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Discurso del secretario

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Jueves, 14 de junio de 2007

202-482-4883

DECLARACIONES DEL SECRETARIO DE COMERCIO CARLOS M. GUTIÉRREZ A LA ASSOCIATED BUILDERS AND CONTRACTORS
WASHINGTON, D.C.

Buenos días y gracias por la calurosa bienvenida. Me complace estar aquí para hablar sobre la reforma de la inmigración, un tema que considero el asunto social y nacional más importante de nuestros tiempos. En unos minutos escucharán al Presidente Bush, que ha hecho de este asunto una de las primeras prioridades de su gobierno.

Me enorgullece ser parte de su gabinete y de un equipo que reconoce la gran importancia que la reforma de la inmigración tiene en la seguridad y prosperidad del pueblo estadounidense.

Vine a este país en 1960 desde la ciudad donde nací, La Habana, Cuba. Tenía seis años y aprendí inglés de un portero en un hotel en Miami. Esas experiencias tempranas plasmaron el amor que siento por este país y mi deseo de contribuir a su bienestar y su futuro.

Mi familia creía en la libertad y en las oportunidades que definen a este país. Como otros antes y después de nosotros, vinimos en busca del Sueño Americano. Nuestro caso se ha repetido una y otra vez durante el transcurso de la historia de nuestro país.

Pero hoy nos encontramos en un momento decisivo, con la necesidad apremiante de una solución a un sistema de inmigración que no funciona, que ha dejado de estar al tanto del número de personas que buscan ese sueño y consecuentemente ponen en peligro la seguridad del pueblo estadounidense.

Bajo la dirección del Presidente, el secretario Chertoff, miembros del personal de la Casa Blanca y yo trabajamos durante muchos meses junto con un grupo de senadores de ambos partidos para redactar una política para la reforma integral de la inmigración.

Durante todo este proceso, ha habido demostraciones claras de apoyo de ambos partidos y buena voluntad.

Los esfuerzos pasados no lograron arreglar el sistema porque no eran integrales. Debemos abordar todos los elementos en conjunto, o no se solucionará ninguno de ellos.

El hecho es que hay 12 millones de personas que viven en la clandestinidad en nuestro país. Es necesario que sepamos quiénes son, dónde están y si representan un peligro. Pero la deportación masiva no es una opción realista ni humana. Tampoco lo es la amnistía.

La solución se encuentra en algún punto medio de este complicado asunto. Hay muchas partes interesadas. El sector empresarial, los trabajadores, los grupos religiosos. . . la lista es interminable. Lo importante es que éste no es un asunto republicano ni demócrata. Es un asunto estadounidense.

Debemos lograr dos objetivos con la reforma integral de la inmigración. El primero es la seguridad nacional. Debemos resguardar la frontera. No es suficiente sugerir que debemos velar por el cumplimiento de las leyes que ya tenemos. Son débiles y deben hacerse más estrictas.

Cuando el Presidente era gobernador de Texas, estaban bajo su jurisdicción más de 1,200 millas de nuestra frontera con México. Conoce de primera mano este asunto y los desafíos que nuestros agentes de la Patrulla Fronteriza enfrentan todos los días. La buena noticia es que hemos alcanzado muchísimos logros en nuestras fronteras.

Hoy el Presidente les presentará un informe actualizado sobre las medidas que se han tomado y las herramientas que la reforma de la inmigración proporcionará para continuar con este esfuerzo.

Lo segundo que debemos lograr por medio de la reforma es el crecimiento económico. El año pasado, nuestra economía creció 3.1 por ciento. Para continuar ese crecimiento necesitamos una fuerza de trabajo cada vez más numerosa. Nuestra tasa de desempleo es de 4.5 por ciento, por debajo del promedio de las últimas cuatro décadas. Sin embargo, como saben, aún quedan miles de puestos sin personal.

La Oficina de Datos Laborales (Bureau of Labor Statistics) calcula que uno de los oficios de mayor crecimiento en el futuro cercano será carpintero. Según las proyecciones de la BLS el número de carpinteros aumentará en 186,000 de 2004 a 2014.

Necesitaremos trabajadores para llenar esas vacantes.

Desafortunadamente, las estadísticas demográficas no nos favorecen. Se espera que el número de personas en la edad laboral pico, de 25 a 54 años, aumente apenas 0.3 por ciento durante los próximos siete años.

A su vez, la proporción de trabajadores no calificados en Estados Unidos está reduciéndose. En 1970, 36 por ciento de la fuerza laboral no tenía un diploma de secundaria. Hoy en día, poco menos de 10 por ciento de la fuerza laboral no tiene un diploma de secundaria.

Pero de los 18.9 millones de empleos que se creen entre el 2004 y 2014, casi un tercio serán puestos para trabajadores no calificados.

En granjas, ranchos, hoteles, construcciones… los nacidos en Estados Unidos de muchas maneras han superado los puestos para empleados no calificados, y los inmigrantes son la nueva oleada que les seguirá el paso en superación económica.

La menor disponibilidad de trabajadores también tiene un impacto en nuestra fuerza laboral altamente capacitada. La reforma integral también acabaría con el proceso de migración en cadena e incluye un sistema de mérito que pone en equilibrio los lazos familiares con las necesidades de nuestra economía en crecimiento.

Para mantener nuestra ventaja competitiva, debemos garantizar que Estados Unidos siga siendo el principal innovador del mundo. Para hacerlo, las empresas necesitan la opción de encontrar trabajadores especializados en el mercado mundial más extenso para atender sus necesidades.

La reforma aumentaría el número de visas H-1B que les permiten a los trabajadores extranjeros con aptitudes especializadas trabajar en este país.

Los inmigrantes ayudan a impulsar el crecimiento económico general por medio de la productividad e inversión, y aportan mayor creatividad, energía, vitalidad y capacidad empresarial a nuestra economía. Todos los países tendrán que aceptar la inmigración para prosperar. Ha sido nuestra ventaja histórica y continuará manteniéndonos competitivos en el siglo XXI.

Permítanme concluir reiterando que el Presidente Bush está totalmente comprometido con este esfuerzo.

Sabemos que la seguridad nacional debe seguir siendo la primera prioridad de la reforma de la inmigración. Y también debe reconocer las contribuciones de los inmigrantes a nuestra economía. Si podemos lograr esos dos objetivos, lograremos una tercera prioridad: la unidad estadounidense.

Este debate ha sido muy difícil. Se ha requerido muchísimo liderazgo del Presidente y de los líderes en el Senado para llegar a este punto. Se necesitará de liderazgo para avanzar con la reforma.

A fin de cuentas, es el bienestar de nuestra sociedad lo que está en juego. Tenemos una oportunidad histórica de aceptar nuestra herencia cultural, aumentar la competitividad y proteger nuestro país. Por el bien de la unidad estadounidense, es necesario que encontremos la manera de seguir adelante.