemos transformado nuestra nación de modo a sobrellevar las nuevas realidades del terrorismo. Sin embargo, el Presidente Bush sabe, así como yo también lo sé, que cada día que pasa en silencio es una oportunidad para redoblar nuestra labor y renovar nuestro compromiso en esta batalla en curso contra el enemigo vil. Nuestra nación debe estar siempre lista.

***

La lista de nombres que escuchamos hoy nos recuerda no apenas un grupo que nos dejó demasiado pronto, sino el legado que dejaron. Nuestro legado es uno de acción ante la adversidad y coraje en el curso del sacrificio.

Como representantes de este legado, tenemos la responsabilidad de recordar - no solo hoy, sino todos los días - que Estados Unidos es el hogar de héroes.

Muchas gracias. Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias y que siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

###