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LAS CUATRO LIBERTADES

(extractos de un discurso pronunciado por el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, ante el Congreso de la Nación en 1941)

...Nada hay de misterioso en los fundamentos de una democracia sana y vigorosa. Los elementos básicos que espera nuestro pueblo de sus sistemas político y económico son simples. A saber:

  • Igualdad de oportunidades para los jóvenes y para todos los demás.
  • Empleos para todos los que pueden trabajar.
  • Seguridad para quienes la necesitan.
  • La cancelación de privilegios especiales para unos cuantos.
  • La preservación de las libertades civiles para todos.
  • La participación en los frutos del progreso científico, en un nivel de vida más amplio y en constante ascenso.

Estas son las cosas sencillas y básicas que jamás se deben perder de vista entre la confusión y la increíble complejidad de nuestro mundo moderno. La fortaleza interna y duradera de nuestros sistemas económico y político depende del grado en que logren dar cumplimiento a esas expectativas....

En los días futuros, que nos esforzaremos por que sean seguros, aspiramos a un mundo cimentado en cuatro libertades humanas esenciales.

La primera es la libertad de palabra y expresión, en todas las latitudes del mundo.

La segunda es la libertad de todas las personas para adorar a Dios en la forma que les resulte apropiada, en todos los rincones del mundo.

La tercera es el derecho de estar libres de privaciones, lo cual, traducido a términos mundanos, significa acuerdos económicos que garanticen a todas las naciones una vida sana para sus habitantes, en tiempos de paz, en todos los lugares del mundo.

La cuarta es el derecho de estar libres de temores, lo cual, dicho en términos prácticos, significa una reducción mundial de los arsenales hasta un punto convenido, y en una forma tan completa que ninguna nación esté en condiciones de perpetrar un acto de agresión física contra sus vecinos, en todas las regiones del mundo.

Esta visión no se refiere a un milenio distante. Es una base definida para un tipo de mundo que puede lograrse en nuestro propio tiempo y generación. Ese tipo de mundo es la antítesis misma de lo que se conoce como el nuevo orden de la tiranía, donde los dictadores aspiran a crear dicho orden con la explosión de una bomba.

A ese nuevo orden le oponemos nosotros la más grande de las concepciones: el orden moral. Una buena sociedad es capaz de enfrentarse por igual, sin sentir temor, a designios de dominación mundial y a revoluciones extranjeras.

Desde los albores de nuestra historia nacional hemos estado involucrados con el cambio —en una revolución pacífica perpetua—, por medio de una revolución que avanza sin cesar y se ajusta tranquilamente por sí misma a las condiciones cambiantes... sin campos de concentración ni cal viva en las trincheras. El orden mundial al que aspiramos consiste en la cooperación de países libres que trabajan juntos en una sociedad amigable y civilizada.

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