La primera vez que escuche sobre Tizimín fue por Naye, una amiga tizimileña radicada en Playa del Carmen. Tizimín no es turística, pero es la ciudad yucateca que más voy a recordar.
Después del año nuevo 2012 Naye me invitó a la feria más importante de su ciudad: La fiesta de los Reyes Magos en Tizimín. “¡¿De los Reyes Magos?!” pregunté, sí, Tizimín es el segundo santuario más grande del mundo que celebra a los tres reyes viajeros.
Tizimín se ubica a una van, un autobús y un taxi de Playa del Carmen; 200 kilómetros desde Cancún. Llegamos a medio día, las calles estaban llenas de gente de San Felipe y Panabá, Temozon y Calotmul, Mérida y Motul, Valladolid y Kantunilkin.
No dilatamos en ir a la iglesia de los reyes, una iglesia dual, con Melchor, Gaspar y Baltazar al interior y Yum Chaak, Yum Ik y Yum K’aax al exterior; señores de la lluvia, viento, los bosques y la agricultura respectivamente. Gremios, cofradías y fieles dan color a la fiesta con trajes elegantes y alegres, arreglos florales y largas promesas en forma de listones y estandartes.
Por la tarde fuimos a la plaza de toros o los tablados, como le dicen los tazimileños. Me encantó, la estructura es de ku’che y leños, una artesanía a tamaño estadio. Ahí me confundieron por periodista, me presentaron al organizador y hasta me llevaron a tomar fotos a mitad de la pista.
Comíamos panuchos y salbutes, carnero asado y kibis, marquesitas y hasta pan cubano. Fue en Tizimín donde me di la enchilada más grande de la que tenga memoria, el chile habanero aquí abunda y no perdona.
Solo un fin de semana, pero fue una zambullida de cultura yucateca, de bases mayas e incorporaciones españolas que no voy a olvidar.
¡Gracias por la invitación Naye!
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