El lupus es una enfermedad inflamatoria crónica que puede afectar las articulaciones, la piel, el cerebro, las células sanguíneas, el corazón y los pulmones. El 90% de las personas que lo padecen son mujeres. Por razones poco claras, el lupus se desarrolla cuando el sistema inmune ataca los tejidos y órganos del propio cuerpo.
En las personas con lupus, el sistema inmune pierde la habilidad de distinguir entre las substancias extrañas, llamadas antígenas, y las propias células y tejidos del cuerpo. De esta manera, el sistema inmune produce proteínas, llamadas anticuerpos, que se atacan a “sí mismas” causando la inflamación.
Existen tres tipos principales de lupus: el lupus eritematoso sistémico (SLE, por sus siglas en inglés), el lupus discoide o cutáneo y el lupus inducido por drogas o medicamentos. Entre estos, el SLE es el más común y la forma más grave de la enfermedad. A menudo provoca inflamación y dolor en las articulaciones, sarpullidos en la piel, cansancio extremo y daño en los riñones. En casos muy raros, las madres pueden transmitirles anticuerpos a sus bebés durante el nacimiento (lupus eritematoso neonatal), más allá que generalmente las madres no presentan síntomas de la enfermedad.
¿Cuáles son las causas del lupus? Los investigadores no conocen muy bien las causas de la enfermedad pero se sabe que el lupus no es infeccioso.
Si bien los investigadores creen que existe una predisposición genética para la enfermedad, se conocen ciertos factores ambientales que también juegan un papel importante en provocar el lupus, como las infecciones, los antibióticos, la luz ultravioleta, el estrés extremo, ciertas drogas y las hormonas. Los factores hormonales pueden explicar las razones por las cuales el lupus aparece con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres.
Aunque se sabe que el lupus ocurre en las familias, los investigadores no han identificado el gen o genes responsables de la enfermedad.
El lupus afecta a las personas de todos los grupos raciales y étnicos. Sin embargo, hay desigualdades entre los grupos. El lupus prevalece de dos a tres veces más entre las personas de color, incluyendo los afroamericanos, hispanos, asiáticos y nativo-americanos. Hasta el momento, esta desigualdad carece de explicación alguna.
Debería ir al médico si desarrolla erupciones cutáneas sin ningún motivo aparente, fiebre continua, dolor o cansancio permanente. Si ya le han diagnosticado lupus, realice una consulta médica en forma periódica para controlar la enfermedad y supervisar el tratamiento correspondiente. Como las personas que sufren de lupus pueden llegar a experimentar diversos síntomas en diferentes momentos, es recomendable concurrir al médico si los síntomas aumentan, especialmente si los mismos incluyen a cualquiera de los que se señalan a continuación:
- Sangre en la materia fecal
- Dolor abdominal agudo
- Dolor en el pecho causado por pericarditis o pleuritis
- Convulsiones
- Fiebre o temperatura más alta de la normal
- Contusión o sangrado inusual en cualquier parte del cuerpo
- Dolor de cabeza intenso, dolor de cuello y fiebre
Cuando estos u otros síntomas se presentan no significa que han sido causados necesariamente por el lupus. Pueden ser el resultado de infecciones, tumores benignos u otros problemas. Es importante realizar una consulta médica ante la presencia de estos síntomas u otros cambios físicos. Sólo un especialista está capacitado para elaborar un diagnóstico. Nunca es buena opción esperar a sentirse mejor.
Dado que muchos de los síntomas del lupus son similares a los de otras enfermedades, a veces son inconclusos, pueden ir y venir y por consiguiente, la enfermedad puede ser difícil de detectar. El diagnóstico normalmente se hace luego de revisar cuidadosamente el historial clínico del paciente, junto con los análisis clínicos de rutina y algunos exámenes especializados para estudiar el sistema inmunológico. Actualmente no existe un examen de laboratorio exclusivo para determinar si una persona padece de lupus. Para asistir a los médicos en el diagnóstico del lupus, en 1982 el American College of Rheumatology (colegio americano de reumatología) publicó una lista de 11 síntomas o signos (
http://www.lupus.org/webmodules/webarticlesnet/templates/new_aboutlanguages.aspx?articleid=393&zoneid=21
) que ayudan a distinguir el lupus de otras enfermedades. Para levantar sospechas, el individuo debería tener más de cuatro de estos síntomas y se debe tener en cuenta que no todos los síntomas ocurren al mismo tiempo.
El tratamiento para el lupus puede ser tan variado y personalizado como la enfermedad misma y puede llegar a cambiar a través del tiempo. No obstante, existe una serie de pautas importantes que obedecen al sentido común y deberían ser tomadas en cuenta por todas las personas que sufren la enfermedad. Algunas de las recomendaciones son el buen descanso, la protección contra la luz solar, el no fumar y el seguir una dieta saludable.
Sin perjuicio de lo antedicho, las medicaciones pueden igualmente mejorar los síntomas y reducir las complicaciones del lupus pero se deben tomar ciertas precauciones ya que esta clase de medicación acarrea sus propios riesgos. En los últimos años, el uso prudente de la medicación ha ayudado a reducir algunos de los riesgos mencionados. El tipo de medicamento y la duración del tratamiento dependen del número de partes vitales que hayan sido afectadas y la gravedad de los síntomas. Visto que el curso evolutivo del lupus es tan impredecible, los médicos pueden llegar a indicar diferentes medicamentos o cambiar las dosis antes de encontrar un tratamiento efectivo.