La célula B utiliza su anticuerpo-receptor para ligar un antígeno correspondiente, el cual procede a englobar y procesar. Esto activa la transformación de la célula B en una célula plasmática grande que produce millones de copias del mismo anticuerpo específico. Estos anticuerpos entonces circulan en el torrente sanguíneo en búsqueda de más antígenos correspodientes. Los anticuerpos de las células B no pueden destruir, por sí mismos, a un organismo invasor, pero ellas pueden utilizar sus anticuerpos para marcar invasores para su destrucción por otras células inmunes y por el complemento.
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