En Estados Unidos el comportamiento suicida constituye un problema de salud pública sumamente grave. Es una respuesta trágica a muchos problemas que abarcan a la depresión, el abuso de sustancias y otros factores tales como haber experimentado un suceso traumático o violento o la pérdida de relaciones humanas imprescindibles dentro del ámbito social o familiar. Por consiguiente, es una conducta que se desencadena a partir de la presencia de diversos problemas.
El suicidio es la undécima causa de muerte en general y la octava causa principal de muerte entre los hombres, quienes frecuentemente utilizan medios letales y por eso son cuatro veces más propensos a morir en un intento de suicidio que las mujeres (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2004). Alrededor de un 60% de todos los suicidios se cometen con armas de fuego (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2004). Si bien el suicidio es la decimonovena causa de muerte entre las mujeres, a lo largo de la vida ostentan índices más altos de depresión y de intentos de suicidio que los hombres (Drug et al., 2002). Las investigaciones referentes a los suicidios sugieren que por cada suicidio consumado existen entre 100 y 200 intentos.
Los estadounidenses mayores son desproporcionadamente más propensos a suicidarse. Comprendiendo sólo el 13% de la población de los Estados Unidos, las personas mayores de 65 años representaron cerca del 18% de todas las muertes por suicidio en 2002. Entre los índices más altos (cuando se categorizan por género y raza) se encuentran los hombres blancos mayores de 85 años. El índice de suicidio para este grupo es cinco veces mayor que el índice nacional de los Estados Unidos, el cual advierte 51.1 casos de suicidios por cada 100,000 habitantes.
En el caso de las personas jóvenes de entre 15 y 24 años, el suicidio ocupa el tercer lugar entre las principales causas de muerte y representa el 64% de todos los suicidios. La depresión en los adolescentes es uno de los factores de riesgo más determinantes en el suicido de los jóvenes, particularmente si está combinada con inhibición del desarrollo emocional, cognitivo o académico, problemas familiares o la presencia de enfermedades crónicas. Los trastornos recurrentes, en el caso de abuso de sustancias y patologías mentales, pueden ser algunas de las principales causas por las cuales muchas veces las personas se quitan la vida.
La disparidad en los índices de suicidio en relación a los grupos minoritarios es alarmante. Para los nativo-americanos y nativos de Alaska, el índice de suicidio en función a la edad para la población del área cubierta por el Servicio de Salud para las Poblaciones Indígenas (IHS, por sus siglas en inglés) era de 20 casos por cada 100,000 habitantes, un 91% más alto que el de las demás razas de los Estados Unidos (11 casos por cada 100,000 habitantes de acuerdo al informe elaborado por el Servicio de Salud para las Poblaciones Indígenas en 2004). Del mismo modo, en el caso de los nativo-americanos y nativos de Alaska con edades comprendidas entre los 15 y 24 años, el suicidio es la segunda causa principal de muerte con un índice de prevalencia 2.4 veces mayor al índice nacional, lo que se traduce en alrededor de 60 muertes por cada 100,000 habitantes. En total, las muertes violentas, las lesiones no intencionales, el homicidio y el suicidio se atribuyen el 75% de la tasa de mortalidad de los jóvenes de entre 15 y 24 años que pertenecen a ambos colectivos minoritarios (Servicio de Salud para las Poblaciones Indígenas, 2004).
El suicidio entre los latinos es la tercera causa principal de muerte entre los jóvenes de entre 10 y 34 años, afectando principalmente al sexo masculino (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2004). Sin embargo, la Encuesta Nacional de Hogares sobre el Abuso de Drogas de 2003 refleja una tendencia preocupante entre la juventud latina autóctona entre las edades de 12 y 17 años. Igualmente, la encuesta revela que las latinas también tienen un alto riesgo de suicidio y recoge la experiencia de aquellas jóvenes que han pensado o intentado matarse. Estos índices abarcan a diferentes regiones geográficas y subgrupos étnicos (mejicanos, puertorriqueños, centroamericanos, sudamericanos y cubanos).
A pesar de que el índice de suicidio de los afroamericanos en su totalidad es de 5 casos por cada 100.000 habitantes, el suicidio juvenil dentro de esta minoría es la tercera causa principal de muerte con un índice de 7 casos por cada 100,000 habitantes, después de los homicidios y accidentes. De igual modo, el índice de suicidios entre los hombres es casi 7 veces mayor que el de las mujeres (11.3 casos contra 1.7 casos por cada 100,000 habitantes).
A nivel nacional, las mujeres asiático-americanas e isleñas del Pacífico de entre 15 y 24 años de edad, son quienes tienen los índices más altos de suicidio entre las mujeres que se ubican dentro de esa franja de edad. Por su parte, las mujeres mayores de 65 años que pertenecen a los colectivos previamente citados, se atribuyen el índice más alto de suicidio a nivel interracial y dentro de ese mismo grupo de edad. Aunque existe un aumento en la tasa de suicidio dentro de estos colectivos, sus miembros son los menos propensos a buscar ayuda profesional para tratar la angustia y si lo hacen, los síntomas tienden a ser más evidentes. En términos generales, los índices de suicidio entre los estadounidenses de origen filipino (3.5), chino (8.3) y japonés (9.1) son esencialmente más bajos. Sin embargo, los adolescentes nativo-hawaianos presentan un riesgo de suicidio más alto que otros adolescentes en Hawai.
La tendencia que existe hacia el comportamiento suicida dentro de las minorías es un tema que requiere un abordaje visionario con el aporte de nuevas ideas. Resulta necesario encarar este tema con determinación para que el cambio sea posible. A efectos de garantizar medidas preventivas que sean efectivas, las reformas deben contemplar los aspectos culturales y lingüísticos, mientras que la ayuda profesional debe llegar a tiempo e involucrar a las familias y a la comunidad en su conjunto.
Sí, aunque a veces se necesita recurrir a la hospitalización para tratar las acciones recientes y para prevenir los futuros intentos. La intervención psiquiátrica es uno de los aspectos más importantes del tratamiento.
Estadísticas
- En 2002, 132,353 personas fueron hospitalizadas como consecuencia de los intentos suicida y 116,639 fueron tratadas en los departamentos de emergencia y luego fueron dadas de alta.
- Entre los hombres de entre 15 y 24 años, los nativo-americanos y nativos de Alaska representan el índice de suicidio más alto con 27.9 casos por cada 100,000 habitantes.
- En 2002, el índice de suicidio entre las mujeres afroamericanas fue el más bajo entre todos los grupos raciales y étnicos: 1.6 casos por cada 100,000 habitantes.
- Las ideas de suicidio, los intentos suicidas y los intentos suicidas genuinos con lesiones auto infligidas entre estudiantes de ambos sexos de entre el noveno y duodécimo grado, disminuyeron de 19% en 2001 a 16.9% en 2003.
- En 2003, el 23.4 % de las estudiantes hispanas de entre el noveno y duodécimo grado, había pensado seriamente en suicidarse, lo cual contrasta con el 14.7% de sus pares afroamericanas.
- En 2003, cerca del 11% de los varones afroamericanos de entre el noveno y duodécimo grado había pensado seriamente en suicidarse.
Para obtener información adicional sobre el suicidio y la prevención del suicidio, visite: