14 agosto 2008

Los parques pueden cambiar un país

 
Desde la Península de Osa se divisa el viejo bosque pluvial que se extiende desde el Golfo Dulce hasta el Océano Pacífico
Desde la Península de Osa se divisa el viejo bosque pluvial que se extiende desde el Golfo Dulce hasta el Océano Pacífico. Rick Stanley

Este artículo pertenece al periódico electrónico de julio de 2008 “Parques nacionales, patrimonio de Estados Unidos”. Para consultar los demás artículos de este periódico haga clic a la derecha

Por Alvaro Ugalde

En 1969, un joven estudiante de biología viajó de su Costa Rica natal a Estados Unidos para observar de cerca el sistema nacional de parques estadounidense. En 1970, el joven se convertía en el segundo empleado del entonces recién establecido sistema de parques de su país. Hoy, al hacer balance del desarrollo de esos parques durante los últimos cuarenta años, Alvaro Ugalde señala que la historia de Costa Rica se divide en dos etapas distintas: el antes y el después del compromiso adquirido por su población con la conservación de la diversidad biológica tan única de ese país para las generaciones futuras.

Alvaro Ugalde es considerado fundador del sistema de parques de Costa Rica.  Ha sido su director dos veces y es figura prominente en otras organizaciones de conservación ambiental. En 1999, la revista Time lo incluyó en su lista de los principales líderes ambientales del siglo.

En 1969, tuve la oportunidad de observar de cerca y durante varios meses el Sistema Nacional de Parques de Estados Unidos como invitado al Seminario Internacional sobre Parques Nacionales y Reservas Equivalentes, un programa que hizo posible que junto a otros 25 participantes seleccionados de todo el mundo visitara varios parques de Estados Unidos. Durante nuestra visita sostuvimos reuniones con guardas forestales, biólogos, concesionarios; es decir, con todo  tipo de personas vinculadas al sistema de parques de Estados Unidos.

No tenía pensado hacer una carrera profesional en el servicio de parques, ya que no existía tal cosa en Costa Rica. Sin embargo, al regresar a mi país, el congreso costarricense ya había aprobado la ley que autorizaba la creación de un sistema de parques. De modo que trabajé como voluntario durante seis meses en los inicios del sistema y luego fui contratado en 1970 como el segundo empleado del servicio de parques.

Mi colega y primer director del sistema de parques, Mario Boza, también hizo este viaje de estudios a Estados Unidos auspiciado por el Servicio de Parques Nacionales estadounidense, que nos aportó el concepto de un sistema integrado de administración y operación de parques, acogida de visitantes, y conservación del suelo y de la naturaleza.  Siempre he pensado que el sistema de Estados Unidos fue la ventana por la que divisamos el panorama completo.

Como biólogos, sabíamos que la protección de la diversidad biológica de nuestro país debería ser el propósito fundamental de nuestros parques. Nuestro pequeño país, cuyo territorio representa sólo una tercera parte del uno por ciento del área total de la tierra, aloja un cinco por ciento de todas las especies de la Tierra. Para ese entonces no se había generalizado en el mundo el uso de la palabra biodiversidad, pero las numerosas formas de vida que existían en el entorno tropical de nuestro país habían sido objeto de estudio durante décadas. Mis profesores en la Universidad de Costa Rica eran seres iluminados que nos transmitieron un aprecio por la ecología y la evolución. Ello coincidió con la percepción de que el desarrollo en mi país se realizaba a un ritmo muy, pero que muy acelerado.

La conservación de Costa Rica

El guacamayo rojo, familia de la cotorra, habita en los bosques pluviales de Costa Rica
El guacamayo rojo, familia de la cotorra, habita en los bosques pluviales de Costa Rica y otros lugares de la región. Rick Stanley

Esa fue la idea que nos alentó a convencer a los costarricenses de lo que teníamos que hacer para establecer estos parques y para conservar aquello que era único en nuestro país. Lo que decíamos a la gente era que había que mantener a Costa Rica tal como era, pues una vez despojada de sus bosques y de su fauna silvestre ya no sería Costa Rica. Nuestra obligación era establecer parques y áreas protegidas para dejar un legado para el futuro, para nuestros hijos, para que conocieran el país como realmente era. No nos fue difícil difundir ese mensaje por todo el país. Un motivo secundario era el hecho de que el turismo sería un beneficio adicional de este esfuerzo.

La historia de Costa Rica se puede dividir entre el antes y el después de la creación de sus parques. El país sufrió una transformación total pocos años después de establecidos los parques. En la actualidad, no hay un costarricense que desconozca el tema de la conservación y de la riqueza natural de nuestro país, y son muy pocos los que no se benefician de los esfuerzos conservacionistas. Al fundarse los parques y las reservas se modificó el curso de nuestra nación y de la economía de nuestro país. Ahora tenemos un nuevo paradigma de desarrollo, un país diferente al de hace cuarenta años.

Antes de 1970, no existían áreas protegidas y la mayoría de los lugares naturales estaban sometidos a las presiones de las actividades de minería, caza y  explotación forestal, sobre todo la Península Osa, ¡qué es el lugar más hermoso del universo!. Así lo digo porque es de una belleza increíble y posee una enorme diversidad biológica. Desde el principio de nuestros intentos por rescatar Osa logramos cautivar la atención del mundo. Ahora la gente viene a conocer Osa y su economía no tiene nada que ver con la minería o la tala de árboles. Todo tiene que ver con la naturaleza.

En la actualidad, el sistema de Costa Rica sigue en desarrollo, pero todavía afrontamos problemas. Dentro de los parques, la caza y los incendios forestales que a veces se propagan son un problema. Sin embargo, el problema más serio se encuentra fuera de los parques. Cuando el desarrollo en un poblado cercano es desmedido, se observan los efectos de la ausencia de gobierno, de la falta de control y de la pobre coordinación entre los ministerios y otros organismos públicos. Todo ello se convierte en una situación perjudicial debido al exceso de edificaciones, a la contaminación del agua y a la falta de tratamiento de aguas negras. Ello sucede en lugares muy cercanos a algunos de los parques, por lo que es uno de los mayores problemas que afrontamos ahora, aparte de los efectos negativos que se vislumbran del cambio climático.

Salvar el planeta

Por aquellos años no sabíamos que el planeta estaba en peligro. Hoy, ya no somos ignorantes. El comportamiento de toda la comunidad humana es ahora fuente colectiva de las amenazas al planeta: el calentamiento global, el deterioro de la biosfera, la extinción de las especies y el deshielo de los polos son algunos de sus indicadores.

En mi país, las inundaciones son más frecuentes y los períodos de sequía son más largos.  Los cambios climáticos han producido zonas más áridas y algunas de las especies de los ecosistemas en terrenos más bajos se desplazan ahora a la montaña. Los tucanes ahora anidan en lugares donde antes no vivían y lo mismo sucede con las hormigas. Estos cambios se extienden como una onda expansiva por toda la cadena biológica. Intentamos proteger la diversidad biológica en los parques, pero el efecto es notable en todo el país.  Ha sido mucho lo que se ha hecho en Costa Rica para conservar estas áreas protegidas, pero siguen siendo islas rodeadas de enormes problemas ambientales.

Ya no es posible seguir aplazando más el momento de dar la atención que requieren estas amenazas al planeta. No podemos permitirnos ese lujo. La dilación de las medidas en contra del calentamiento global equivale a la indiferencia sobre el tipo de planeta y de las condiciones de vida que legaremos a nuestros hijos. No obstante, como optimista que soy, creo firmemente que si todos hacemos algo, cada persona, familia, comunidad y gobierno, y si comenzamos ahora, el planeta responderá a nuestros cuidados y el éxito será nuestro.

La fundación O2 For Life Rainforest ha proporcionado algunos datos esenciales para la redacción de este artículo. La fundación se dedica a la conservación y protección de la naturaleza tropical y tiene bajo su tutela más de 200 hectáreas (unos 500 acres) de la región Osa.

 

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente el punto de vista ni la política del gobierno de Estados Unidos.

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