USAID from the American People/Dominican Republic

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Speeches: 2006- 2005

 

Palabras de la Sra. Elena Brineman,
Directora de la Agencia de los Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional (USAID)
Desayuno de la  Cámara Americana de Comercio (AMCHAM)
SalÓn Embajador III, Hotel El Embajador


Lunes 26 de junio del 2006; 8:30 a.m.

 

Muy buenos días.

Quiero agradecer la invitación que me hizo la Cámara Americana de Comercio (AMCHAM) para compartir con ustedes, antes de mi partida, mis experiencias en la República Dominicana como directora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

A través de los casi cuarenta y cinco años que tiene la misión de la USAID en el país, hemos trabajado con muchas instituciones dominicanas del sector público y privado en iniciativas destinadas a fomentar el desarrollo del país con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los dominicanos. Durante mis seis años como directora de la misión, estas iniciativas han tenido como ejes centrales el incremento de la competitividad general del país, apoyada en el fortalecimiento de la institucionalidad; el incremento de la transparencia; el combate de la corrupción; la eficiencia del sector energético; la protección del medio ambiente; y el mejoramiento de los niveles de educación y la salud. Estos aspectos son esenciales para lograr el desarrollo integral y sostenido de cualquier país.

Al mirar atrás y valorar los avances que ha realizado esta nación durante mi tiempo aquí, y el apoyo que la USAID ha brindado para lograr estos objetivos, me siento muy orgullosa de los logros que hemos alcanzado. La República Dominicana es hoy un país más fuerte, más competitivo y más maduro en su sistema económico, servicios sociales y gobernabilidad.
Estos progresos se deben en gran parte al fortalecimiento de las instituciones dominicanas.

Por un lado están los avances logrados por las instituciones jóvenes, como el Consejo Nacional de la Competitividad (CNC), al cual hemos apoyado para reducir el número de días requeridos para registrar una empresa de 78 a 32. Asimismo, está la labor de la Oficina Nacional de Defensa Pública, que no sólo está garantizando el respeto por los derechos de los acusados, sino también sirviendo como modelo en la implementación del nuevo Código Procesal Penal.
Por el otro lado, hemos trabajado con instituciones no gubernamentales que tienen décadas de ejercicio en el país y que a través de su fortalecimiento ayudan al desarrollo del mismo. La educación, por ejemplo, se ha fortalecido con la asistencia del sector privado. Varias personas del sector privado han comenzando a asumir su responsabilidad con la educación pública de una manera más activa y pública.

La USAID trabaja con la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en evaluar la habilidad numérica y la lecto-escritura de los estudiantes de primaria. También, con la Cámara Americana, USAID está estimulando la inversión privada en la educación pública. Ambos programas tienen como objetivo mejorar la calidad de la educación pública básica del país.

Nuestros socios, aquellos que hace un par de semanas reconocimos como “héroes de la institucionalidad”, incluyen también instituciones estatales. La USAID ha colaborado con muchas instituciones de los tres poderes del Estado y logrado juntos avances significativos. Por ejemplo, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con la asistencia de la USAID, ha desarrollado y reforzado sus políticas de conservación de recursos naturales y áreas protegidas. Otro ejemplo es el Ministerio Público, que ha eficientizado su proceso de manejo de caso y transparentado la selección de fiscales a través de concursos públicos y del mérito. Con el apoyo de la USAID, el poder Judicial ha iniciado un sistema de Resolución Alterna de Conflictos con el centro de mediación para resolver disputas familiares. 

La USAID también apoyó la institucionalización de conceptos claves para la competitividad, como es el caso de los “clusters”. A mi llegada, éste era un concepto nuevo, que la USAID, a través de nuestro Programa de Competitividad y Políticas, y en apoyo al CNC y al sector privado, ayudó a institucionalizar.

Hemos colaborado con empresas del sector turismo y agrícola para que uniendo sus esfuerzos, se fortalezcan y logren acceder a nuevos mercados. Como resultado, el cluster de mangos de Baní y el hortofrutícola de La Vega reportan exportación de millones de dólares al año a los Estados Unidos y Europa; el cluster de turismo de La Romana/Bayahibe logró las certificaciones de calidad y conservación del medio ambiente de “Green Globe” y “Blue Flag”, y actualmente registra un promedio de ocupación de un 85 por ciento casi todo el año.

Por otra parte, el cluster de Samaná logró el reinicio de la llegada de cruceros a la bahía. El cluster de Barahona logró que reabriera el aeropuerto y consiguió que una línea aérea ofreciera un servicio de vuelos continuo a esa Terminal. Los 11 clusters de turismo y agricultura del país no son sólo historias de éxito, son además ejemplos de cooperación entre los integrantes de la cadena productiva de cada sector. Son verdaderos ejemplos del incremento de la competitividad.

La competitividad es un punto clave para el desarrollo de la República Dominicana. Con la inminente entrada en vigencia del DR-CAFTA, la competitividad tiene que ser una prioridad nacional. Al hacer de ésta una prioridad, el país estará trabajando para mejorar la calidad de, y el acceso a, los servicios sociales como la salud, y la educación; a eliminar la corrupción; a transparentar el trabajo del Estado y a fortalecer la justicia.

De esta forma, el DR-CAFTA no es simplemente un acuerdo comercial; es realmente una oportunidad para que el país se fortalezca, se institucionalice, crezca y se desarrolle económica y democráticamente, con reglas de comercio claras.

La USAID apoyó a la República Dominicana en la fase de negociación de este acuerdo, y está ayudando tanto al sector público como al privado, a prepararse para su implementación efectiva. Como un apoyo y un incentivo a los empresarios locales, la USAID y el CNC identificaron los sectores con mayor potencial para las exportaciones desde República Dominicana. Posteriormente, ofrecimos una serie de seminarios en diversas regiones del país—conjuntamente con la Cámara Americana de Comercio— para hacer llegar esta información a todos los empresarios interesados.

Pero conocer las oportunidades que les ofrecen no es suficiente. Un país altamente competitivo debe contar con recursos humanos capaces de aprovechar estas oportunidades. Por eso, invertir en la educación es urgente para poder ser más competitivos, y que esta competitividad sea sostenible.


La USAID, la Pucamayma e Intec evaluaron la compresión de la lectura y las matemáticas de los estudiantes de educación básica del sector público del país, con resultados preocupantes. Según este estudio, se estableció que, como promedio, los estudiantes de quinto grado de las escuelas públicas tenían un rendimiento comparable al de los estudiantes del tercer curso del sector privado, mostrando un problema claro de calidad en la educación.

Así que invertir en educación en la República Dominicana significa invertir en la calidad de la educación. La USAID y la Pucamayma han hecho algunos avances en esta área al traer al país la metodología de Centros de Excelencia para Capacitación de Profesores (CETT), que está trabajando con 80 escuelas en el país como piloto, con planes de expansión a otras cien este año.

La calidad de la educación, así como el acceso a servicios de salud son altamente determinantes en la competitividad de la nación. En el sector salud, la USAID ha apoyado a la prevención y tratamiento del VIH/SIDA y la tuberculosis. 

Igual de importante han sido los avances del país en la reforma del sector salud. La USAID ha trabajado con la región Este, ayudando a los hospitales públicos a implementar el Seguro Familiar de Salud. Durante este trabajo hemos podido apreciar el excelente potencial de los y las dominicanas del sector, que no sólo han sabido aprovechar al máximo las herramientas y capacitaciones gerenciales que se han puesto a su disposición, sino que se han convertido en multiplicadores para todo el sistema nacional.

No menos importante para la competitividad nacional es la conservación y el uso apropiado de los recursos naturales. Un país que quiera ser competitivo a largo plazo tiene que proteger e invertir en el medio ambiente. En este sector, la USAID ha tenido una experiencia exitosa promoviendo la inversión de pequeñas empresas del sector privado a través del Fondo de Inversión para la Protección Ambiental (FIPA). Este programa apoya la creación o expansión de empresas económicamente sostenibles que voluntariamente acatan las normas medioambientales del país. El FIPA cuenta con 26 proyectos en el país, ejecutados con un aporte 50/50 por parte de USAID y los empresarios.

Otro pilar de la competitividad es la transparencia. La transparencia debe iniciar en el Estado y expandirse a los demás sectores. Esto es especialmente cierto en el caso del Mercado de Valores. Un país que desee ser altamente competitivo tiene que tener un sistema financiero confiable y transparente.

Durante mi tiempo aquí, la USAID ha trabajado con la Secretaría de Estado de Finanzas, la Bolsa de Valores, el Banco Central y la Superintendencia de Valores con el objetivo de establecer un mercado secundario de valores regulado que ofrezca instrumentos de inversión a largo plazo, y un mercado formal secundario para los bonos gubernamentales y las emisiones privadas. Sin embargo, los intereses particulares del sector bancario han obstaculizado el desarrollo de este mercado.

El país debe seguir trabajando para evitar que los intereses de personas, de empresas o de sectores frenen iniciativas que servirían a todo el país. El mercado de valores debería ser un mecanismo eficiente para invertir los miles de millones de pesos que las empresas y los empleados contribuyen al sistema nacional de seguridad social, asegurando así su subsistencia.

Con los avances antes mencionados, la República Dominicana ha sentado una buena base para incrementar su competitividad. Pero éste es sólo el fundamento sobre el cuál debe construirse un país que desee ser competitivo.
Para que el país sea realmente competitivo la corrupción debe desaparecer. La corrupción es costosa, no solo para el sector privado que tiene que pagar sobornos sino también para el Estado que contrata servicios más caros y menos eficientes sólo porque un corrupto cobró una comisión para otorgar ese contrato. Lamentablemente, el costo final lo termina pagando la ciudadanía en general, pero el impacto mayor lo sienten los más pobres.

Por eso es urgente, entre otras acciones, la aprobación de la Ley de Compras Públicas. El Presidente dio un importante primer paso con el Decreto Puente, pero hace falta que la ley que se apruebe cumpla con todos los requisitos internacionalmente aceptados e incluidos en el DR-CAFTA y otros acuerdos de este tipo. De esta manera, las contrataciones de obras públicas dejarán de ser una fuente de enriquecimiento ilícito para los corruptos.

Durante mi tiempo en el país, he podido apreciar los pasos que se han dado para erradicar la corrupción. El hecho de que los medios de comunicación publiquen noticias sobre la corrupción—algo que no pasaba seis años atrás—ya es un avance. De igual manera lo fue la formación de la Comisión Presidencial sobre Ética y Lucha contra la Corrupción, con apoyo de la USAID. A través de esta comisión se elaboró el Plan Nacional para Luchar contra la Corrupción; un plan ambiciosos y con mucho potencial de impactar positivamente en el clima político y comercial, que sólo espera el compromiso pleno del Poder Ejecutivo para avanzar.

El país tiene en sus manos muchas herramientas para romper con esta tan extendida cultura política y dar saltos hacia delante para combatir el problema de la corrupción. ¡Úsenlas!

El país también ha tenido grandes avances en el sector justicia. Tal vez el más significativo que hemos apoyado ha sido la aprobación del Código Procesal Penal. Este nuevo código cambia la naturaleza de la justicia criminal de un sistema lento, mayormente escrito y carente de transparencia, a un sistema oral y contradictorio más ágil, transparente y justo. Este código es un instrumento eficiente para combatir a la impunidad.

Es prácticamente imposible ser competitivo si existe una elevada tasa de impunidad en el país. El hecho de que se estén procesando legalmente a las personas vinculadas con los fraudes bancarios es un paso importante, pero no es suficiente. La República Dominicana tienen una larga historia de impunidad en casos de corrupción e incluso en casos civiles, y esto es considerado un riesgo muy elevado por los inversionistas extranjeros y nacionales. Los inversionistas quieren estar seguros de que las leyes serán respetadas y que aquellas personas que las infringen serán sometidas a la justicia, juzgadas y penalizadas.

Esto va de la mano con la implementación de las leyes. En los pasados seis años se han aprobado leyes importantes que aún no son implementadas como debe ser. Un ejemplo de esto es la Ley de Libre Acceso a la Información Pública, un instrumento de mucho valor para la propagación de una nueva cultura de transparencia, que aún no ha despegado.

La USAID ha apoyado iniciativas para dar a conocer la ley, y para promover su uso en la ciudadanía a través de instituciones de la sociedad civil, como Finjus y Participación Ciudadana, pero todavía hay mucho trabajo pendiente. Las instituciones gubernamentales deben hacer accesibles la información que prevé la ley, a través de páginas de Internet completas y actualizadas. Así mismo, todas deben contar con Responsables de Acceso a la Información, y responder expeditamente a las solicitudes que reciben. La USAID colaboró con la creación de una Oficina de Acceso a la Información Pública en el Ministerio Público, que sirve de modelo para otras dependencias estatales.

Es evidente que hay mucho que hacer para que el país logre no sólo implementar su competitividad, sino hacerla sostenible a largo plazo. Quedan muchos obstáculos y retos que los sectores públicos y privados deben superar para alcanzar esta meta. Los ejemplos y casos que he citado hoy dejan entrever que el camino hacia una competitividad sostenible es multidimencional, y exige una visión a largo de dónde quieren estar como país en el futuro.

La corrupción, el clientelismo, y la persecución de beneficios personales a corto plazo, a expensas de los más pobres, tiene que desaparecer. Tal y como dijo el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy en su discurso inaugural 46 años atrás, debemos pensar en qué podemos hacer por nuestro país, y no en qué puede hacer nuestro país por nosotros. Si trabajan en conjunto el sector privado y el sector público, con la meta de beneficiar a su país, se obtendrá competitividad sostenible, lo que resultará en un beneficio generalizado para todos los dominicanos.

Para finalizar, permítanme expresarles mi sentimiento de orgullo y satisfacción por haber trabajado con ustedes para obtener estos objetivos durante los pasados seis años.  Yo parto, pero la USAID permanece como una ayuda del pueblo de los Estados Unidos para contribuir con las iniciativas que mejoren la competitividad y conduzcan a su desarrollo.

Pero el verdadero cambio está en sus manos. La USAID no puede hacer nada por si sola. Lo que hacemos es apoyar a los dominicanos y dominicanas con visión y compromiso. Ustedes son los propulsores del cambio y los que conducirán al país a un mejor futuro. Hemos logrado mucho, pero queda mucho camino por andar.

Muchas gracias.

 

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Last Updated: July 05, 2006